¿LA META?
CREA UNA
COHERENCIA INTERNA
En el centro de tu ser tienes la respuesta;
sabes quién eres y qué deseas.
LAO TZU
Coherencia: el alimento cuántico
¿Te has preguntado qué hace que el corazón lata? Pum, pum, pum, pum, escucho el sonido opaco del latir constante del corazón de Pablo, mi esposo, cuando me recargo sobre su pecho y vemos juntos alguna serie de televisión. La sensación provoca un poco de inquietud y de angustia, ignoro el por qué, cuando es gracias a ese latido que él está vivo.
Quizá lo anterior se deba al hecho de pensar en lo incansable que es este órgano, que no depende de nadie, que es autónomo, que es autosuficiente, que actúa por sí mismo y que desde el día en que nacimos nunca descansa.
Mucho más que una bomba
Si bien sabemos que la genética y el estilo de vida afectan la salud física de nuestro corazón; que para cuidarlo es importante atender la alimentación, los antioxidantes, las vitaminas, el ejercicio y demás, con frecuencia soslayamos el hecho de que cuidarlo desde un punto de vista mental y emocional es igual de importante. Pero permíteme decirte que nada, nada, se compara con los beneficios que obtienes al generar un estado de coherencia interna.
¿A qué me refiero?
Me parece fascinante saber que el corazón, como lo han afirmado las culturas más antiguas, tiene una inteligencia y un poder más allá de lo físico, y que hasta hace pocos años la ciencia comienza a comprobar. Conectar con ese poder mejora nuestra creatividad y enfoque, eleva nuestra claridad emocional, reduce los niveles de estrés y ansiedad, fortalece el sistema inmunológico, promueve que todas las funciones del cuerpo se realicen de manera óptima y, sobre todo, disminuye el proceso de envejecimiento.
Es por eso que lo hace el primer secreto y el más importante de todos. Vale la pena aprender cómo lograrlo, ¿no?
En los últimos 20 años, el HeartMath Institute en California ha hecho una serie de estudios en los que comprueba que el corazón es mucho más que una bomba que impulsa sangre por nuestras venas y arterias. Este órgano incansable, que late cien mil veces al día, dirige y alinea todos los sistemas de nuestro cuerpo para que trabajen en armonía, es decir, en un estado de coherencia, lo cual es el mejor regalo que le puedes dar a cada una de las 50 billones de células que componen nuestro cuerpo por medio de la sangre. Ya veremos por qué.
El poder transformador
A lo largo de la historia, alquimistas, sabios, pintores, músicos, poetas han intentado transmitir ese poder transformador que el corazón tiene. Hace algunos años gracias a exploraciones y evidencias científicas se supo que, en efecto, las emociones positivas como el amor, la gratitud, la bondad, la compasión, la generosidad y otras, mejoran todas las áreas del ser humano, en especial la salud, la creatividad y la longevidad.
Muchas culturas antiguas sostuvieron que el órgano responsable de influir y dirigir nuestras emociones, nuestros valores y nuestras decisiones era el corazón y descubrieron que, a diferencia de lo que se cree, no es un órgano blando y sentimental, sino inteligente y poderoso.
Hoy, gracias a la ciencia, sabemos que el corazón tiene por lo menos 40 mil neuronas –tantas como varias zonas subcorticales del cerebro–, es decir, tiene su propio corazón, su propia inteligencia. Entonces, la respuesta está en cultivarla.
El alimento que daña no entra por la boca
¿Sabías, por ejemplo, que bastan sólo unos minutos de pensamientos nocivos como enojo, odio, rencor, ira o envidia, para que éstos contaminen la sangre? Y dicha contaminación consiste en una cascada de 1 400 efectos nocivos que deriva, entre otras cosas, en la liberación de cortisol y, entre otras muchas repercusiones, en lo que se convierte en bilis. Por eso, el alimento que más sana o daña no es el que entra por la boca, sino el que sale de la mente y el corazón.
Para que la mente, el cuerpo, las emociones y el corazón trabajen de manera óptima, deben estar en armonía entre sí. Aprender a armonizarlos es, a mi parecer, el pilar más importante para mantenerte sano, fuerte y atractivo. La meta es, como dijimos, llevar al corazón a un estado de coherencia. Pero antes...
¿Qué es la coherencia?
Estoy segura, querido lector o lectora, de que alguna vez has visto una competencia de remo en la que, en cada bote, alrededor de cuatro u ocho atletas reman en un mismo ritmo a la voz del timonel. Podríamos decir que reman en sincronía. Eso genera velocidad y dirección, ¿cierto?
De la misma manera, cuando el corazón –el timonel– está en sincronía, todo tu sistema fluye y opera de manera óptima y se comunica con tu cerebro y con todos tus sistemas para trabajar de manera ordenada y alineada.
En otras palabras
Imagina lo siguiente: te encuentras en un cómodo sillón, sentado frente al mar mientras admiras el atardecer. Inhalas y exhalas de manera lenta y profunda. Sientes una gran paz y armonía interior. Te aprecias en sincronía contigo, con los demás y con lo que te rodea. De tu corazón surge una expansión de energía que te revitaliza. Tus sentidos se amplifican, todo cobra más luz, más color, más claridad de sonido, mayor sabor y mejor textura. Las cosas que normalmente te irritan, las ves como minucias. Tu cuerpo se siente en casa y tan en paz, que tu mente y tus ideas se aclaran.
Esta sensación de plenitud que la mayoría hemos experimentado en algún momento de la vida es un regalo que llega de manera espontánea y sin haberlo solicitado. Los científicos llaman a esa sensación “coherencia”. En ese estado, surge un halo que invita y contagia a querer estar cerca de ti. Si quisiéramos describir ese estado de coherencia, de plenitud, en una sola palabra, sería: amor.
Los regalos de la coherencia
Al entrar en este estado de armonía total, generas también una cascada de 1 400 cambios bioquímicos y hormonales, como la creación de la poderosa hormona DHEA (dehidroepiandrosterona) que se asocia con renovación celular, antienvejecimiento, vitalidad y fortalecimiento del sistema inmunológico.
Además la DHEA reduce la producción de la hormona del estrés: el cortisol, lo que aumenta tu sensación de bienestar. Por si fuera poco, también la coherencia proporciona a tu organismo un sinfín de beneficios: mayor resonancia, sincronicidad, eficiencia en todas tus funciones. Y todo se armoniza como en un reloj suizo: respiración, oxigenación celular, ritmo cardiaco, ondas en el cerebro, presión sanguínea, sistema hormonal; lo que nos rejuvenece mental, emocional y físicamente.
El único inconveniente es que, a pesar de nuestras buenas intenciones, ese estado idílico no es lo común en la vida diaria. Todos los días –si no es que cada hora– nos enfrentamos a situaciones de estrés y sufrimos el deterioro interno que esto conlleva.
La buena noticia es que tú y yo podemos generar ese estado idílico a voluntad –como más adelante veremos– y obtener todos los beneficios mentales, físicos y emocionales.
El enemigo: la incoherencia
Imagina que en el bote de remo que mencioné, cada quien hiciera lo que se le diera la gana y remara en desorden y a destiempo. ¿Qué pasaría? La respuesta es obvia. Ahora piensa que eso mismo sucede en tu organismo con las emociones negativas como el estrés, la ira, los celos, la envidia, la frustración, la ansiedad y que, con sólo mencionarlos, llena la página de energía negativa.
Por ende, cuando experimentas dichas emociones, el ritmo de tu corazón se vuelve errático y desordenado, lo cual impacta tu salud de manera negativa: limita la habilidad de tu cerebro para procesar información, afecta tu balance hormonal, tu toma de decisiones, tu creatividad, la solución de problemas y tu calidad de vida. Además, el sistema hormonal, en lugar de crear DHEA, segrega cortisol, que inicia, como dijimos, una cascada de 1 400 cambios bioquímicos y hormonales nocivos que pueden permanecer en el organismo hasta por ¡12 horas! Es por eso que si tuviste un disgusto fuerte durante el día, en la noche te será difícil conciliar el sueño.