Para triunfar es necesario, más que nada, tener sentido común.
El sentido común no es nada común.
Es más fácil ser genial que tener sentido común.
PRESENTACIÓN
La sabiduría del sabio no es más que sentido común en grado poco común.
W. R. Inge
El sentido común aparenta ser, como su nombre indica, algo que poseen todas las personas de forma innata, un sentido universal, una herencia maravillosa que se aprehende sin estudios ni esfuerzo y que nos acompaña a lo largo de la vida para ayudarnos a tomar decisiones prudentes y adecuadas y a solucionar problemas de forma natural. Una especie de guarda o entrenador personal que nos brinda un servicio gratis de asesoría mundana todas las horas del día, todos los días del año.
La sorpresa aparece cuando al ir por la vida se empieza a observar que el supuesto sentido «común» es un don extraordinariamente escaso, no universalmente repartido, que con la edad no mejora y cuya ausencia tiene nefastas consecuencias personales y sociales. Quizás, en contra de lo que creíamos, el sentido común apenas existe o es algo que se va perdiendo… pero algo debe estar pasando. El carácter epidémico con que el sentido común parece desaparecer o no aflorar en los momentos clave, es lo que ha motivado este pequeño manual cuyo humilde objetivo es intentar que, de forma amena, sus lectores/as adquieran conciencia de que deben prestar más atención a este sexto sentido, procurar su desarrollo y practicarlo en su vida cotidiana. En los tiempos que corren, aplicar el sentido común es especialmente recomendable y su uso puede ser de gran valor vital para cualquier persona.
En la vida actual todos los seres humanos somos simultáneamente ciudadanos, familiares, trabajadores, pacientes, consumidores, ahorradores, deudores, lectores, turistas… y en los diversos escenarios debemos adoptar sentidos comunes adecuados a cada caso. Todo un ejercicio malabar que exige nuestra complicidad y flexibilidad.
El primer apartado, muy breve, le invita a unas reflexiones sobre lo que es o debería ser el sentido común hoy, intentando responder a las preguntas más frecuentes que podemos hacernos sobre este misterioso sentido.
Para el segundo apartado, estructurado en diez secciones, se recomienda estar cómodamente sentado (con el fin de no caerse al suelo) y saborear una selecta lista de doscientas historias reales muy actuales, en las cuales el sentido común parece estar ausente o estar pasando una mala temporada. Hemos seleccionado diez grandes temas que nos han parecido especialmente interesantes: sociales, temporales, de salud y belleza, dinero y consumo, datos, azar y loterías, educación, medidas, diseño y publicidad. Acabada cada una de las selecciones de sinsentidos se supone que el/la lector/a tendrá inmensos deseos de superar la falta universal del dichoso sentido, habrá dejado de creer que el sentido común es un regalo innato de la madre naturaleza y, si hay suerte, puede proponerse desarrollarlo por su cuenta y no caer en las barbaridades observadas. Para este fin le espera en cada caso un kit de urgencia para el desarrollo básico del sentido común en diversas situaciones propias de la vida cotidiana. Si fuese preciso incluso se puede hacer una chuleta con el contenido de cada kit, pero es deseable que lo interiorice y, si le parece bien, lo incorpore a su propio pensamiento.
En el último apartado, muy activo, se invita al lector/a a ser el gran protagonista, pues a través de cien divertidos retos tendrá ocasión de comprobar si su sentido común funciona. Como los cien retos tienen sus posibles soluciones, todas bien descritas al final del libro, será muy fácil verificar los aciertos o errores, e incluso encontrar respuestas mejores que las que se proponen.
Al leer esta pequeña obra no crea que su autor se considera a sí mismo un caso excepcional de sentido común digno de ser mostrado en público. Este autor es, como cualquier persona, un aspirante a cultivar cada día un sentido común sensato y es, eso sí, un sorprendido observador del sinsentido reinante.
Ir por la vida sin el sentido común es posible, en algunas ocasiones puede incluso ser divertido, pero las consecuencias son en general negativas. Nos encantaría contribuir con esta modesta publicación a que haga un hueco en su agenda al sentido común y que éste le acompañe cada día de su vida. ¡Bienvenido/a!
I. PREGUNTAS FRECUENTES SOBRE EL SENTIDO COMÚN
Cuando hablo de utopía me refiero al sueño radical y a la eficacia diaria. Hacer cada día lo que se puede hacer, soñando en lo que se podrá hacer mañana.
P ERE C ASALDÀLIGA
El tema del sentido común ha fascinado a una multitud de filósofos y científicos, de todas las épocas, y a la gente en general. El interés por conocer a los humanos y sus formas de razonar y de actuar, de fundamentar el conocimiento o su comportamiento, de buscar respuestas a las preguntas esenciales de los seres vivos, ha llevado a elaborar concepciones diversas en relación con esta ambigua denominación del «sentido común».
Miremos brevemente las raíces etimológicas del sensus (de donde procede seso). Corominas data entre 1230 y 1250 la aparición en castellano de la voz «sentido». En origen, tal como aún conservan el catalán y ciertos usos del castellano en zonas del sur de España, sentir se refiere únicamente al hecho de oír, pero pronto la lengua latina extendió su significado a la percepción a través, en conjunto, de todos los sentidos. Y de ahí, al de elaboración de un juicio ajustado a la realidad, lejos de interpretaciones o ideas esotéricas: es decir, a enjuiciar la realidad de una manera exacta, justa, sabia. No es, pues, solamente el sentido o la sensación, sino también la facultad de pensar bien con arreglo a la percepción de unas situaciones prácticas. Ese «bien pensar» se tradujo en el vocablo «sentencia», esto es, una opinión bien fundamentada, obtenida del buen uso del raciocinio, por la reflexión a partir de una realidad percibida sin engaño de los sentidos o contaminación de las ideas. El seso y la sensatez conservan aún esta semántica. Algunos etimólogos de la tradición también emparentaron esta voz con senex, senior o senatus, al entender que procedía de un indoeuropeo sen- con significado de «viejo»; semánticamente coincidente con la proverbial idea de la edad madura como la de la experiencia, la sensatez y el buen juicio; hoy esta vinculación está prácticamente descartada en favor de un prefijo sent-, que refleja con mayor sentido la idea de «dirigirse», «tomar una dirección».
En la dilatada biografía filosófica del sentido común aparecen con esplendor nombres como los de Aristóteles, santo Tomás de Aquino, Descartes, Locke, Berkeley, Hume, Moore, Austin, Stewart, Popper… Incluso Thomas Reid fundó la llamada «escuela del sentido común» o escuela escocesa. En nuestro entorno cultural destaca en el siglo XIX la escuela catalana, con Jaime Balmes a la cabeza. Así pues, si el lector desea pasar el resto de su vida dedicado a estudiar filosóficamente el sentido común podrá partir de la inmensa bibliografía ya publicada… aunque esta decisión no podría considerarse de sentido común.
¿QUÉ ES EL SENTIDO COMÚN TRADICIONAL?
Describiremos aquí de forma breve y sintética tres concepciones diferentes, pero todas ellas muy arraigadas, de lo que puede entenderse por sentido común:
El sentido común… como complemento sensorial
El sentido común es el instinto de la verdad.