Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados.
© 2021, Felipe Lecannelier A.
Derechos exclusivos de edición:
© 2021, Editorial Planeta Chilena S.A.
Avda. Andrés Bello 2115, 8º piso, Providencia, Santiago de Chile
1ª edición: agosto de 2021
RIP: 2021-A-4846
ISBN edición impresa: 978-956-6122-09-8
ISBN edición digital: 978-956-6122-10-4
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com
…porque todos los males de la vida
vienen de una “concepción de la vida”
E.M. Cioran , Breviario de podredumbre
Dedicado a ese pequeño grupo de chimpancés en un zoológico de una ciudad lejana, quienes me enseñaron la forma fenomenológica de “volver a mirar” a los niños (¡y a todos!)
INTRODUCCIÓN
La historia de un paciente grave y cómo podríamos sanarlo
Este libro podría considerarse como una historia sobre el descubrimiento de una enfermedad que aqueja actualmente a miles de niños entre los 12 meses y 18 los años –¡o más, incluso! Esta enfermedad va avanzando en la medida en que la persona va creciendo y sus síntomas van empeorando. Lo interesante –¡y preocupante!– es que ya desde los primeros años su sintomatología comienza a mostrar múltiples signos de gravedad crónica –¡incluso a nivel de epidemia!
Sus síntomas se podrían categorizar dentro de lo que se conoce como dificultades en la salud mental , o lo que otros han llamado dificultades conductuales, emocionales, relacionales y cognitivas . Ejemplos de ello serían la depresión, la ansiedad, la agresividad, las dificultades para alimentarse y dormir, las dificultades del pensamiento, las dificultades de la atención, las quejas somáticas, la regulación de sus emociones y la evitación social.
Ahora bien, si nos proponemos una búsqueda más profunda desde la psicología, nos encontramos con síntomas específicos, que incluso podrían dar cuenta de que la epidemia es más grave de lo que se pensaba –en los ámbitos de la afectividad, el desarrollo socioemocional y el bienestar emocional. Según la Organización Mundial de la Salud (2010) una epidemia es una “enfermedad que se propaga durante un cierto período de tiempo en una zona geográfica determinada y afecta simultáneamente a muchas personas”.
Desafortunadamente, a pesar de que la “cura” a esta supuesta epidemia se encontraba lejos de ser descubierta (o no ha existido intención de buscarla), nos encontramos con otro problema más grave aún: las autoridades desconocían completamente todo lo que ocurría con los niños de 1 a 5 años, quienes ya expresaban una sintomatología multisistémica a nivel mental y emocional. Estas autoridades podrían haberse defendido –si por lo menos se hubiesen enterado de lo que estaba pasando–, argumentando que desconocían los reportes de estos datos. Pero resulta que la primera publicación salió el 2011 en la famosa revista Journal of Clinical Child and Adolescent Psychology. Ahora bien , si ese hubiera sido el único reporte, la crítica a la falta de replicabilidad de los resultados podría haber sido válidamente cuestionada, sin embargo, al año siguiente (2012), otro estudio confirmó que la enfermedad temprana de los niños chilenos ya estaba establecida, siendo publicada además en otra de las revistas más validadas y reconocidas de la disciplina, el Journal of Emotional and Behavioral Disorders. Entonces, podemos deducir que, al no haber una urgencia para encontrar una cura, no existía una conciencia siquiera del problema que estaba ocurriendo.
Y así, a pesar de la indiferencia de las autoridades, junto a mi equipo decidimos embarcarnos en la tarea de encontrar los signos, los síndromes y la(s) causa(s) de lo que estaba pasando. Mientras más datos encontrábamos, más claro era el síndrome de la enfermedad y los resultados ya eran indiscutibles.
No obstante, descubrir una especie de epidemia de salud mental y de bienestar socioemocional es una cosa, pero tratar de demostrar que existe un síndrome –al que llamaré “Síndrome Internalizante”– y que ese síndrome viene expresándose desde los primeros meses de vida hasta la adolescencia, ya son palabras mayores.
Una aclaración para los expertos en salud pública: en términos estrictos no podemos hablar de una epidemia, ya que los estudios que mostraré no se hicieron con fines epidemiológicos, sino que su objetivo era comparar cómo influye cada sociedad en los ámbitos de la salud mental, el bienestar emocional y las formas de crianza. Lo que ocurrió es que, al empezar a observar los datos de Chile en cada estudio que se iba realizando, pensamos automáticamente en un patrón de resultados que calzaba perfecto con la definición de lo que era una epidemia según la OMS.
Así, la historia cuenta que, estudios tras estudios, este síndrome mostraba su forma con mayor claridad, comenzando en los primeros meses de vida hasta la adolescencia. Entonces, me pregunté: ¿Por qué ese síndrome es tan marcado en Chile? Esto me impulsó/motivó a la búsqueda de una explicación sobre qué le estaba pasando a nuestra infancia enferma. Personalmente, siempre he creído que, si uno quiere conocer la dinámica compleja de un fenómeno, tiene que ir a sus orígenes. Los astrofísicos, físicos teóricos, astrónomos, siempre han tenido claro que si no comprendían el Big-Bang desde sus primeros microsegundos, sería imposible explicar el pasado, presente y futuro de nuestro universo. Incluso, los psicólogos y educadores –aunque, desafortunadamente, no todos– han entendido que no podemos conocer la trayectoria de una vida normal o enferma, si no comprendemos científicamente cómo emerge la vida mental y emocional de un bebé –¡y ahora sabemos mucho de eso!
Entonces, unido a una de mis grandes pasiones que es la evolución humana, me di a la tarea de investigar si el origen y evolución de nuestra especie Homo Sapiens me podía dar luces para explicar por qué nuestra infancia está enferma. En conjunto con otros investigadores que han planteado lo mismo que pretendo dilucidar a continuación, me atreveré a dar una explicación evolutiva del porqué de esta enfermedad y por qué sucede en nuestro país en específico.
No quiero asustarlos ni que crean que este libro será denso. Es más bien una historia que toda persona puede leer, en primer lugar, sobre cómo descubrimos esta “epidemia” de salud mental en nuestros niños, cuál es el síndrome que la caracteriza y por último, cuál es la causa de ese malestar general que caracteriza a la cultura chilena. Sin embargo, un profesional de la salud no puede solo descubrir un mal, encontrar su causa y no proponer una cura que permita sacar al paciente de su enfermedad. Llevo más de 20 años trabajando en salud mental infantil, tanto desde la familia como desde la educación, investigando el trauma, buscando formas más humanizadas de educación y crianza, tratando de que la gente que toma las decisiones me escuche (por ejemplo, autoridades y políticos), implementando y evaluando programas de intervención para aumentar la conciencia empática en todos los adultos que están a cargo de los niños. Por eso y de una forma muy humilde –porque para pretender mejorar la salud mental y bienestar de los niños, uno se enfrenta a miles de problemas y barreras y solo se puede luchar con humildad y cooperación–, propondré algunas curas que nos puedan ayudar, especialmente a nivel familiar. Esa será la segunda parte del libro, donde nos adentraremos en la aventura de juntar ciertas piezas esenciales de nuestro origen evolutivo, para dar cuenta de una forma de crianza diferente, más relajada, más aceptadora de la genialidad de cada infante y sobre todo, más acorde a lo que psicobiológicamente un(a) niño(a) necesita para explotar, explorar y expandir todo su potencial, sin ser coercionado por “expectativas y metas”, que no solo no tienen relación con lo que necesita un infante, sino que lo termina estresando y enfermando progresivamente.