HarperCollins Publishers (Australia) Pty. Ltd.
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U n matrimonio feliz equivale a una relación totalmente compartida. A pesar de que a veces pueda parecer acertado retener información sobre cierta enfermedad grave o algún contratiempo financiero, las parejas que se aman raramente hacen ésto. Independientemente de que las noticias sean buenas o malas, la primera persona a la que acuden es a su pareja. Lo que ésto hace es establecer un nivel de confianza único al tipo de matrimonio que procuramos ayudarles a crear cuando decidimos escribir este libro.
En nuestro matrimonio, ambos sabemos que pase lo que pase, el otro se involucrará. Ninguno de los dos quedará aislado, bajo ninguna circunstancia. Intentar proteger al otro de noticias desagradables, como lo haríamos con un niño o un padre anciano, no forma parte de nuestro amor. Necesitamos sentirnos totalmente involucrados. Nos tranquiliza no sólo el hecho de saber que se nos confiará todo problema que ocurra, pero también el poder ser parte de cualquier solución que sea necesaria.
Esto no ocurrió de un día para el otro. Fue construyéndose poco a poco a medida que nuestro matrimonio se fue armando. Así se edificó la fuerza de nuestra relación. Con el tiempo, nuestro matrimonio se convirtió en algo muy sólido. Esta fortaleza es el fundamento del que han aprendido a depender nuestra familia, amigos y hasta nuestros colegas. Disfrutamos mucho de lo que hemos creado.
No tenemos más que decir. Apreciamos su deseo de leer este libro. Nos encantaría que nos contacten. Nos pueden escribir a nuestra dirección de correo electrónico: wginst@ wglasser.com. Trataremos de responder a todas sus preguntas, pero, por favor, no nos escriban hasta que hayan leído sobre estos ocho consejos.
L uego de haber leído las historias de John y Meredith nos gustaría presentarles el primer consejo de este libro. Aunque no podemos garantizarles éxito, si aún creen que a pesar de sus muchos problemas matrimoniales, incluyendo infidelidad o quizás un par de incidentes de comportamiento abusivo, todavía les queda algo de amor en su matrimonio, lo que les aconsejaremos los ayudará. Pero lo que les expondremos demandará un esfuerzo de ambas partes. Dependiendo de como hayan elegido vivir su vida, algunos tendrán más dificultad con este material que otros. Definitivamente, Meredith no estará contenta con esta información. O sea, que tienen que ser pacientes con ustedes mismos, y el uno con el otro.
Lo que realmente aprenderán es a como tratarse, no sólo el uno al otro, si no a toda la gente importante que tienen en su vida, y este tratamiento será diferente al que la mayoría de ustedes recibieron cuando eran niños. Lo que les resultará difícil aprender a muchos de ustedes es que, no importa cuán mal los traten los demás, no deberán devolverles con la misma moneda.
Nosotros los vemos a ustedes como personas que fueron felices juntas cuando recién se casaron, como Meredith y John, pero que ahora se hallan viviendo una relación prolongada e insatisfactoria. Como la mayoría de la gente infeliz, ambos se quejan y se culpan el uno al otro por su infelicidad conyugal, pero ninguno de los dos sabe exactamente qué fue lo que no funcionó y no tienen la menor idea de qué hacer al respecto. Han llegado a pensar en separarse o divorciarse, pero por diversas razones—hijos, dinero, familia, religión o miedo de volver a empezar solos, decidieron permanecer juntos. Quizás también piensen que la infelicidad del matrimonio es preferible a lo que vendría tras una separación.
Luego de años de enseñarles a tantas parejas formas más eficaces de relacionarse dentro del matrimonio, hemos llegado a tres conclusiones, que son las creencias esenciales de lo que enseñamos, no importa cuán infelices se sientan las parejas.
Primera: Todas las parejas que se acercan a nosotros pidiéndonos ayuda no son felices. Pero por más infelices que puedan sentirse, nosotros no creemos que haya algo averiado en ninguno de sus cerebros. Un cerebro infeliz es perfectamente capaz de crear una amplia gama de síntomas psicológicos como depresión, enojo, ansiedad, o dolor, pero eso no quiere decir que ustedes necesiten tomar medicamentos. De hecho, si uno o ambos miembros de la pareja están tomando medicamentos para tratar alguna enfermedad psicológica, el efecto adverso que éste puede estar causando en sus cerebros podría ser parte del problema.