Freddy DeAnda - Amor inquebrantable: Los 7 principios para un matrimonio sólido y feliz

¡H ola! Gracias por darme la oportunidad de compartir contigo algunas ideas sobre la apasionante experiencia de construir y disfrutar de la convivencia en pareja. Mi único deseo es darle vida a tu matrimonio. Deseo animarte a visualizar soluciones si es que enfrentas una crisis conyugal. Deseo convencerte de que los mejores días de tu relación no están en el pasado, sino que están por venir y puedes visualizarlos ya.

Este es un libro con herramientas para que tu matrimonio sea exitoso. Las verdades y principios que comparto contigo han transformado el mío y es mi deseo que también transformen el tuyo. Dios no creó el matrimonio para hacerte sufrir. Lo creó para que lo disfrutaras, y te aseguro que cuando termines este libro, tú y tu cónyuge tendrán una nueva esperanza.

El matrimonio debe funcionar para que ganen ambos, marido y mujer. ¡Todos nos casamos para ganar! ¿Ganar en qué? En el amor, por supuesto. No conozco a alguien que desee perder en este juego del amor, y perdona que le llame juego, pero me refiero a la dinámica de una relación. Muchas veces estamos ganando en todo lo demás: profesión, educación y finanzas. En cada área alcanzamos nuestras metas y recibimos reconocimiento por nuestros logros. El jefe y los compañeros de trabajo hablan bien de nosotros, pero cuando pensamos en nuestro matrimonio, muchas veces nos invade el desánimo porque sentimos que en esa área estamos perdiendo, y nadie se casa para fracasar o soportar una vida miserable. ¡Todos nos casamos para gozar y disfrutar del amor!

¿Por qué esa sed de sentirnos amados? Porque es nuestra esencia. Como seres humanos, en nuestro ADN hay un vacío, una necesidad elemental que satisfacemos al relacionarnos y el matrimonio es una de las relaciones más importantes, en la que el amor es el oxígeno vital.

Por eso, todo en el mundo tiene que ver con el amor. Las novelas, las revistas, las películas, las canciones, las noticias, todo, de alguna forma, se relaciona con el amor que buscamos y necesitamos, no porque seamos egoístas, sino porque anhelamos encontrar una persona que nos ame y a quien amar por el resto de nuestra vida.

A pesar de que se habla tanto sobre el amor, ¿por qué parece tan difícil encontrarlo? Más aún, parece ser un misterio mantenerlo vivo después del matrimonio. Cuando deberíamos sentir que ya es parte de nuestra vida, vemos que el amor se va desmoronando conforme pasa el tiempo. Entonces nos preguntamos si es posible mantener un amor inquebrantable después de la boda, porque parece que lograrlo es un truco de magia, ya que en un momento está en nuestras manos y al próximo momento ha desaparecido. Yo también tuve esa sensación y logré superarla. Por eso, quiero contarte un poco de mi historia.

El amor entre Ellie y yo empezó pequeño. Esa chispa, que se encendió con el simple cruce de miradas en un pasillo, fue lo que hizo que mi corazón palpitara o más bien crujiera como papita frita en aceite caliente. ¿Recuerdas la primera vez que viste a esa persona especial? ¿Puedes visualizar la primera vez que le sonreíste? Ese gesto abrió la puerta a una relación que creció, al punto de decir: “No puedo vivir sin esa persona, ¡finalmente encontré el amor!”. Pero conforme pasan los años, algunos terminan diciendo: “No sé si podré continuar con esta persona”. ¿Cómo es que algo que empezó tan bonito puede terminar tan mal?

Responder esa pregunta es el propósito de este libro, que te brindará las herramientas indispensables para que el amor viva o reviva, según sea el caso. Cuando hay más preguntas que respuestas, el amor se muere; cuando hay más días tristes que felices, el amor se muere; cuando hay más gritos e insultos que palabras de cariño y ánimo, el amor se desvanece. Con todo esto en mente, me propuse escribir lo que he enseñado durante varios años: los principios elementales para renovar el amor y el compromiso.

La necesidad de amor está ligada directamente a la creación. Adán no estuvo completo hasta que Dios creó a Eva. Este primer hombre sobre la tierra tenía la asignación de darle un nombre a todos los animales, pero necesitaba a alguien de su misma naturaleza que lo complementara. Ahora, cada Adán está buscando a su Eva, y cada Eva está buscando a su Adán.

Tal vez pienses: “Freddy, para ti es fácil y bonito hablar de matrimonio porque tu esposa es perfecta y nunca has vivido las cosas que vivimos en casa. Tú no has sufrido los traumas de mi pasado ni los de mi cónyuge”. Pero no es así. Déjame llevarte al inicio de mi matrimonio.

Ellie me hizo el hombre más feliz del mundo cuando me dijo: “Sí, acepto” el 23 de diciembre del año 2000. Yo tenía veintidós años y ella veintiuno. Verla caminar hacia el altar con su hermoso vestido de novia es una imagen grabada en mi mente y en mi corazón como uno de los instantes más sublimes que he vivido. Su hermosa imagen, incluso, borró los sinsabores de esos días.

¡Vaya que hubo dificultades durante los preparativos de la boda! ¿Cuál fue el mayor problema? Mi esposa quiso ser amable con la segunda esposa de mi papá y la invitó a la boda. La noche anterior, durante el ensayo para la ceremonia, la coordinadora vio a mi mamá y le dijo: “Señora María, la esposa del señor Miguel estará sentada detrás de usted”. En ese instante, mi mamá me fulminó con la mirada como si fuera un rayo láser y me dijo: “Yo no voy a tu boda si esa mujer está allí”.

Ahora entiendo las emociones de mi madre: enterarse de que conocería a la nueva esposa de mi padre fue como si le tiraran un balde de agua fría. Mi mamá no imaginaba que debería enfrentar semejante incomodidad ese día, uno de los más importantes para ella, porque era la boda de su hijo favorito (estoy exagerando un poco porque es mi libro, no el de mis hermanos.)

Cuando mi mamá lloraba como si las cataratas del Niágara salieran de sus ojos, la coordinadora se me acercó para preguntarme qué sucedía y le expliqué. Ella no hablaba español, así que me pidió que le dijera a mi mamá que la boda era el día más feliz para Ellie y para mí, que debía poner sus emociones a un lado para apoyarnos. Por supuesto que ese “consejo” no ayudó en nada, al contrario. Mi mamá respondió con unas palabras que no puedo escribir porque este es un libro respetuoso escrito por un pastor. Solo puedo contarte que mi traducción a la coordinadora fue: “Mi mami dice que pase buenas noches”. Pero ella no me creyó, tal vez porque era imposible que esas palabras hubieran salido de la boca de una mujer que lloraba con tanta indignación y que la veía como si quisiera que la tierra se la tragara.

En ese mismo instante, Ellie hablaba con su papá y la conversación no se veía amigable. Cuando le pregunté cuál era el problema, me explicó que su papá le había dicho que, si mi mamá se oponía a que la nueva esposa asistiera a la boda, entonces Ellie tendría que encontrar a alguien más que la encaminara al altar. ¡¿Qué te parece?! El papá de Ellie le dijo: “Si la mamá de Freddy prohíbe que la esposa de Miguel venga, no cuentes conmigo para llevarte al altar. Pídele a uno de tus tíos que lo haga”.

Imagina la tremenda presión que sentimos Ellie y yo frente a lo que se suponía que sería un día memorable, lleno de amor y felicidad. ¡Todas las disfuncionalidades de nuestros padres y antepasados nos acompañarían al altar al momento de nuestra boda!

No te exagero si te digo que le lloré a mi madre hasta las tres de la mañana, rogándole para que asistiera a mi boda. Finalmente, ella me miró y me dijo: “Ya duerme, mañana estaré allí contigo”. En el gran evento, todos estábamos ojerosos, pálidos, molestos, tensos y tristes. Más que una celebración al amor parecía un funeral.