Este libro está dedicado a Julie G. y a los más de
3000 miembros de ApoE4.Info, quienes acogieron el
enfoque sanitario del siglo XXI y ofrecen esperanzas
a más de 1000 millones de personas en alto riesgo de
desarrollar la enfermedad de Alzheimer en el mundo.
Prólogo
En cada encrucijada que lleva hacia el futuro, el espíritu
progresista encuentra la oposición de mil hombres
asignados para salvaguardar el pasado.
—Maurice Maeterlinck
En relación con el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, la práctica de la medicina nunca ha estado tan polarizada por la dicotomía entre el reduccionismo y el holismo como hoy en día.
El reduccionismo, aplicado a la práctica de la medicina, adopta la posición de que, para comprender mejor el proceso patológico y finalmente formular e implementar una intervención terapéutica adecuada, tanto la enfermedad como la intervención necesitan reducirse a las partes operativas y a los mecanismos más simples. Muchos han dado crédito al filósofo francés del siglo XVI René Descartes por la codificación de este paradigma. Descartes, en la parte V de su Discurso , describe al mundo como nada más que una máquina de relojería, la cual se puede comprender enteramente a partir de una exploración de sus componentes individuales. Y es claro que el progreso de la ciencia de la medicina en la historia y en el tiempo presente se encuentra bastante marcado por los avances icónicos caracterizados por la dedicación a este enfoque.
Ya sea que hablemos de Antonie Philips van Leeuwenhoek, de utilizar un microscopio monocular para descubrir animálculos (microbios) o la secuencia del genoma humano, los fundamentos de la medicina occidental siguen honrando la noción de que observar con mayor profundidad las partes constitutivas proveerá al fin un conocimiento base capaz de revelar las tan buscadas soluciones para enfrentar los procesos patológicos.
Sin duda, la microscopía llevó a la comprensión de la patofisiología, lo que resultó en avances maravillosos aprovechados para obtener resultados saludables. Sin embargo, la miopía de tomar una filosofía centrada en profundizar hasta la unidad en términos de partes y procesos inevitablemente da pie a sancionar una terapia igualmente centrada en la validación de lo singular. En pocas palabras, abrazar el reduccionismo en la medicina sustenta la ideología de la monoterapia, la idea de que la meta de la investigación médica moderna debería ser el desarrollo de una sola bala mágica diseñada y comercializada para contrarrestar cada enfermedad.
Como lo explicó el doctor Andrew Ahn, médico de Harvard, en un artículo que explora los límites del reduccionismo en la medicina: “El reduccionismo penetra en la ciencia médica y afecta nuestra forma de diagnosticar, tratar y prevenir enfermedades. Si bien ha sido responsable de tremendos éxitos en la medicina moderna, hay límites para el reduccionismo y se debe buscar una explicación alternativa que lo complemente”.
Al momento en que escribo estas páginas, ningún proceso patológico resalta las limitaciones de un acercamiento reduccionista —en relación con la terapia— más que la demencia senil de tipo Alzheimer. Desde luego, la inmersión profunda para desentrañar la etiología de esta enfermedad ahora epidémica ha estado en curso desde hace décadas, respaldada por cientos de millones de dólares. Aplicar una visión reduccionista en realidad ha revelado mecanismos fascinantes quizá involucrados en lo que se manifiesta finalmente como esta enfermedad, que afecta a 5.5 millones de estadounidenses. Pero, por desgracia, ninguna terapia sola o combinada con fármacos tiene ningún efecto en absoluto para modificar el curso inexorable de la enfermedad de Alzheimer.
Como testamento de la tenacidad de la industria farmacéutica, varios medicamentos se venden en Estados Unidos y el mundo con la idea de que “tratan” de alguna manera el Alzheimer. Si bien estas medicinas pueden tener un efecto mínimo en los síntomas del Alzheimer, de nueva cuenta, no proveen aporte alguno respecto a mejorar en sí el resultado final. Como reveló recientemente el doctor Michal Schnaider Beeri en un editorial de la revista Neurology : “A pesar del gran esfuerzo científico para encontrar tratamientos para la enfermedad de Alzheimer (EA), sólo se venden cinco medicamentos, con escasos efectos beneficiosos en los síntomas, en una porción limitada de pacientes, sin modificaciones en el curso de la enfermedad”.
En fechas recientes, la preocupación por la falta de eficacia de estos medicamentos quedó eclipsada por un informe publicado en The Journal of the American Medical Association , el cual revela que los medicamentos comúnmente prescritos para Alzheimer no sólo carecen de eficacia, sino que su uso se asocia en realidad con un deterioro cognitivo más veloz .
En contraste con el reduccionismo, el holismo da más validez a la exploración del bosque en lugar de enfocarse en un solo árbol. Es cierto, un acercamiento holístico a la salud y la enfermedad abraza por completo los descubrimientos de profundas investigaciones científicas, pero la diferencia fundamental en comparación se encuentra al examinar cómo se utiliza la ciencia en relación con el tratamiento en sí mismo de una dolencia. Mientras que el reduccionismo busca una solución que meta gol a la primera, el holismo considera todas y cualquier opción disponible si tienen algo positivo que ofrecer.
Como pronto descubrirás en las páginas siguientes, por primera vez en la vida se pudo desarrollar una intervención terapéutica que trate exitosamente la enfermedad de Alzheimer. El protocolo desarrollado por el doctor Bredesen es holístico por definición. Su programa incorpora los descubrimientos de diversas investigaciones a lo largo de múltiples disciplinas relacionadas con la patogénesis del Alzheimer. Nuestras investigaciones científicas más respetadas han delineado con claridad los mecanismos específicos mediante los cuales una amplia gama de procesos, en apariencia desvinculados, contribuye a la manifestación más extrema de esta enfermedad. Y precisamente porque la enfermedad de Alzheimer se manifiesta a partir de la confluencia de múltiples factores, su remedio requiere la orquestación de diversos instrumentos.
Aunque se ha cuestionado el origen de la frase “La definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez, y esperar un resultado diferente”, es incuestionable su relevancia en la búsqueda de un solo enfoque farmacéutico para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer. La cordura vence ahora con el reto que hace el doctor Bredesen del statu quo y que bien podría poner fin al Alzheimer.
Doctor David Perlmutter
Naples, Florida
Enero de 2019
PRIMERA PARTE
Alzheimer:
¿La última
generación?
Capítulo 1
Una nueva clase de vacuna
Saber no es suficiente; debemos aplicar el conocimiento.
La voluntad no es suficiente; debemos actuar.
—Leonardo da Vinci
La enfermedad de Alzheimer debería ser —y será — una enfermedad inusual. ¿Te acuerdas de la poliomielitis? ¿Te acuerdas de la sífilis? ¿De la lepra? Todas fueron un azote en un momento u otro, y la enfermedad de Alzheimer comparte características con todas ellas. ¿Cuántas personas conoces que padecen polio, sífilis o lepra hoy en día? Hubo un tiempo en que la poliomielitis llenaba de miedo los corazones de muchos, incluida mi madre. Fue en la década de 1950. Yo iba en preescolar y la gente, al parecer de la nada, quedaba paralizada rápidamente. Algunos morían, otros vivían con severas discapacidades y proliferaban los pulmones de acero. Mi madre me explicó que un experto propuso que las moscas eran portadoras de polio, por lo que debería intentar evitarlas; ¡algo difícil para un niño que corría en el parque y entre los árboles!