A Joe,
el mejor maestro y aprendiz
de los significados del mundo de la vida.
A todos los buscadores del significado esencial y del sentido.
Agradecimientos
A mis padres, Nancy y Carlos, por su ejemplo, entrega y perenne creatividad, origen de mi inspiración.
A mis hermanos, Isabel, Mariela, Mario, Vidal, Elena y Emmanuel, y sus queridas familias, por tejer nuestros días de gozo, afecto fraterno y proyectos sin fin.
A Teresa, Eulalia y toda mi familia espiritual de la Obra San Juan de Ávila, porque hicieron posible este presente mío y lo marcaron para la eternidad.
Al Dr. José Antonio Jordán y a su esposa María Teresa Castellanos, por su acompañamiento paciente y certero en mis estudios de grado y postgrado, en pos de la fenomenología.
Al Dr. Max van Manen, por su gentil, generosa y siempre pronta orientación en todo tiempo.
Introducción
Hoy más que nunca existen numerosos y variados enfoques, metodologías y métodos de investigación. Sin embargo, pocos son los que nos permiten adentrarnos en la naturaleza ética, pática, prerreflexiva, situacional y conversacional de la experiencia humana. En este sentido, la fenomenología hermenéutica reviste un valor especial para la comprensión de estas dimensiones esenciales de toda experiencia, pues complementa (y, a la vez, dota de sentido) los enfoques de investigación centrados en la obtención y el desarrollo de conocimiento de naturaleza lógico-formal y/o técnica. La contribución de Max van Manen, pedagogo neerlandés radicado en Canadá, es única: ha conseguido hacer de la fenomenología hermenéutica una opción original, única, valiosa, profundamente fundamentada y coherente, de investigación científica. Además, el aporte de van Manen ha supuesto traer a la ciencia “el fuerte mensaje moral…que nos recuerda nuestra humanidad en la vida diaria” (Ehrich, 2003, 65)
La Fenomenología o Fenomenología Hermenéutica de van Manen es práctica y no filosófica (el autor intercambia los nombres de forma indistinta, considerando que en toda o gran parte de la Fenomenología que se ha desarrollado se encuentran componentes de la corriente filosófica Hermenéutica; aunque, siempre distinguiendo que no toda Hermenéutica es Fenomenología, cf. van Manen, 2003, 26). Su enfoque y metodología se llaman fenomenología de la práctica, fenomenología experiencial, fenomenología del mundo de la vida o fenomenología aplicada . En el campo de la investigación educativa, aun cuando existen varios autores asociados al enfoque fenomenológico hermenéutico, el protagonismo y el liderazgo de van Manen es claro (Barnacle, 2004).
Una mirada retrospectiva a los inicios de la Fenomenología de van Manen nos conduce a uno de los movimientos filosóficos “con más influencia del siglo XX, al que se adscriben algunos de los filósofos más representativos de este siglo y que además ha generado algunas de las corrientes de pensamiento más recientes” (San Martín, 1994, p. 17). Su iniciador y principal representante es Edmund Husserl (1859-1938). Debido a la gran variedad y fecundidad de los desarrollos que se han ido dando desde sus inicios, Spiegelberg (1994) describe la fenomenología como movimiento, y usa la metáfora de un “río” que integra varias corrientes paralelas que se relacionan pero que no son homogéneas. Estas “corrientes” tienen un punto de partida común, pero han tenido y tienen un destino diferente. En efecto, todas las variaciones y aportes de la fenomenología se originan de un modo u otro en el trabajo de Husserl y alcanzan destinos diferentes a partir de este impulso fundador.
Los pensadores posteriores encontraron en la fenomenología una fuente para el desarrollo de enfoques de investigación empírica. Entre los más significativos cabe señalar la “Escuela de Utrecht” o “Escuela Belga” (van Manen, 2014, 195). En este grupo sobresalió el pedagogo Martinus J. Langeveld (1905-1989) quien asumió también el compromiso de dedicarse a una “ciencia del mundo de la vida (van Manen, 1978/79, 50) desde su investigación pedagógica. Langeveld adoptó la tarea de “afanarse por extender y profundizar el campo del mundo del sentido común de la experiencia cotidiana —pensamiento, sentimiento y comportamiento: el mundo de la vida (Lebenswelt) de Husserl” (Ibíd.).
Van Manen ha reconocido la gran influencia de Langeveld en su pensamiento y en su trabajo, y sobre todo en el desarrollo de una fenomenología que hace del mundo de la vida su punto de partida y de llegada. Por esta vía, lo que pretende es aprehender el mundo “tal como lo experimentamos inmediatamente de un modo prerreflexivo, y no tal como lo conceptualizamos o categorizamos, ni como reflexionamos sobre él” (2003, 27). Este mundo de la vida “nos es dado ‘a’ nosotros y está constituido activamente ‘por’ nosotros” (Ibíd., 10).
El interés de van Manen se ha centrado en la práctica y en la aplicación del método en las ciencias sociales y otras que tienen como contenido las relaciones humanas (educación, psicología clínica, enfermería, medicina, etc.). A nivel mundial, especialmente en contextos anglosajones, la fenomenología hermenéutica como enfoque de investigación cuenta ya con una historia de casi tres décadas. Por el contrario, en el ámbito hispanoamericano es relativamente reciente su estudio y aplicación al campo de las ciencias e investigaciones de base empírica.
Más aún, podría decirse que el crecimiento de la investigación fenomenológico hermenéutica aplicada en el contexto hispanoamericano llama la atención por su lentitud. Esto se debe a varios factores, como se revela en un estudio reciente (Ayala, 2016), y uno de ellos es la falta de una “guía segura” que contribuya a la formación de investigadores y/o a la comprensión y aplicación del método.
Esta labor de guía podrán ejercerla los fenomenólogos prácticos experimentados (cf. Ayala, 2016) que, en diferentes contextos de formación, interactúen con los investigadores. Sin embargo, un texto “guía” puede (aunque sea de una forma indirecta y acompañada de otras estrategias) apoyar estos procesos. Desde la publicación del primer trabajo en lengua española que introducía la fenomenología hermenéutica en el campo de la investigación educativa (Ayala, 2008) hasta el presente, he recibido constantes peticiones (desde numerosos países hispanoamericanos) en torno a una “mayor explicación de cómo investigar”. De ahí surgió la idea de escribir para hacer llegar a los investigadores interesados una ejemplificación del “uso” del método, por decirlo de algún modo.
Escribir un libro sobre “cómo aplicar” la Fenomenología Hermenéutica Aplicada (FHA a partir de aquí) es, en realidad, un contrasentido. La FHA no es un conjunto de procedimientos o un método propiamente dicho, sino una particular visión de la realidad, del conocimiento y de la investigación. Es un modo particular de verse a sí mismo como investigador y un modo distinto de experimentar y afrontar la propia práctica profesional. De hecho, “la fenomenología contrasta con cualquier otro enfoque y método cualitativo que requieren repetición y pueden incluir cálculo, tecnificación y comparación de resultados, tendencias y la indexación de datos” (van Manen, 2014, 29). Se trata de todo lo contrario, puesto que “a medida que se profundiza en la literatura fenomenológica, se torna más claro que el método fenomenológico no puede ser dotado de un libro de normas, un esquema interpretativo, un conjunto de pasos, o un conjunto sistemático de procedimientos” (Ibíd.).
Ningún manual, guía o texto son suficientes o, incluso, relevantes: la adopción de esta perspectiva de investigación requiere una determinada orientación intelectual, afectiva, ética y filosófica por parte del investigador. Esta mentalidad se configura a partir del estudio profundo ciertas nociones y presupuestos básicos de la fenomenología y la hermenéutica. Quien incursione en la FHA debe estar interesado primordialmente en el estudio del significado esencial de los fenómenos, así como en el sentido y la importancia que éstos tienen en el propio contexto de aplicación.