María Heidy Schierse - Liberada

María Heidy Schierse

Liberada

Liberada

María Heidy Schierse

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© María Heidy Schierse, 2018

Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras
Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com

universode letras.com

Primera edición: octubre 2018

ISBN: 9788417569235
ISBN e-book: 9788417570750

Sé que p uedes volar... de eso tengo certeza, lo que no sé es si ya lo has descubi erto o te encuentras en alguna celda… cautiva del pasado, de palabras ajenas o condiciones extrañas.

Te deseo claridad para reconoc erte y LIBERTAD para perseguir t us sueños.

Y hoy te dedico mis palabras por si a caso sirven de imp ulso para declarar tus alas.

Agradecimientos

A Dios… por esta compleja y reflexiva vida, por quererme libre y regalarme su palabra que me agita, despabila y alimenta.

«Despierta, vístete de Poder , viste tu ropa hermosa…Sacúdete el polvo, levántate y siéntate… suelta las ataduras de tu cuello…»

Isaías 52, 1 -2

Introducción

Durante mucho tiempo reflexioné sobre mi rol como mujer. Me encontraba viendo mi vida desde afuera, como una película, en la que no era yo la autora. Intentaba descubrir que me incomodaba tanto. Pensaba en lo difícil que es ser mujer en estas épocas en las que, gracias a nuestras luchas, hemos avanzado; pero aún siguen imponiéndose los antiguos deberes convenidos para el sexo femenino. La naturaleza nos hace portadoras de una gran misión y nosotras sentimos que estamos para mucho más, y lo estamos , pero sumamos tantos deberes a nuestros días que a veces soportamos mucho peso en el alma.

Ser mujer, en estas épocas, demanda un sinfín de obligaciones impuestas por:

• Familia

• Sociedad,

• Mundo laboral,

• Publicidad

Ser mujer es contener un universo complejo en el que otras vidas surgen y se entrelazan buscando apoyo y contención.

Ser mujer suele acarrear tantos mandatos que puede que muchas vivenciemos nuestra existencia como con una carga difícil de sobrellevar.

La palabra libertad siempre me ha fascinado, porque persistentemente he batallado por sentirla, desatando numerosas cadenas y, aun así, persistiendo con esa sensación de esclavitud en cuanto a tiempos, horarios, quehaceres, rutinas, relaciones… pensamientos.

Me preguntaba ¿por qué me sentía así? ¿qué cadenas intentaba romper? ¿hasta qué punto creaba yo mi propia esclavitud?

Creo que sin darnos cuenta luchamos por construir lo que luego representará nuestra mayor cárcel. Nos sentimos amarradas de pies y manos con cadenas pesadas. Son «hermosas» cadenas que hemos buscado. Eslabón tras eslabón las creamos nosotras mismas y nos atamos a una vida que juzgamos como impuesta o autoimpuesta pero no deseada. Desde nuestra posición miramos hacia «afuera» y lejos vemos la luz, vemos la vida simple y liviana que en otros tiempos pudimos llevar. Y así advertimos la paradoja de querer huir de eso que una vez soñamos y que hoy amamos pero que también… nos ahoga.

No se trata de ingratitud, tal vez se trate de haber sufrido una despersonalización. Nuestras necesidades se ocultan tras las necesidades de otros… y dejamos de conocernos, dejamos de ser nuestros propios cómplices y mejores amigas para llegar a ignorar los ojos tristes y sin brillo que vemos en cada espejo.

La introspección y el diálogo permanente con mujeres cercanas me movieron a comprender que no soy la única, y que por muy diferentes que todas seamos de igual manera convivimos con parecidas y pesadas esposas.

Así me decidí a compartir mi experiencia en este proceso de liberación .

Con cada letra de la palabra LIBERTAD escribí uno de los pasos que me ayudaron a salir de la cárcel mental en la que estuve algunos años, y como toda persona que ha sufrido una determinada situación, hoy puedo reconocer ese mismo «dolor» en otros ojos, el dolor de saber que la vida corre y sólo la veo pasar… el dolor de no poseer sueños propios, anhelos, de sentir que debo estar en el lugar que me han puesto, en el lugar en el que he quedado pero nunca en el lugar que a conciencia he deseado. El dolor de haberme perdido en los múltiples caminos por los que sin pensarlo voy caminando… y esa chica libre que una vez fui… hoy se viste, come, habla y respira como cree que debería y no como ella sabía hacerlo. Ella se quedó perdida, olvidada, dormida y solo a mí me corresponde encontrarla, despertarla, darle vida… porque por triste que suene: la realidad es que los hijos, las parejas, los amigos, la vida… todo pasa... y solo nos tendremos a nosotras mismas

Vivimos en sociedad y eso no podremos cambiar, siempre sentiremos presiones de distintos ámbitos que nos llevarán por momentos difíciles, pero los compromisos que asumimos deben ser revisados, comenzando a priorizar a esa mujer que no quiere vivir anestesiada, que desea desplegar sus fuerzas, vestirse de poder y mostrarle al mundo cuan valiosa puede ser cuando se declara ama de su vida y mujer liberada.

«…Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará Libres…»

Juan 8: 32

1) «Lectura»
versus Negación

El primer paso para la libertad es hacer una lectura de nuestras vidas.

Aunque parezca extraño, raras veces tomamos conciencia del camino recorrido, pocas personas analizan las causas y efectos de sus vidas. El tiempo apremia, vivimos sumergidos en la corriente que nos empuja y va llevando por senderos desconocidos y no escogidos a conciencia.

La vida se va dando, como se van dando las relaciones, la llegada de los hijos, los trabajos y la lucha diaria… la vida se sucedió hasta aquí y pocas veces hemos leído lo transcurrido… ya que seguimos corriendo sin saber muy bien a dónde vamos.

Me inquietaba escuchar algunas contestaciones surgidas en conversaciones, ante preguntas sobre decisiones tan importantes que las mujeres toman en sus vidas como, por ejemplo: «¿Por qué te has casado?» «¿Qué te llevo a elegir esa carrera?» «¿Amas a tu pareja», etc. Y la respuesta muchas veces era un «No sé» acompañado de un rostro perplejo propio de quien nunca se había hecho semejantes preguntas. No habían leído sus vidas, no las recorrieron a conciencia.

Como protagonistas de nuestra vida nos corresponde conocer nuestra historia, ponernos los lentes con aumento y mirarla exactamente como fue hasta ahora. Si pretendo cambiar, mejorar, avanzar… me urge conocer qué factores no me lo han permitido.

Leer mi historia es repasarla analizando que actitudes propias me trajeron hasta aquí. Es hacerme cargo reconociendo errores y sanando heridas. Una planta no podrá crecer plena con una roca encima. Asimismo, es el rencor y el resentimiento en nuestras vidas, actúan como un peso que impide el desarrollo personal.

Con la lectura podemos reconocer =volver a conocer. Lograremos tomar conciencia de ese dolor, ese miedo, esa rabia que nos ha llevado a perder. Aquello negativo que nos perjudicó en el pasado hoy nos sirve para asumir un nuevo compromiso con nosotras misma: el compromiso de no aceptar más esos sentimientos y experiencias que nos hagan desperdiciar un solo minuto de libertad.