The Secret Cleaner - El pequeño libro del Cleanfulness: ¡Mindfulness para limpiar tu mente y tu hogar!

The Secret Cleaner es una atareada madre de dos hijos, nacida en Estados Unidos, que ahora reside en la costa occidental de Escocia. Confiesa haber pasado de limpiar solo como medio de desahogo cuando estaba furiosa a ser una entusiasta de la limpieza. Ella fue capaz de cambiar su forma de ver esta tarea y quiere que tú también puedas hacerlo. Esta es una guía de limpieza minimalista y realista, eficiente, sin métodos absurdos y basada en la ciencia.

Hoy en día estamos viviendo una revolución… ¡que tiene que ver con la limpieza! Y yo estoy aquí para explicarte por qué deberías incorporarte y prestar atención.

La limpieza es el nuevo zen.

Tal vez te estés preguntando qué tiene que ver la limpieza con la meditación, pues probablemente ordenar no suela dejarte muy relajado. Sigue leyendo…

Este libro no trata de convertirte en una divinidad doméstica, ni de esclavizarte a la lejía. Su propósito es que encuentres la paz a través de la limpieza.

Todos llevamos vidas muy atareadas, y por eso necesitamos encontrar soluciones que nos ahorren tiempo pero que sean efectivas para llevar al día tareas que, de lo contrario, podrían acumularse y hacernos sentir derrotados.

El mindfulness es una conocida terapia para aliviar el estrés, la ansiedad, la depresión y la apatía. En una época de cambios en mi vida, descubrí que podía usarlo al tiempo que limpiaba —algo a lo que ahora llamo cleanfulness— para mejorar mi humor y mi entorno físico al mismo tiempo. Y quiero compartir este aprendizaje contigo.

En este libro, encontrarás ideas sencillas y de eficacia comprobada que te ayudarán a mantener en orden tu hogar… y tu vida. Nada sofisticado ni que te vaya a llevar mucho tiempo… simplemente unos pequeños pasos que te pondrán en la senda de una vida doméstica más armoniosa.

No hace falta que los pongas en práctica todos. Elige los que mejor se adapten a ti y a tu estilo de vida. Vete hojeando páginas aquí y allá. Si te agobia que se te acumulen tantísimas tareas, abre este libro y empieza por una cualquiera.

Analiza tu estado de ánimo

Lo primero que te voy a pedir es que te preguntes cómo te sientes al limpiar. Y no me refiero a cómo te hace sentir tener la casa limpia —¡nunca he conocido a nadie que vea deprimente vivir en un sitio ordenado y limpio!—, sino a cómo te sientes al tener que limpiar. ¿Te provoca ansiedad, confusión o enfado la interminable lista de tareas? ¿Te agobia el mero hecho de tener que ordenar y limpiar?

Limpiar es algo que nos toca hacer a todos (salvo que contemos con un equipo de asistentes que nos frieguen el baño y nos recojan la ropa del suelo. Si es tu caso, ¡menuda suerte! Pero, entonces, ¿qué haces leyendo este libro?). Y a muchos de nosotros limpiar y ordenar nos parece aburrido e incluso agobiante. Es algo que posponemos cuanto podemos, pero así solo empeoramos las cosas.

Tener que limpiar no debe ser nuestro enemigo. Para cuando hayas acabado este libro, quiero que haya cambiado tu relación con esta tarea, que hayas aprendido a verla como una solución, en lugar de una fuente de estrés y preocupaciones. Sé que ahora te sonará raro, pero confía en mí.

Por sorprendente que parezca, las personas somos capaces de cambiar de idea sobre las cosas. Y algo molesto, como tener que limpiar, puede convertirse en un reto o un descubrimiento simplemente con que adaptemos nuestra forma de verlo.

Si redefinimos nuestra opinión sobre esta tarea, viviremos menos estresados, con mayor confianza… ¡e incluso la disfrutaremos!

Si limpias solo para desahogar la furia…

¿Limpias solo para desahogar la furia?

Hace unos años, advertí un patrón en mi estado de ánimo cuando limpiaba y ordenaba. Siempre estaba enfadada, molesta e irascible. Recorría la casa gritándole a mi marido, Peter, y a nuestros hijos, fustigándolos a todos en un frenesí de emociones negativas a mi paso.

Cuando me sentaba y reflexionaba sobre ello, me acordaba de mi infancia. En aquella época siempre tenía la habitación desordenada, y recuerdo que eso me generaba bastantes problemas. Me pregunto si mi cerebro llevará décadas asociando el hecho de limpiar y ordenar a los sentimientos de enfado, vergüenza y frustración.

Esta relación funcionaba en ambos sentidos: si estaba enfadada, me ponía a limpiar; y si me ponía a limpiar, acababa enfadada. Advertí este patrón de comportamiento, y me di cuenta del círculo en el que estaba metida. Si seguía así, terminarían del mismo modo mis hijos, y más tarde los hijos de ellos, y así hasta el fin de los tiempos.

O también podía parar esta espiral.

Por eso decidí cambiar mi forma de ver la limpieza. Elegí hacerla divertida y disfrutar de ella. Ahora a mis hijos cuidar de su casa les resulta una experiencia positiva, algo que reforzamos a diario. Compartimos las tareas domésticas entre los cuatro miembros de la familia, y esta es otra parte fundamental de nuestra estrategia para mantener un hogar feliz.

Advertir todo esto supuso un punto de inflexión para mí. La próxima vez que estés ordenando o limpiando la casa, párate un momento a analizar tu estado de ánimo:

• ¿Cómo te sientes con respecto a lo que estás haciendo?

• ¿Qué tipo de pensamientos te pasan por la cabeza?

• ¿Cómo se sienten los demás en tu hogar cuando te ocupas de estas tareas?

No estás solo.

Orienta la furia

Pongamos que te has encontrado un desastre. Enfadarte no va a servir de nada. Así que, antes de ponerte a limpiarlo, más vale que aceptes la tarea en cuestión.

Tienes trabajo por delante. De ti depende que esto arruine tu humor y el de quienes te rodean, o que lo afrontes y que puedas seguir tranquilamente con tu día.

Échale un vistazo a la siguiente lista, encuentra el capítulo que más se parezca a cómo te sientes y cómo te gustaría sentirte, e intenta aplicar algunas de las ideas que contiene:

• De agobiado a capaz.

• De frustrado a aliviado.

• De confundido a sereno.

• De desmotivado a motivado.

De agobiado a capaz

Haz una limpieza de alta intensidad

Programa una alarma en el móvil: 15, 30 minutos, lo que sea. Limpia con tanta intensidad como puedas y deja la tarea cuando suene la alarma. Admira el resultado y sigue con tu día. Si dispones de treinta minutos, puedes emplear todo el tiempo en una habitación o utilizar intervalos de diez minutos en tres habitaciones distintas. Te sorprenderás de cuánto puede hacerse en una cantidad de tiempo corta y prefijada.