Dedicado a todas las personas que representan las cualidades más admirables y esperanzadoras de la humanidad.
la persistencia, la sabiduría, la valentía y la vitalidad.
Eres una de ellas. Y si no lo sabías, estás a punto
de descubrirlo.
Prólogo
Eran las 16:45 de un típico domingo de finales del otoño. Había llovido y las hojas marrones se despedían en silencio de los árboles animadas por una ligera brisa que anunciaba la pronta llegada de la nieve. Los últimos rayos del sol de la tarde formaban un baile de destellos de luces y sombras deslizándose suavemente sobre el césped.
De la cuarta planta acristalada de un edificio de oficinas al lado del río salía la luz tenue de unos focos solitarios que indicaban que alguien seguía trabajando. Una chica de veintitrés años estaba sentada delante de una pantalla oscura, mirando al vacío con los ojos tristes. Perdida en sus pensamientos, paralizada por la presión acumulada, no podía apreciar la belleza que se desplegaba en el exterior. Pero lo peor no era eso. Con toda la atención centrada en sus problemas, atrapada por la idea de que le faltaban demasiadas cosas para estar a gusto en su piel, no se daba cuenta del tesoro que albergaba en su interior.
Solo sabía que ya no podía seguir así. Sentía una carga pesada en sus hombros, la responsabilidad de dirigir un equipo de personas que llevaban mucho más tiempo que ella en la empresa, la necesidad de coordinar los planes de producción, la expectativa de lanzar con éxito el producto estrella del año. Cuanto más se llenaba su agenda de reuniones, más vacía se sentía. Cuanto más la alababan como la integrante más joven de su equipo, cuanto más le recordaban que le habían confiado algunos de los proyectos más importantes, menos preparada se sentía para afrontar sus responsabilidades.
Se entusiasmó al aceptar el puesto de jefe de producto en una multinacional nada más acabar la carrera de empresariales. Con unas maletas y unas pocas cajas de libros había llegado a Suiza, con ilusión en los ojos y mariposas en el estómago. Lo había conseguido. Los esfuerzos de estudiar una carrera que no le había gustado habían merecido la pena. Estaba en el camino hacía un gran futuro profesional. Por los menos, eso pensaba durante los primeros meses de su nueva aventura.
Pero pronto había empezado a notar que algo no encajaba. Tener que organizar y dirigir las reuniones diarias de seguimiento, recordar las fechas de entrega, exigir el cumplimiento de encargos, supervisar la realización de nuevos materiales de venta… se le daba relativamente bien, conseguía llevarlo a cabo, pero a costa de un esfuerzo casi sobrehumano. Observaba a sus compañeros, que parecían disfrutar las acaloradas conversaciones sobre la mejor manera de impulsar las ventas, se pasaban horas al teléfono para recoger información de las sucursales territoriales y derrochaban energía renegociando las mejores condiciones con los proveedores.
¿Por qué se sentía tan fuera de lugar? ¿Realmente se merecía el generoso aumento de sueldo que había recibido después de solo seis meses en la compañía? ¿Por qué había perdido la sonrisa que tanto la había caracterizado siempre? Nunca se había sentido tan confusa.
Resulta que yo era esa chica. Resulta que ese domingo en Ginebra, triste, perdida y agotada, tomé una decisión radical que iba a marcar el rumbo de mi vida para siempre. Decidí que no iba a convertirme en la futura ejecutiva de marketing que había venido a ser. Decidí que iba a dejar de luchar contra mi forma de ser. Una decisión que se disfrazaba como la huida de un trabajo que me desgastaba por momentos. Para ser honesta, fue una decisión sin ningún tipo de glamour, tomada desde la pura desesperación. Pero también dejaba entrever el optimismo inquebrantable que se escondía en algún lado de mi interior, por debajo de las capas de expectativas que me había impuesto. Siempre había pensado que la mejor manera para vivir una buena vida era más o menos la siguiente: escucha lo que te dicen, estudia mucho, aprende de los mejores, sé como ellos, busca la excelencia y arregla lo que no te funciona.
Resulta que el precio de vivir sin conocer mis verdaderas fortalezas y sin haber encontrado un propósito auténtico era muy alto.
Desde ese día han pasado más de quince años, y con ellos miles de horas de estudio, una segunda carrera universitaria, un máster e incontables formaciones. Hubo muchos altibajos por el camino. Y digo sin la menor duda que la inversión ha merecido la pena. Poco a poco, con muchas ganas, no menos esfuerzo y varios golpes de suerte he podido descubrir una nueva filosofía de vida que respeta quien soy, me anima a sacar lo mejor que llevo dentro, me da fuerza para superar mis retos y para atreverme a vivir la vida que quiero, a mi manera.
De esta nueva fórmula trata este libro. Entre los desarrollos esperanzadores de la Psicología Positiva y las aportaciones prácticas del Coaching, descubrí un campo lleno de magia y sabiduría que se llama Coaching de Fortalezas. Sus enseñanzas han cambiado mi forma de ver a las personas y están cambiando las vidas de mis clientes y estudiantes, a medida que exploramos juntos todo lo que queda por aprender y descubrir. Si buscas vivir una vida con sentido y bienestar, sigue leyendo.
Me siento agradecida de haber encontrado este camino tan gratificante a nivel personal y profesional, algo que habría sido imposible sin la ayuda valiosa de los muchos profesores, investigadores y autores con los que me encontré a lo largo de los años. Este libro es mi agradecimiento a todos ellos, además de mi aportación, con la que espero llevar las enseñanzas del Coaching de Fortalezas a tu corazón y a tu vida.
Introducción
Hay ciertas cosas en este mundo que siempre parecerán mágicas porque se resisten a nuestros intentos de encontrarles una explicación racional. La alegría de una melodía que nos envuelve y cautiva, la suavidad de la brisa del mar sobre la piel, la calidez de los colores de un día soleado de otoño, la esperanza de las luces de navidad que iluminan una noche fría de invierno y la ternura de los niños dormidos que observamos con un cariño desbordante.
No es una magia a bombo y platillo, sino un encantamiento en silencio, difícil de capturar en palabras. Con la Psicología Positiva y su hijo el Coaching de Fortalezas pasa lo mismo. Su impacto va más allá de los datos generados por los estudios científicos que se hacen en su nombre. Es creativo. Es expansivo. Es imprevisible y al mismo tiempo una fórmula fiable para inducir la curiosidad del descubrimiento de uno mismo, activar la esperanza por un futuro mejor y encontrar la determinación necesaria para avanzar hacía metas deseadas desde hace mucho tiempo.
Este manual es mi intento de trasmitir su encanto y recopilar todas las herramientas necesarias para que tú también puedas experimentar su poder transformador. Te invito a conocer las inmensas posibilidades escondidas en las fortalezas personales. No requiere ni de varitas ni de pociones, pero te pide soltar amarras y dejar volar tu imaginación en este espacio intermedio tan dulce entre lo existente y lo que está por emerger.