Deepak Chopra - Meditación total

Si alguien me preguntara qué debe esperar de la meditación, le respondería: “Nada y todo”. La meditación implica transformación. Afecta cada aspecto de tu bienestar y puede generar cambios positivos en tu cuerpo, cambiar tu perspectiva mental, aumentar tu capacidad de tomar decisiones y eliminar la preocupación y la ansiedad. Las técnicas de meditación son numerosas —pueden llevarte a cientos de direcciones distintas—, pero en su esencia lo que buscan responder es una pregunta no tan obvia: ¿la existencia puede cuidarse a sí misma? Si la repuesta es no, entonces están justificadas todas las dificultades y la frustración que llegan a tu vida cotidiana. Crees que nada ni nadie te cuidarán, excepto tú mismo. Por eso estás bajo tanto estrés.

Sin embargo, si la respuesta es sí, una nueva vida les espera a todos. La idea de que existir —tan sólo ser aquí y ahora— puede brindar plenitud suena objetable, casi ajena. Pero no es extraño para tu cuerpo. Por su propia naturaleza, las células en tu cuerpo operan sin esfuerzo. De igual manera, tus tejidos y órganos son autosustentables sin esfuerzo alguno. Durante una vida promedio, el corazón late 1 000 millones de veces, idea que desconcierta a la mente, sobre todo si piensas en el corazón como una máquina que debe seguir bombeando sangre continuamente sin fallar. Ninguna computadora puede encenderse 1 000 millones de veces y ningún avión puede despegar 1 000 millones de veces sin el riesgo, o incluso la certeza, de una falla mecánica. Pero en la red de la vida, el corazón —por supuesto, si es que está sano— emprende labores con una falta total de dificultad. En promedio, nuestro corazón late entre 60 y 100 veces por minuto. Es fascinante cuando uno se detiene a pensar realmente en ello. Pero entonces considera el corazón de una musaraña, que late 1 000 veces por minuto, o un colibrí, que puede alcanzar hasta 1 250 latidos por minuto. El milagro es que también sus corazones trabajan sin esfuerzo.

El corazón, aunque es extraordinario, para nada es excepcional. En una persona saludable normal, la comunidad de órganos —la piel, el corazón, los pulmones, el hígado, el cerebro— permanece en equilibrio y armonía con gran facilidad. Pero conforme realizamos nuestras actividades cotidianas, rara vez experimentamos armonía sin esfuerzo, ya sea en nuestro interior o entre nosotros y los demás. Nuestras preocupaciones son un síntoma de disonancia, y si surge la depresión, ésta puede debilitar nuestra voluntad de seguir adelante. La noción de que la existencia es suficiente parece absurda. Pero podemos experimentar momentos de ecuanimidad, o incluso un periodo extendido de ecuanimidad, que en su máximo esplendor lleva al cuerpo, la mente y el espíritu a la armonía. Estos interludios sugieren que se puede lograr algo más duradero. Por eso la meditación es un viaje, y no sólo un receso de calma en medio de la rutina cotidiana.

Si podemos vivir sabiendo que la existencia en efecto puede cuidar de sí misma a nivel del individuo, se podrá añadir un elemento radicalmente nuevo a la vida moderna. Podemos vivir en un mundo en el que no haya enemigos internos, como el miedo y la ira, deambulando la mente, más allá de nuestro control. Los recuerdos dolorosos y los sentimientos inaceptables ya no serán empujados a los escondites secretos del inconsciente. Seremos removidos de ese estado de sueño virtual que cae sobre nosotros como monotonía mental e inercia. (Si no crees que vivimos en un estado de sueño virtual, tan sólo mira a tu alrededor los rostros inexpresivos de las personas pegadas a sus celulares o esperando en el aeropuerto). La vida despierta es energética y plenamente consciente; borra las aflicciones que tan a menudo surgen en nuestros hábitos inconscientes.

LA MEDITACIÓN ES ABSOLUTAMENTE ÚNICA

La transformación personal es lo que provee la meditación una vez que te embarcas en el viaje. El primer paso es darse cuenta de que la conciencia de alguna forma siempre está presente. Pensar (en esencia, juzgar) no es la naturaleza verdadera de la mente. La conciencia sí lo es. En el trasfondo de todo lo que haces, el corazón late sin cesar. En el trasfondo de todo lo que piensas, la conciencia también observa sin cesar. Damos por hecho a los dos, pero eso no les quita su misterio y su poder. Una carrera de investigación puede ser dedicada a la cardiología sólo para acercarse unos pasos más a las complejidades contenidas en una sola célula del corazón. (Recientemente se descubrió, para el asombro de todo mundo, que el corazón tiene 12 receptores del sabor como los que usualmente se encuentran en la boca, y estos receptores están sintonizados con mayor intensidad para el sabor amargo. No existe una explicación razonable para ello, pero de todas formas ni siquiera sabemos cómo es que el corazón y el sistema circulatorio se las arreglan para mantener la misma presión sanguínea en los dedos de los pies y nuestra cabeza, a pesar de la fuerza de gravedad.)