E MPEZAR ALLÁ DONDE ESTÉS
Desentrañar la maraña de la ansiedad en conciencia plena es un viaje de descubrimiento de uno mismo. Implica aprender a intimar con la ansiedad y a liberarse de sus ataduras por medio de la consciencia afectuosa y de la práctica de una hábil capacidad de respuesta.
E ste libro ofrece diversas formas de una validez probada, ancestrales y modernas, para hacer justo eso. Es en parte un mapa de carreteras, en parte una caja de herramientas y en parte una inspiración para el viaje. No es un sustituto del viaje propiamente dicho, que solo tú puedes hacer. Tal viaje interior difiere de un viaje externo en un aspecto crucial: la senda y el destino no se encuentran separados. Los medios del viaje y la meta se funden en una armonía dinámica. Abandonamos nuestros motivados intentos de alcanzar unos objetivos y empezamos allá donde nos encontremos. Cada paso es el logro. Trabajar en conciencia plena con la ansiedad implica entrar en sintonía con la inmediatez de la vida: aquello que puede ser tan obvio que lo pasamos por alto. Los materiales que utilizamos son los datos en bruto a partir de los cuales hallamos sentido a nuestro mundo y lo comprendemos: pensamientos, sentimientos, estímulos sensoriales...; todo, en definitiva, a lo que llamamos «realidad».
La naturaleza de la ansiedad
Como terapeuta que trabaja de manera habitual con personas que sufren de ansiedad, me he familiarizado con sus rasgos característicos: su presencia premonitoria en la vida de una persona, sus efectos desestabilizadores y debilitantes, su modo tan etéreo de ocupar una mente cuyos pensamientos, por el contrario, parecen bolas de demolición. La ansiedad se presenta de muchas maneras, pero lo que me suele llamar la atención es su capacidad para atrapar, esa manera que tiene de poner a la gente «a la defensiva» y dejarla desorientada y llena de dudas. La ansiedad nos roba nuestra espontaneidad natural y nuestras oportunidades de prosperar en el mundo.
También conozco la ansiedad por experiencia personal: su opresión visceral y su temblorosa energía, el pensamiento de dientes de sierra y el comportamiento vacilante en el que caigo, esa endemoniada claustrofobia que surge de verse asfixiado por el futuro. A causa de su desconcertante impacto, la ansiedad me parece un estado difícil de concretar. En su momento, puede parecer tan «irreal» que luego resulta complicado recordarlo de un modo claro, como si hubiera sucedido en otra vida o a otra persona. Puede, por tanto, convertirse en un estado sobre el que resulte muy difícil ser inquisitivo, pero cuando lo consigo y alcanzo ese estado de curiosidad sobre ello, considero que es un tiempo y una energía bien empleados.
La curiosidad es un ingrediente esencial en una buena práctica de la conciencia plena. Investigar la ansiedad de modo consciente es volverse hacia ella: verla y sentirla de manera íntima. Con una visión clara llega el entendimiento. Ser testigo, con tus propios ojos, de cómo se da a conocer la ansiedad te revela algo de su verdadera naturaleza. Cuando me percato de que las historias que mi mente ansiosa me cuenta sobre el futuro no son más que eso —cuentos—, entonces pierden la influencia que ejercían sobre mí. Si mis pensamientos ansiosos tuvieran alguna validez, hace mucho tiempo que habría acabado muerto o en la miseria. ¡Qué gratificante es liberarse de las fabulaciones de una mente que vive en el engaño!
La dosis de realidad de la conciencia plena
No cabe duda de que mostrar un interés cordial en la ansiedad va en contra de la propia intuición, ya que suele ser algo que tratamos de evitar. Esta es la dosis de realidad de la conciencia plena que nos invita a reconocer el hecho de la ansiedad —su lugar natural en el orden de la experiencia humana— y a ser testigos de cómo el impulso de evitarla no solo no es realista, sino que también puede empeorar las cosas al alimentar una serie de tendencias profundamente arraigadas que mantienen la angustia subjetiva. La práctica de la conciencia plena implica un «conocimiento» franco y directo de la ansiedad, no para librarse de ella o cambiarla siquiera, sino para abrazarla y dejarla estar. Cuando aprendemos a dejar estar las cosas, aprendemos a dejarlas ir.
Aprende a desligarte de la ansiedad —a dejarla ir de verdad— y el problema se acaba. Lo que antes era un incesante cáncer en nuestra vida se transforma en arrebatos vacíos de sensaciones y en descabellados desfiles de exageraciones mentales que se disuelven en el espacio. Esto es posible por medio de la práctica de la conciencia plena: la clara, abierta y ecuánime consciencia de todo lo que está pasando tal y como está sucediendo. Bajo los focos constantes y no discriminatorios de la atención consciente, la ansiedad queda expuesta tal cual es. Sus falsas apariencias de permanencia y substancialidad saltan por los aires. Centellea y se apaga como una bengala. Una nueva relación con ella se vuelve posible, donde la aceptación sustituye a la resistencia y la angustia se convierte en relajación.