Cura para la
vida común
Encuentre SU lugar
MAX LUCADO
Caribe-Betania Editores es un sello de Editorial Caribe, Inc.
© 2005 Editorial Caribe, Inc.
Una subsidiaria de Thomas Nelson, Inc.
Nashville,TN, E.U.A.
www.caribebetania.com
Título en inglés: Cure for the Common Life
© 2005 por Max Lucado
Publicado por W Publishing Group, a Division of Thomas Nelson, Inc.
Traducción: Rolando Cartaya
Diseño interior: Grupo Nivel Uno, Inc.
ISBN 0-88113-902-5
Reservados todos los derechos.
Prohibida la reproducción total o parcial
de esta obra sin la debida autorización por
escrito de los editores.
Impreso en E.U.A.
Printed in the U.S.A.
Dedicatoria
Denalyn y yo dedicamos con gozo este libro
a Doug Kostowski.
Amigo y mentor.
En parte a Merlín, pero más a Arturo.
Por los tres años en que nosotros
y la luna de Miami contemplamos
esos reflejos de Camelot.
Por esos momentos majestuosos,
te damos las gracias.
Esta es la Palabra de Dios sobre el tema: «Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis».
Jeremías 29.10–11
CONTENIDO
Sección primera
Ponga en acción su singularidad
Sección segunda
Para hacer de Dios lo primero
Sección tercera
Cada día de su vida
Cuando andaba perdido, ellos tenían respuestas; cuando me obstinaba, tenían paciencia; si me atascaba en desfiladeros sin salida, traían un helicóptero y me sacaban. ¿Qué sería de mí sin esta red de apoyo?
Art Miller y los muchachos de People Management, Inc.Tan desinteresados con sus conocimientos y generosos con su tiempo. Gracias a ustedes, decenas de miles de nosotros conocemos mejor nuestros propósitos y a nuestro Creador. Gracias, queridos amigos.
Rick Wellock. Un agradecimiento especial por sus esfuerzos para ayudarme a reorientarme.
Scott y Ann Hanson. Si nuestra corta colaboración sólo hubiera existido para este descubrimiento, habría valido la pena. Que Dios les bendiga y fortalezca siempre.
Karen Hill y Liz Heaney. Deben crear su propia línea de monederos: seguro que ustedes sabrán hacerlos con estas orejas de cerdo que les he dado. Ustedes son los mejores.
Laura Kendall y Carol Bartley. Llegan en silencio marchandro detrás de los carpinteros, estabilizando el marco con martillos de gramática y cintas métricas para los errores. ¡Ustedes me asombran!
Steve y Cheryl Green. Dios hizo el cielo infinito para que yo tuviera tiempo suficiente de dar gracias por su amistad leal y equilibrada.
Susan Perry y Jennifer McKinney. Dos ángeles de visita en la tierra que mantienen funcionando nuestra oficina.
Greg y Susan Ligon. Gracias por su visión y su supervisión de todo lo que tiene que ver con Max Lucado.
Al personal de UpWords: Tina Chisholm, Becky Bryant, y Margaret Mechinu. El mejor trío del planeta. Gracias por todo lo que hacen.
A los equipos de W y Thomas Nelson. Si los editores tuvieran un campeonato, ustedes formarían una dinastía de campeones. Gracias por permitirme vestir con elegancia.
A los ancianos, el personal y la familia de la iglesia de Oak Hills. En un día caluroso de verano un álamo es sombra. Que muchos puedan hallar descanso al abrigo de ustedes. Yo lo encontré.
Mis hijas: Jenna, Andrea y Sara. Ustedes siempre han sido más atractivas que papá. Ahora son también más inteligentes. Y él no podría sentirse más orgulloso.
Mi esposa: Denalyn. Dios le envió el maná a Moisés, el fuego a Elías, un ángel a Pedro, y Denalyn a Max. Quienes dudan de los milagros no tienen más que mirar mi álbum de bodas.
Y a Dios, mi Diseñador. Te doy gracias por escribir tu historia en mi vida a pesar de mis rebeldías por escribir la mía.
SU LUGAR.
(¡USTED TIENE UNO!)
Pero a cada uno le es dada la manifestación
del Espíritu para provecho.
1 Corintios 12.7
«Punto óptimo». Los jugadores de golf entienden el término. También los tenistas. ¿Bateó alguna vez una pelota de béisbol o le pegó con la raqueta a una de ping-pong? Si lo ha hecho, conoce la agradable sensación del punto óptimo. Conéctese con esos preciosos centímetros de espacio y ¡kapow! Las tecnologías colectivas del universo pondrán en órbita la pelota, dejándole a usted tartamudo y con los ojos abiertos como platos.No sentirá calambres en el brazo ni la pelota se desviará. Su pareja recordará siempre su cumpleaños, la devolución del dinero de sus impuestos llegará temprano, y la azafata le escoltará hacia un asiento en primera clase. La vida en el punto óptimo rueda feliz como una bicicleta cuesta abajo.
Pero para saberlo usted no necesita empuñar un bate de béisbol o un palo de golf. Lo que los ingenieros aportan a los equipos e instrumentos deportivos, Dios se lo ha dado a usted. Una zona, una región, un recinto que fue destinado a habitar cuando le crearon. Él diseñó el contorno de su vida para que llenara un espacio vacío en Su rompecabezas. Y cuando usted encuentra su punto óptimo la vida se hace muy agradable. Pero, ¿cómo encontrarlo? ¿Dónde deberá ir? ¿Qué píldoras mandará a pedir,qué clases tomará, qué comercial verá? Nada de eso. Bastará con que explote...
Su singularidad.
Da Vinci pintó una Mona Lisa. Beethoven compuso una Quinta Sinfonía. Y Dios hizo una versión de usted. Le diseñó especialmente para encomendarle una misión única. Explote como un buscador de oro las singulares pepitas de su vida, esas que son exclusivas de usted.
Cuando yo tenía seis años, mi padre nos construyó una casa. Las revistas de arquitectura no se enteraron, pero mamá, sin duda que sí. Papá la levantó tabla por tabla, día tras día después de terminar su trabajo. Mi juventud no fue una excusa para que me encomendara una tarea. Me ciñó a la cintura un delantal para clavos, me colocó en la mano un imán y me envió a realizar diarias patrullas alrededor del sitio de construcción, durante las cuales debía portar mi imán a sólo centímetros del suelo.
Con una mirada a mis herramientas podía adivinarse mi trabajo. Recolector de clavos perdidos.
Con una mirada a sus herramientas se podría deducir lo mismo. Ladrillo por ladrillo, vida por vida, Dios está creando un reino, una «casa espiritual» (1 Pedro 2.5). Él le ha confiado en el proyecto una tarea clave. Examine sus herramientas y descúbrala. Sus capacidades revelan su destino. «Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo» (1 Pedro 4.11). Cuando Dios nos encomienda una tarea, también nos da la capacidad para realizarla. En consecuencia, estudie sus capacidades para que la tarea le sea revelada.
Fíjese en usted mismo. Su insospechada capacidad para las matemáticas. Su irrefrenable curiosidad por la química. Otros ven de reojo ciertos proyectos y bostezan; pero usted los lee y la boca se le hace agua. «Fui creado para hacer esto», se dice.
Siga esa música interior. Nadie la escucha como usted la escucha. Nadie más la oye como usted la oye.
En este mismo momento en otra sección del edificio de la iglesia donde estoy escribiendo, hay niños explorando sus herramientas. Las aulas de preescolar pueden sonarle a usted o a mí como una cacofonía. Pero en ellas, Dios escucha una sinfonía.
Un chico de cinco años está sentado ante una mesa sobre la cual hay creyones desparramados. Apenas habla. Sus condiscípulos terminaron hace un rato de colorear sus páginas, pero él aún está ensimismado en la suya. Los colores le compulsan. Le maravilla la paleta de verdes, azules y púrpuras. Con su obra maestra en las manos, irá corriendo donde mamá y papá, ansioso por mostrarles su Picasso de jardín de infantes.
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