Cada Día
MERECE UNA
Oportunidad
MAX LUCADO
Cada Día
MERECE UNA
Oportunidad
Copyright © 2007 por Grupo Nelson
Una división de Thomas Nelson, Inc.
Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América
www.gruponelson.com
Título en inglés: Every Day Deserves a Chance
Copyright © 2007 por Max Lucado
Publicado por Thomas Nelson, Inc.
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá
ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o
transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos,
fotocopias, grabación u otro— excepto por citas breves en revistas
impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.
A menos que se especifique lo contrario, las citas bíblicas usadas
son de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960
© 1960 Sociedades Bíblicas Unidas en América Latina.
Usadas con permiso.
Diseño de la portada: Tobias’ Outerwear for Books | www.tobiasdesign.com
Diseño del interior: Susan Browne Design
Traducción: John Bernal
Adaptación del diseño al español: Grupo Nivel Uno, Inc.
ISBN-10: 1-60255-026-3
ISBN-13: 978-1-60255-026-1
Impreso en Estados Unidos de América
Dedicado a Vic y Kay King,
cuyo amor por los más pequeños me recuerda al de Cristo.
Contenido
Sección I
Satura tu día en Su gracia
Sección II
Encomienda tu día a Su cuidado .
Sección III
Acepta Su dirección.
Aquí están algunos amigos que merecen un buen día de descanso después de haber guiado este libro…
Liz Heaney y Karen Hill son a los editores lo que Rolex es a los relojes —ustedes hacen que todo encaje.
Steve y Cheryl Green —ustedes marcan la norma de excelencia en amistad.
Byron Williamson y Joey Paul —gracias por no creer que esta idea era chiflada.
Rob Birkhead —¡quécreatividad!
Jared Stephens —fuiste más allá de lo que se requería.
Carol Bartley —¡Ci no fuera por ti, todas mis horaciones ze berían hasí!
El equipo UpWords —¡no hay ninguno mejor!
Jenna, Andrea, y Sara —ustedes siempre mantienen mi corazón alegre.
Y Denalyn, mi esposa —¡tú haces que el día más sombrío explote de gozo!
CAPÍTULO 1
Cadadía merece una oportunidad
Arena mullida para los pies, brisa fresca en la piel. Un delantal del Pacífico azul turquí precede a un azul más profundo. Las olas se ondulan y estrellan. Los pájaros modulan y trinan. Hay islas dormidas en el horizonte. Las palmeras se mecen en el aire.
Gocé cada instante de aquella mañana mientras escribía este libro. Qué manera más fácil de darle una oportunidad al día, medité, que empezarlo aquí mismo. Me recliné en la silla playera, entrecrucé mis dedos detrás de mi cabeza y cerré mis ojos.
Fue en ese momento que un pájaro eligió mi pecho para su práctica de tiro al blanco. Sin advertencia. Sin sirenas. Sin aviso. Una descarga silenciosa, nada más.
Levanté la mirada justo a tiempo para ver una gaviota que chocaba sus cinco plumas con sus amigotes en la rama. Qué asco. Me eché agua en la camisa tres veces y me pasé a una silla alejada de los árboles. Hice todo lo que pude para recobrar la magia de la mañana, pero no pude alejar mi mente de la incursión aérea.
Debió ser fácil. Las olas seguían rodando. Las nubes seguían flotando. El océano seguía azulado y la arena seguía blanca. Las islas continuaban su ensueño y el viento mantenía su murmullo. Pero yo no podía dejar de pensar en la granada de la gaviota.
Pájaro estúpido.
Los pájaros siempre encuentran la manera de arruinar las cosas, ¿no es así? Cuenta con ello: Algún pajarito se las arreglará para dejar caer su descarga silenciosa sobre cada día.
El tráfico se congestionará.
Los aeropuertos se cerrarán.
Los amigos olvidarán.
Los cónyuges se quejarán.
Tampoco hay que olvidar todas las largas filas que nos toca hacer. Las fechas límite que nos toca cumplir. Los cabellos que se convierten en canas y los que se caen para no volver a salir. Las palabras groseras y los piropos inapropiados. Las metas de rendimiento y productividad que parecen sacadas de un cuento de hadas. Las aerolíneas que pierden nuestro equipaje. Las arrugas que no se pueden disimular.
¿Y qué decir de aquellos días con sombras dobles? ¿Los días cuando alguna crisis consume entre llamas la esperanza como si fuera el zeppelín Hindenberg? Todos los días que no puedes salir de tu lecho de enfermo o tu silla de ruedas. Todos los días que te despiertas y acuestas en la misma celda o zona de guerra. Cuando la tierra del cementerio todavía no se ha asentado, cuando tienes la notificación de despido en tu bolsillo, cuando el otro lado de la cama sigue vacío… ¿quién tiene un buen día en esos días?
La mayoría no lo tienen, pero… ¿por qué no intentarlo? Esos días también representan una oportunidad. Una sazón. Un experimento. Una audición. Un tiro de larga distancia. ¿Acaso cada día no merece una oportunidad para ser un buen día?
Al fin de cuentas, «Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él» (Salmos 118.24). La primera palabra en el versículo nos deja desconcertados. ¿Este es el día que hizo el Se-ñor? Tal vez los días festivos sean los días que el Señor ha hecho. Los días de bodas son los que el Señor ha hecho. Los domingos de Pascua, los sábados de súper ofertas, los días de vacaciones, los primeros días de la temporada de cacería, estos son los días que ha hecho el Señor. ¿Pero este día?
«Este es el día» incluye todos los días. Los días de divorcio, los días de exámenes finales, los días de cirugía, los días de pagar impuestos. Los días de mandar a la universidad a tu hija mayor.
Ese último le succionó todo el almidón a mi camisa. Me tomó por sorpresa. Empacamos las cosas de Jenna, las embutimos en su carro y dejamos atrás nuestra vida como la habíamos conocido en los últimos dieciocho años. Se cerró un capítulo. Un plato menos en la mesa, una voz que ya no se oyó en la casa, una hija que ya no durmió bajo nuestro techo. Ese día fue necesario y fue planeado. Pero me devastó.
Quedé vuelto añicos. Salí de la estación de gasolina con la manguera todavía en mi tanque y la arranqué de la bomba. También me perdí en el pueblito universitario que tenía un solo semáforo. Dimos vueltas; hice pucheros. Desempacamos; se me hizo un nudo en la garganta. Arreglamos su cuarto; hice planes maquiavélicos para secuestrar a mi propia hija y llevarla a su casa. Me sentía como una llanta desinflada. Luego vi el versículo. Algún ángel lo había pegado en la cartelera del dormitorio universitario.
Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él.
Me detuve a mirarlo y dejé que las palabras se posaran. Dios hizo este día, ordenó esta hora difícil, diseñó los detalles de este momento desgarrador. Él no está de vacaciones. Todavía tiene la batuta, está sentado en la cabina y ocupa el único trono del universo. Cada día sale directamente del taller de diseño de Dios. Incluido este.
Entonces, decidí darle una oportunidad al día, cambiar mi perspectiva e imitar la resolución del salmista: «Me gozaré y alegraré en él»,,
Ojo, aquí hay otra palabrita que quisiéramos editar: en. ¿Tal vez podríamos cambiarla por después de? Con mucho gusto soportaremos este día y mañana será motivo de celebración. Me gozaré cuando este día se acabe.
¿Qué significa regocijarnos en él? Es la invitación de Dios que Pablo aceptó al regocijarse en sus prisiones, David al escribir salmos en el desierto, Jonás al orar en el vientre del pez, Pablo y Silas al cantar
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