La cultura de la caricia: el grooming
«Nada en Biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución».
THEODOSIUS DOBZHANSKY 1972
Chimpancés y numerosos primates realizan de forma constante una bien conocida actividad entre ellos que consiste en limpiarse mutuamente la piel para extraerse parásitos, partículas de polvo o suciedad, secreciones… Esta práctica cumple una función higiénica, pero sobre todo intensifica la relación entre estos animales. Biológicamente, se conoce esta actividad con el término inglés de grooming, que en realidad corresponde a un concepto algo más extenso. En los humanos se refiere también a la «autolimpieza y el cuidado de la piel».
En realidad, el grooming se observa en la mayor parte de mamíferos, incluyendo roedores. La rata madre realiza esta actividad con la recién nacida de forma persistente en las primeras horas de vida, lo que parece que es esencial para su supervivencia. Entre los primates, el grooming adquiere una clara demostración de contacto táctil intenso toda su vida. Cuando ha sido estudiado con precisión, se ha podido observar que el tiempo que dedican la mayor parte de primates (homínidos como los chimpancés, bonobos o gorilas…, y también otros primates más primitivos como geladas y otros con cola) es muy superior en general al necesario para las funciones puramente higiénicas: empieza como necesidad de higiene y acaba como búsqueda de placer.
Todos nosotros hemos observado en el zoológico a estos animales, intensa y fijamente dedicados a explorar y limpiar la piel de uno de sus hijos o compañeros de jaula con un extraordinario interés y cuidado, en tanto que el receptor del grooming se muestra paciente, relajado y con evidente complacencia. El homínido que rechaza el contacto físico es que sufre algún tipo de perturbación. La piel del humano y del mamífero, en general, es un órgano social extremadamente complejo que sirve tanto para protegernos del mundo exterior como para conectar con él.
Ninguna otra parte de nosotros está en contacto con algo ajeno a nuestro cuerpo. La información que le llega al animal a través de su piel, la que nos llega a nosotros, solo puede ser medianamente entendida en su inmensidad cuando dedicamos nuestra atención a observar y detectar lo que hacemos habitualmente.
Figura 1. Grooming entre bonobos.
El grooming y el harén
Los primates, chimpancés, gorilas y orangutanes libres en su medio suelen convivir en grupos de entre cien y trescientos miembros. Parece que esta cifra no es azarosa. Corresponde a los números que baraja una comunidad humana para hacer posible que todos sus integrantes tengan un cierto conocimiento social en profundidad unos de otros. Cuando en una empresa, por ejemplo, la cantidad de empleados sobrepasa esas cifras, se hace imprescindible crear un departamento de personal, que se ocupe de problemas que de otro modo podrían ser fácilmente controlados por el gerente o por el propio director.
Estos primates, en general, se agrupan en unidades familiares que constituyen un harén, con un macho reproductor que es el líder y reúne a cuatro o cinco hembras y sus respectivos hijos. Se añaden otras hembras (hijas, tías, primas, hermanas…) y los machos muy jóvenes, todos ellos protegidos por el macho reproductor. Los machos jóvenes, al crecer, abandonan el harén y se unen a los grupos de solteros que intentan medrar como buenamente pueden.