Isabelle Filliozat
UTILICE EL ESTRÉS
PARA SER FELIZ
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
Traducción de Sonia Saura Martínez.
Diseño gráfico de la cubierta: © YES.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2016
© [2016] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-68325-074-6
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
ÍNDICE
Para Anna, por tu amistad, conexión pura del corazón, sin juicios ni rivalidad.
Para todos mis amigos, como agradecimiento por su confianza y apoyo incondicional, aunque también por sus preguntas, dudas y críticas, que siempre me obligan a profundizar aún más y a precisar mis ideas, a aclarar mis formulaciones.
Esta obra es también la vuestra.
«Nunca se está tan esclavizado
como cuando se esclaviza uno mismo».
Gilbert Cesbron
INTRODUCCIÓN
Nuestra vida cotidiana es tan estresante que a veces olvidamos ser felices, pero ¿qué es la felicidad?
En la actualidad gozamos de una comodidad que a nuestros antepasados les parecería un lujo inaudito. Las máquinas nos han liberado de una gran cantidad de tareas ingratas que ocupaban buena parte del tiempo de nuestros abuelos. A pesar de que tenemos la impresión de que por la noche las calles o los pasillos del metro son poco seguros, en realidad, gozamos de una seguridad que era totalmente impensable hace algunos siglos. La época en que no se salía sin un arma no queda tan lejos.
Por ello, de forma objetiva, nuestra existencia está menos amenazada y es menos dura físicamente que la de nuestros abuelos. Sin embargo, la tensión, la angustia, el miedo y las inhibiciones se encuentran presentes ahora más que nunca. Podemos hablar de estrés por agotamiento, por timidez, por los horarios, por el pánico, por la soledad, por la falta de dinero, por la contaminación, en definitiva, del estrés actual.
Sin una verdadera razón, nos mostramos como personas sin una motivación válida, nerviosas, con insomnio, hipertensas y espasmofílicas. Los laboratorios farmacéuticos, que cada vez nos venden más tranquilizantes, hipotensores y somníferos, se frotan las manos.
¿Se puede ser feliz a pesar de todo este estrés?
Frente a la adversidad, algunas personas se restablecen y otras se desesperan. Al igual que existen aptitudes para la pintura o la música, hay otras que propician la felicidad. ¿Pero pueden aprenderse? La felicidad se basa en una alquimia que debe descodificarse. El nos ofrecerá los primeros secretos.
El estrés, en líneas generales, es el nerviosismo que se produce en los atascos, el compañero de trabajo y sus eternos reproches, las letras que no podemos pagar, las tensiones familiares y las discusiones conyugales, las rupturas y la soledad, los informativos de la televisión, los gritos de los niños que se pelean continuamente..., en definitiva, es el ambiente, son los otros, es la sociedad, todo lo que, de una manera u otra, nos agrede.
Pero ¿qué es el estrés exactamente? ¿Qué relación existe entre el transporte público y la muerte de la abuela, entre el reloj de la oficina y la ruptura amorosa? En el se explorarán las respuestas a estas preguntas mediante la descripción del proceso de estrés, sus etapas y los mecanismos que lo activan.
Se suele hablar de relaciones entre el estrés y las enfermedades, pero ¿de qué se trata exactamente? Lo veremos en el . ¿Qué tipo de estrés nos lleva a padecer una determinada enfermedad?
No se puede hablar del estrés sin mencionar a los adictos al estímulo (), plusmarquistas del riesgo, protagonistas en todos los registros. Uno mismo puede estresarse perfectamente, no es necesario experimentar acontecimientos traumáticos, pero ¿cómo? Pues, por ejemplo, sencillamente organizando el futuro (desde una perspectiva negativa, evidentemente), dándole vueltas a recuerdos del pasado que nos dejaron un sabor amargo, inventándonos la realidad, exagerando e interpretando las cosas presentes a nuestra manera.
Algunas personas se estresan más que otras, ya que no todo el mundo reacciona de la misma manera ante una misma situación. Nuestras reacciones son el reflejo de nuestra personalidad. ¿Qué es la personalidad? ¿Cómo se crea y qué se puede cambiar cuando determinadas actitudes y comportamientos no nos convienen? En el intentaremos relacionar el cableado de las neuronas y las circunstancias personales.
Las pérdidas y las trasformaciones son inevitables. Las crisis marcan nuestras vidas. La vida es un cambio constante. Como veremos en el , en nuestra vida cotidiana nos mostramos más bien conservadores. Nos cuesta dejar atrás el pasado y no sentimos la necesidad de adaptarnos a un mundo que se mueve y se transforma.
Cualquier amenaza de futuro diferente, cualquier fuerza de evolución moviliza a su vez una fuerza que, como mínimo, opone la misma resistencia al cambio. En el describiremos y analizaremos los ardides que utilizamos y de los que abusamos para escapar de la realidad, de nuestras responsabilidades, y para evitar cambiar. La imagen siempre está presente en nuestra sociedad, siempre hay que aparentar. No es necesario estar bien, sino simplemente aparentarlo. ¿Qué intentamos ocultar bajo esta máscara? ¡Esconda esa emoción, que no la pueda ver! La angustia, la fobia, la rabia y la desesperación nos paralizan. En el ámbito de las emociones reina la mayor confusión posible entre la mayoría de nuestros contemporáneos. Algo normal, ya que la moda educativa consistía en obedecer y, en consecuencia, en reprimir cualquier indicio de afecto que molestase a nuestros padres. Emociones primitivas, reflejas, secundarias, aprendidas: necesitamos una aclaración para elegir entre todo lo que nos impulsa y aprovecharemos para hablar del inconsciente, que suele actuar como freno.
¿Y el ? El infierno también es el otro y los otros. ¡Es tan difícil comunicarse y amar! El miedo a los otros, los diálogos de besugos, los juegos de poder, los amores y las rupturas: los otros son los causantes de todas nuestras angustias y, sin embargo, quedarse solo tampoco resulta fácil. ¿Cómo podemos superarlo? ¿Qué pasa con la relación entre el padre y el hijo que ha crecido? Esta relación apenas se ha abordado en la literatura porque todavía está marcada por grandes tabúes, es una fuente de estrés que no por ser desconocida deja de ser menos importante. Se trata de la principal imagen de la relación del amor. La relación entre padres e hijos es la relación por excelencia, la fuente de todas las esperanzas y todos los desamparos. Marca los amores futuros, pero también las relaciones con uno mismo, con los otros y con el mundo. El hijo convertido en adulto suele estar lleno de rencores. ¿Ingratitud o simple alteración de los elementos? Los hijos ya no quieren ver a sus padres. Esta relación, no obstante, es una vía de reconciliación que los padres deben seguir para reanudar una auténtica comunicación con sus hijos convertidos en adultos.
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