E LIMINAR EL ESTRÉS
Brian Weiss
Traducido por Victoria Morera
ADVERTENCIA
La exactitud de la información respecto de la salud física o psíquica vertida en este libro –incluyendo recomendaciones, comentarios, tratamientos, recetas y consejos– es de exclusiva responsabilidad del autor. Los editores no se hacen responsables por los resultados adversos que eventualmente pudiera ocasionar el uso o la interpretación de dicha información.
Título original: Eliminating Stress, Finding Inner Peace
Traducción: Victoria Morera
Fotografías de interior: Josep M. Maya
1.ª edición: septiembre 2004
1.ª reimpresión: julio 2007
Diseño: Josep M. Maya/Estudio Ediciones B
© 2003 by Weiss Family Limited Partnership LLLP
© Ediciones B, S.A., 2007
para el sello Javier Vergara Editor
Bailén, 84 - 08009 Barcelona (España)
www.edicionesb.com
Depósito Legal: B.34654-2012
ISBN EPUB: 978-84-15389-94-1
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Capítulo I
Naturaleza del estrés
E n la actualidad el estrés parece algo inevitable y omnipresente. Miremos donde miremos, encontramos múltiples fuentes potenciales de estrés dispuestas a robarnos la alegría y perjudicar nuestra salud.
La complejidad de la vida moderna ha elevado nuestros niveles generales de estrés y tensión. Internet y los informativos de veinticuatro horas nos permiten tener conocimiento de las tragedias y las catástrofes a los pocos minutos de que hayan ocurrido y sea cual sea el lugar del mundo en el que se hayan producido. Los avances en la tecnología del transporte y la comunicación nos proporcionan mucha más movilidad en nuestro entorno vital y laboral. No obstante, aunque los desplazamientos son cada vez más rápidos, los grupos familiares tienden a disgregarse a medida que las industrias han ido trasladándose. Hoy en día, existe la ilusión de la cercanía geográfica. Sin embargo, nuestros padres y abuelos no están tan cerca de nosotros ni constituyen una ayuda potencial cuando, de hecho, tienen que tomar un avión para visitarnos. En general, hace sólo unas décadas los grupos familiares vivían en la misma ciudad y era posible recurrir a ellos en busca de ayuda y apoyo.
En la actualidad, el número de familias monoparentales es cada vez mayor. Esto constituye una situación estresante que se ve acentuada por la extinción gradual del grupo familiar amplio.
El inquietante término «multitarea» nos observa desde la sobrecarga de actividades a la que nos enfrentamos día a día. La tecnología de la información nunca duerme y se manifiesta a través de los teléfonos móviles, los correos electrónicos, los intercomunicadores, los buscas y demás instrumentos electrónicos de control. No tenemos escapatoria. Ya no hay momentos de inactividad. Nuestros sistemas de mantenimiento se están debilitando y nos sentimos cada vez más abrumados.
Los avances tecnológicos bélicos y las armas de destrucción masiva también han aumentado nuestro grado de inquietud. Los efectos negativos de algunas formas nuevas de tecnología, como los residuos nucleares, el calentamiento global y la contaminación medioambiental tienen, asimismo, un efecto acumulativo y potenciador del estrés. A medida que el mundo se vuelve más y más complejo, también padecemos más estrés. Nuestra evolución espiritual y nuestra capacidad de recuperar un estado de salud normal y equilibrada no han progresado a la misma velocidad que los factores tecnológicos causantes de estrés.
Uno de los efectos de estos cambios es que se ha producido una variación en la naturaleza y el patrón de los factores causantes de estrés. Actualmente estamos expuestos con mucha mayor frecuencia que antes a un estrés crónico o constante. Cuando los factores causantes de estrés son relativamente agudos pero infrecuentes, nuestro cuerpo tiene la oportunidad de eliminar las hormonas del estrés y recuperar sus condiciones normales o neutras. Sin embargo, cuando tales factores son frecuentes y omnipresentes, como ocurre en el mundo actual, nuestro cuerpo no dispone de tiempo para invertir los efectos fisiológicos dañinos. Así pues, continuamente estamos sumergidos en las hormonas del estrés, pagando por ello un elevado precio físico y mental.
Por estas razones, y a fin de conservar la salud en un mundo cada vez más abrumador, resulta de vital importancia aprender a reducir con rapidez los niveles de estrés, tanto en el ámbito físico como en el mental. Las técnicas y el CD incluidos en este libro pueden ayudarle a conseguirlo.
El estrés surge cuando reaccionamos, desde un punto de vista físico y psicológico, al potencial de cambio de nuestro entorno. En esos casos nuestra mente reacciona con inquietud, preocupación o miedo, y nuestro cuerpo segrega hormonas y sustancias químicas relacionadas con el estrés.
El circuito fisiológico del estrés, que existía incluso en los seres humanos primitivos como un mecanismo para asegurar la supervivencia de la especie, ha ido refinándose genéticamente a lo largo de miles de años. Este circuito fue diseñado para situaciones de estrés a corto plazo. Cuando percibimos un peligro, el hipotálamo, situado en nuestro cerebro, segrega CRH (hormona liberadora de corticotropina). Esta hormona estimula la glándula pituitaria para que libere ACTH (adrenocorticotropina), que a su vez hace que las glándulas suprarrenales segreguen tres hormonas adicionales: la epinefrina (adrenalina), la norepinefrina (noradrenalina) y el cortisol (glucocorticoide).
La epinefrina y la norepinefrina aumentan la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, desvían el riego sanguíneo del sistema gastrointestinal a los músculos y aceleran el tiempo de reacción. El cortisol libera glucosa (azúcar) de los depósitos fisiológicos para proporcionar al cuerpo combustible inmediato. El cortisol también previene la inflamación en caso de heridas o lesiones. El circuito completo de liberación de hormonas y sustancias químicas se conoce como el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA).
Una amenaza real o imaginaria activa el eje HPA y nos sitúa en el modo de respuesta activa. En este estado, nos encontramos preparados para luchar o huir, según cuál sea la naturaleza del peligro. Entonces nuestra respiración se acelera, nuestro corazón late a un ritmo más rápido y nuestra mente se activa y se concentra al mismo tiempo. Además, los músculos reciben el suministro sanguíneo y de combustible extra y se preparan para una acción inmediata, aumentando nuestra fortaleza y agilidad físicas.
En el mundo actual el estrés que nos producen las relaciones humanas, los problemas financieros, las noticias, los desplazamientos diarios y el trabajo aumenta o disminuye, pero en raras ocasiones cesa. El eje HPA está siempre activado, aunque en realidad no dispone de un objetivo bien definido. Las sustancias químicas se segregan de forma crónica, aunque con frecuencia no podemos luchar ni huir. Nos sentimos atrapados e impotentes. La activación a largo plazo del eje HPA provoca enfermedades físicas y psicológicas crónicas y dañinas, como las dolencias cardíacas, las úlceras, la obesidad, las adicciones, la depresión y la debilitación del sistema inmunológico, entre muchas otras. Por lo tanto, reducir el estrés no sólo mejora nuestra calidad de vida, sino que literalmente nos salva la vida.
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