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LA QUIROMANCIA:
FÁCIL DE APRENDER
N o necesita ser psíquico, no tiene que prender incienso y velas, no debe usar un turbante, bufandas o toneladas de joyas para ser un buen quiromántico. Este antiguo método de leer las características de la persona y su destino es practicado a diario por miles de personas como usted.
Sin embargo, hasta ahora aprender este arte no ha sido fácil. El primer libro de quiromancia occidental fue escrito por Aristóteles para Alejandro Magno, y muchas de las publicaciones actuales sobre el tema se leen como fueron escritas en el pasado.
Por tal razón, el exitoso autor Richard Webster ha escrito Quiromancia para principiantes. En este volumen se presenta, con un lenguaje sencillo, una guía completa e ilustrada para leer la historia escrita en la palma de la mano de una persona. Desde los significados básicos de las líneas, hasta los detalles más finos, estas claras descripciones le mostrarán secretos reveladores y adivinarán el futuro.
Ya sea que tenga un interés serio o sólo curiosidad, mediante la lectura de Quiromancia para principiantes estará preparado para una experiencia valiosa cuando se acerque a alguien y le diga: “¿Me podría leer la mano?”.
Para mi buen amigo Cari Hervon, dotado psíquico, humorista, filósofo y editor de The Path
INTRODUCCIÓN
L a quiromancia es una de las más antiguas artes esotéricas. Las personas se han fascinado con las manos desde el comienzo de los tiempos. Hay impresiones de palmas en las partes más profundas de las cuevas de Santander, en España, que muestran lo importante que eran las manos para la gente en la Edad de Piedra.
El momento más importante de la evolución humana ocurrió cuando el hombre empezó a tener una postura erguida. Esto significaba que las manos, que hasta entonces habían sido usadas como pies delanteros, ahora podían emplearse para otros propósitos. De hecho, se convirtieron en una extensión de la mente humana. Se ocupó más espacio en el cerebro para las diferentes actividades de nuestras manos que para cualquier otro órgano del cuerpo. Es fascinante ver cómo los bebés recién nacidos interactúan con el mundo usando las manos. Incluso algo tan simple como tocar debe ser aprendido.
El cerebro envía mensajes a las manos, dándoles instrucciones para que desarrollen un número de tareas complejas, muchas de las cuales han tenido que ser aprendidas en principio, pero se vuelven automáticas tan pronto como son dominadas. Escribir con un lapicero es un buen ejemplo de esto. Las manos también envían información al cerebro. Si alguna vez ha tocado algo caliente, sabrá exactamente lo rápido que es transmitida la información al cerebro. En algún momento la gente se dio cuenta de que cada mano era diferente, y de este descubrimiento surgió la quiromancia. El hecho de que no hay dos manos iguales debe haber intrigado a los primitivos. Una explicación de esto puede ser encontrada en la Biblia: “Selló la mano de todo hombre, para que los hombres todos reconozcan su obra” (Job 37:7).
El hombre primitivo también pudo hacer uso práctico de esta información. La impresión del pulgar y las huellas dactilares se utilizaban en lugar de firmas. En China hay numerosos ejemplos de papeles importantes que han sido “firmados” con la impresión del pulgar del emperador.
Hace 2 600 años, Aristóteles escribió un libro sobre quiromancia para Alejandro Magno, y nada en ese libro es cuestionado por un quiromántico moderno. Por consiguiente, los principios básicos de la quiromancia existen desde hace mucho tiempo.
La quiromancia ha tenido una historia muy variada. En algunas épocas ha sido venerada, mientras en otros periodos fue considerada obra del demonio. Desafortunadamente, diferentes supersticiones fueron adicionadas a la quiromancia a lo largo de los años, y éstas hicieron que muchas personas desacreditaran el tema sin evaluarlo a profundidad.
La quiromancia fue tratada por primera vez de manera científica en Francia durante el siglo XIX. Fue Adolphe Desbarrolles quien realizó investigaciones acerca de la quiromancia con la intención de refutarla. Sin embargo, sus estudios lo convencieron de la validez del asunto y finalmente escribió un monumental libro de acerca de este tema.
En la misma época, un oficial retirado del ejército llamado Casimir Stanislas d’Arpentigny, descubrió algo extraordinario. Se había hecho amigo de una pareja que solía hacer fiestas regularmente. Encontró que la mayoría de los invitados en las reuniones organizadas por el esposo tenían manos cortas y embotadas. En cambio, los invitados que iban a las veladas de la esposa tenían manos proporcionadas, delgadas y con dedos largos.
D’Arpentigny empezó a estudiar la quiromancia y desarrolló un sistema de clasificación de manos que es usado por muchos quirománticos actualmente. También escribió un libro sobre el tema.
En 1900, el norteamericano William Benham publicó su monumental libro The Laws of Scientific Handreading. En este trabajo, el autor explica cómo leer las palmas de las manos científicamente. Hasta entonces existía la idea de que se debía ser psíquico para leer la mano. Sin embargo a partir de esta época un mayor número de personas ha seguido los pasos de Benham. Los psicólogos se interesaron en qué tan precisa era la quiromancia para revelar el carácter, y muchos libros se han escrito desde una perspectiva psicológica. El primero de ellos fue publicado en 1848 por el doctor Carl Gustav Carus, quien era el médico personal del rey de Sajonia. En su libro, Die Symbolik der Menschlichen Gestalt und Ueber Grund und Bedeutung der Verschiedenen Formen der Hand, relacionó los dedos de la mano con la mente consciente de la persona, y la palma con la subconsciente.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el Kennedy-Galton Center, adjunto a la Universidad de Londres, ha realizado estudios científicos de las palmas, con el propósito de determinar la predisposición de las personas a ciertas enfermedades. Desde luego, nada puede ser más importante que la salud, y es emocionante que los científicos de nuestros días estén probando lo que los quirománticos han sabido durante miles de años.
Me interesé por primera vez en el tema siendo un niño. Solía visitar regularmente a una vecina que era excelente cocinera. Yo era un ávido lector, y quedé fascinado al descubrir que ella y su esposo tenían una gran biblioteca en la casa. Me sentaba durante horas comiendo los pasteles y el pan que preparaba mi vecina, y observando los libros en todas las paredes.
Un día vi una gran sección de libros de quiromancia. Éstos pertenecían a su esposo, quien era quiromántico. En esa época la lectura de las manos era ilegal en Nueva Zelanda, y él solía hacer su trabajo de manera secreta. Creo que se entretenía al tratar a un niño que mostrara interés en ese tema, y me enseñó algunas bases de la quiromancia. Yo iba a la escuela y examinaba las palmas de los otros estudiantes, pero no tomé el asunto seriamente hasta que llegué a la pubertad y descubrí que era una maravillosa forma de conocer chicas.