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Rosy DAmico - El poder de estar contigo

Aquí puedes leer online Rosy DAmico - El poder de estar contigo texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2016, Editor: Diana México, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Rosy DAmico El poder de estar contigo
  • Libro:
    El poder de estar contigo
  • Autor:
  • Editor:
    Diana México
  • Genre:
  • Año:
    2016
  • Índice:
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El poder de estar contigo: resumen, descripción y anotación

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Cuando estás en situaciones difíciles te sientes perdido, no sabes qué hacer o por dónde empezar. Lo primero que necesitas es reconocer, sin juicios, el lugar que estás ocupando en el mundo. Toma un respiro y haz conciencia de tu relación contigo mismo, con tu familia, y con tu trabajo; date unos minutos para medir cómo está tu energía, cómo se siente tu cuerpo, cómo reacciona tu mente y qué te dicen tus emociones. El poder de estar contigo es el punto de inicio para el reencuentro contigo mismo, para disfrutar tu conexión con lo más preciado que tienes: tu historia y tu vida. Rosy D´Amico, experta en coaching y bienestar te llevará de la mano por los siete pasos para hacer equipo contigo, una técnica novedosa y energética que en tres semanas te ayudará a crear una rutina de armonía, reconocimiento y seguridad en ti mismo.

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ÍNDICE

Prólogo

Mi historia

Agradecimientos

Cómo usar el libro

1 En época de retos

La vida me funcionaba

Los 7 pasos para hacer equipo contigo

2 Lo que nunca te enseñaron

Lo que nunca te enseñaron

Los elementos del universo

Tú ante el universo

¿Qué soy yo?

¿Qué es lo que habita en mí?

Las emociones

Las emociones

El cuerpo

El cuerpo

La mente

La mente

Fórmula ALIADA

El chobi . Tu enemigo o tu aliado

9 La Expresión

La Expresión

Epílogo

Acerca del autor

Créditos

Érase una vez un día que parecía soleado. Alguien caminaba por la vida muy campante, se sentía despreocupado y paseaba cómodamente. El camino le parecía fácil, sin problemas para recorrerlo, cuando de pronto, sin fijarse o tal vez sin darse cuenta, sin estar pendiente por dónde caminaba ¡pum! sintió un tropezón que lo hizo caer. El golpe lo dejó desorientado…

No supo qué pasó. Empezó a sentir sensaciones que antes no había experimentado, que se hacían cada vez más intensas. T odo lo que traía consigo se fue cayendo conforme se desplomaba : esas cosas que dan seguridad a las personas como el bolso, dinero, la pluma, el suéter… Todo lo de él se perdió mientras caía. Su mente desorientada quería encontrar razones de lo que estaba suce diendo; toda su energía se fue en buscar por qué le había pa sado esto a él y encontrar culpables. Sí; todos pagarían por hacer que se derrumbara.

Mientras más caía, más se lastimaba; su estrés creció.

Quería salvarse de lo que estaba pasando; no caer más y que dejara de doler, pues sentía que esto era muy fuerte. Él se agarraba de donde podía, pero le dolía más. Estaba desesperado, sin orientación. Toda su fuerza se iba en sobrevivir, luchando, es forz ándose sin lograr un resultado. ¿Cómo podía ser que le hu biera pasado esto a él? Pedía fervorosamente nunca haberse derrumbado. Se sentía dentro de un hoyo inmenso, donde gritaba, pataleaba… pero entre más se movía, mayor era su dolor.

Luchaba y luchaba pero no lograba nada.

Decepcionado de sí mismo y de su poca fuerza, en algún m om ent o que dejó de moverse se percató de que ya estaba os cu reciendo, así que lo invadió una enorme tristeza. Lloraba y lloraba, lamentándose: “¿Por qué a mí?, ¡no le hago daño a nadie!, ¡esto no es justo!, ¿ahora qué va a pasar?…”, así, la mente lo llevaba con gran miedo y dudas hacia el aniquilamiento.

Cuando llegó la noche, continuaba llorando. Lamentaba lo sucedido. Sus heridas lo aquejaban. Ya estaba oscuro, por lo que su visión se nubló. No quería siquiera moverse, pues sentía que si lo hacía sólo acrecentaría el de por sí ya intenso dolor. Entre más trataba de salir, más se hundía física, mental y emocionalmente. Revisaba y tocaba sus heridas, trataba de ver qué tan profundas y cuántas eran y sin querer se lastimaba más. Trataba de hacer u n esca neo de todo el daño que había en su cuerpo mientras su eno jo crecía. Pensaba: “¿Quién me habrá hecho esto? ¡Alguien me lo hizo!”. Así, creaba historias en su mente que lastimaban y confundían más.

Pasó la noche atormentado por un sinfín de sentimientos: tristeza, furia y, por si fuera poco, laceraba más sus heridas, diciéndose a sí mismo: “¡Cómo es posible que nadie me ayude!”.

Soportó el clima frío de la noche, cosa que no le importaba mucho, pues sus pensamientos y todo él seguían lamentándose po r lo sucedido, creando más dolor y lesiones de las que ya tenía desde antes de caer. Por fin desistió; dejó de luchar… Ya no podía más.

El cansancio llegó y finalmente se rindió.

Comenzaba a clarear cuando despertó. Pudo observar dónde estaba. Lo invadió una sensación agradable junto con la esperanza de poder salir de ahí. No sabía cómo ni de qué forma; era esa corazonada de “sí puedes”, que no se piensa, simplemente se siente.

Así, empezó a enfocarse en los recursos que tenía.

Atravesó el miedo que da cuando haces algo nuevo y, que a pesar de que duele, sabes que lo tienes que hacer; pero con una sensación de paz.

Lo que parecía antes un inmenso hoyo, era una zanja a tan sólo unos pasos de la carretera. Al primer movimiento percibió que las heridas y el dolor seguían ahí, pero con su mente un poco más clara dejó de lado las quejas. Se preguntó: “¿Será que si me pongo en pie pueda pedir ayuda?”. Algo en su interior lo hacía saber que sí. Revisó sus lesiones y aunque el enojo lo invadía por sentirse lastimado, sus heridas parecían tener solución. Observó a su alrededor.

Buscó cosas que le pudieran servir. Vio una rama que le serviría para apoyarse.

Le costó mucho trabajo ponerse en pie, pues todavía estaba cansado y su energía era baja, pero sabía que tenía que ayu darse a sí mismo y hacerlo, porque escuchaba esa voz interior que lo apoyaba. Así, dejó de lado los sentimientos de agotamiento y tristeza y se ocupó en salir. Lo hacía con cuidado, con amor a sí mismo. Sabiendo que debía enfocar su energía en lo que era necesario para él.

Observó, aguzando sus sentidos, lo que tenía. Vio que con s u ropa podía hacer un torniquete; que con un poco de agua que traía en una botella podría refrescar su cara y limpiarse. A lo lejos distinguió a unas personas y entonces pidió ayuda. ¡Ah, qué bien se sentía que alguien lo auxiliara! Mientras esperaba pudo descansar, con la sensación cada vez más fuerte de que esta pesadilla estaba a punto de convertirse en un momento de recuperación.

Muchas de las cosas que traía consigo se habían perdido. Empezó a angustiarse de nuevo, preguntándose: “¿Dónde estarán?”. Para él eran indispensables, pues le daban seguridad. Además, eran sus recuerdos. Entonces sintió una nueva sacudida. Logró conectarse con la primera sensación interna que tuvo, c uando supo que todo iba a estar bien y que lo que era de él, tar de o temprano regresaría.

Al estar de pie comprendió que podía empujarse con sus brazos y salir del hoyo por su propio esfuerzo. Esta vez fue diferente, empezó a entender cómo lo tenía que hacer; con cuidado y paso a paso, protegiéndose para no lastimarse más.

Entendía que tenía que pedir ayuda, porque es bien sabido que compartir el camino con alguien lo hace menos difícil y sentir el apoyo de los demás reconforta. Así que aquellos a quienes pidió auxilio le sostuvieron el brazo, pudo recargarse un momento en ellos para recuperar el aliento y continuar. A su paso encontró seres que lo ayudaron a recoger sus cosas; hubo quienes le enseñaron a hacer un torniquete; otros lo acompañarían y de algunos más recibió las palabras exactas para superar esta situación.

Mientras caminaba se dio cuenta que ahora tenía una intención clara, había creado espacio y encontrado nuevos recursos; como lo importante que es contar con la ayuda de los demás. Empezó a experimentar una sensación ligera de poder.

Agradeció haberse dado la oportunidad de abrirse y aunque habí a partes que aún dolían, comenzaba a estar seguro de su sa nación. De repente, todo tuvo sentido; se sintió más fuerte, consciente de quién era y de lo que era capaz de hacer por él mismo.

Agradecido, entendió —o quizá con el paso del tiempo entendería—que las coincidencias no existen y que todo esto lo ayudó a forjar lo que él estaba destinado a SER a través del poder de estar consigo mismo.

Te platicaré cómo comenzó este libro hecho especialmente para ti. Déjame decirte que cualquiera que sea la situación que estés viviendo, estás en el lugar correcto, a salvo y a punto de resolver lo que tanto has buscado. ¿Me permitirías contarte un poco de mí?, pues así como en la historia anterior, yo caí durante largo tiempo en un hoyo. Sé lo que es estar ahí. La caída no tiene un porqué lógico y estructurado, simplemente es. Lo que hagas tú si caes, es lo que marcará la diferencia en tu vida.

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