Dedico este libro a quienquiera que desee más en esta vida. Da igual dónde estés o qué estés haciendo, puedes hacerlo.
La sabiduría pone las cosas en su lugar. Te da una nueva perspectiva y abre un camino claro a través del pantano de la vida.
C ualquiera que sea tu mierdero, por lo menos una cosa está clara: nadie te mostró nunca cómo lidiar con él.
¿Dónde están la claridad o la paz mental o, diablos, aunque sea una pista de qué hacer cuando te asalta la vida, te da una patada en la boca y te deja tirado en el piso?
¿Cómo se supone que debes gestionar el desastre, aliviar tu ansiedad o despertar las posibilidades latentes de tu vida si, al mismo tiempo, debes combatir la presión diaria de tu situación laboral, de tus relaciones, de tu familia, de tu cuerpo, de tu pasado, de tu futuro y de cualquier otra cosa que quieras añadirle a todo esto, como, oh, no sé, alguna clase de supervirus que ha provocado una pandemia global o algo así?
La verdad es que estamos terriblemente mal equipados para las tormentas y los accidentes que pueden abalanzarse sobre cualquiera de nosotros.
¡No es que queramos andar dando sacudidas en este caos! Nadie ansía estar anclado a un ciclo continuo de relaciones tóxicas o a una sofocante carrera profesional o a los dolorosos recordatorios del amor, el fracaso o el miedo que todos conocemos tan bien. Sólo queremos sacar adelante nuestras vidas, queremos saber cómo vivirlas sin misterios, ni confusiones, ni complicaciones. En resumen, queremos que nos ayuden a mejorar nuestra vida y, sencillamente, no sabemos dónde encontrar esta ayuda o cómo tomar las decisiones adecuadas.
Cuando la vida empieza a andar mal, claro que sería mucho más sencillo si bastara con preguntarle a Alexa, planear tu siguiente paso y deslizarte suavemente hacia el futuro con tu ingenioso manejo de productos de Amazon, listo para lo que venga después. Listas de reproducción: sí; alarma: sí; definición de diccionario: sí; cómo lidiar con los ardientes resentimientos que te han perseguido durante años, o con la procrastinación que te ha impedido cumplir tus sueños, o con la necesidad de tomar sobre la marcha una decisión que te cambiará la vida... ¡diablos, Alexa, ayúdame un poco!
Oye, quizá la solución esté en tu dieta. ¿Te interesa que espolvoree una ración generosa de alguna antigua y tranquilizadora sabiduría sobre tu tostada de aguacate del desayuno para ayudarte a transitar el día?
No... tampoco es eso. Parece que, cuanto más se nos pone a prueba, menos sabios somos. Desafortunadamente, la despensa de la sabiduría está prácticamente vacía cuando estás hambriento de algún nutriente que tenga todas las respuestas para ayudarte a enfrentarte poderosamente a cualquiera que sea la situación que te esté chupando la vida y royendo la boca del estómago.
Al parecer, se espera que vayas improvisando sobre la marcha con la vana esperanza de que llegue un día en que hayas logrado amasar alguna clase de habilidades vitales útiles para gestionar tus problemas y mantenerte firme ante lo que esté por venir. Mientras, prepárate para luchar, baby. Ah, y guárdate tu sufrimiento para ti, que aquí estamos tratando de ser positivos.
Sin embargo, todos hemos pasado días así.
Bueno, a veces semanas.
O meses.
En ocasiones, ha durado tanto que es difícil ver más allá. Los mierderos de la vida pueden volverse tan persistentes que, al final, sólo son eso: la vida. El cielo está gris y así son las cosas. Trae paraguas.
Así que seguimos con nuestra vida. Sin haber aprendido nada.
«¿Sin haber aprendido nada? ¡Pero si SOY más sabio por mis experiencias vitales!».
No exactamente. Si lo piensas, decir: «Nunca volveré a hacer esto» no es verdadera sabiduría, ¿no te parece? Podría decirse que son sólo buenas prácticas vitales. Mi hijo de cinco años ya sabe hacer eso y... bueno, tiene cinco años.
Tampoco es una práctica que pueda aplicarse a todo. Está bien no volver a poner la mano sobre un fogón encendido, pero las implicaciones de no volver a exponerte nunca más al amor, o a las oportunidades, o al riesgo pueden ser devastadoras. Puedes terminar atrapado, ser tu propio carcelero. Una versión de ti mismo atontada, aburrida o profundamente asustada. Ya no eres tan sabio, ¿eh?
Dicho llanamente, tú, como la mayoría de los seres humanos, enfocas de forma totalmente equivocada tanto el adquirir sabiduría como el aplicarla para hacer que marque una diferencia en la esencia de tu vida. Considera la idea de que buscas algo que sumarle a tu vida, alguna clase de entendimiento, de guía o de estrategia que baste activar para deshacer mágicamente cualquiera que sea el mierdero que estés protagonizando.
Dejemos las cosas claras.
La sabiduría no funciona así.
DEFINIR LA SABIDURÍA
Defino la sabiduría como una serie de verdades personales, una colección de perspectivas que se convierten en los cimientos de tu pensamiento y a las que regresas para que te guíen en los momentos turbulentos de tu vida. Estas verdades no sólo te aportan claridad a la hora de tomar decisiones cuando llegas a un cruce de caminos y debes tratar de discernir cuál tomar, sino que también hacen que tus siguientes pasos te resulten tan obvios como respirar.
¿Por qué necesitas sabiduría en tu vida? Bien, en primer lugar, ¡que te estés preguntando esto y te hayas comprado un libro llamado Más sabio que el diablo quizá sea una pista!
Pero, en serio, la sabiduría es algo de lo que todos dependemos de vez en cuando, una perla de conocimiento vital que, o bien adquieres a través de una experiencia vivida, o bien en un libro, un curso o una conversación.
He aquí un ejemplo sencillo de la clase de sabiduría a la que me refiero y de cómo funciona: ¿alguna vez has escuchado la expresión «tienes la vida que estás dispuesto a aguantar»?
Párate un momento a sopesar estas palabras. Mientras dejas que calen, piensa en esta afirmación y compárala con tu propia vida y con cómo estás viviendo actualmente. ¿Qué ves? Llegará el momento en que, cuando apliques esta sabiduría a cómo vives, te veas obligado a evaluar o reevaluar algo.
Hay mucho contenido en estas ocho simples palabras. Te colocan irremediablemente en el centro del escenario, ¿no crees? No es fácil zafarte de la responsabilidad que tienes sobre tu propia vida y sobre cómo te va cuando las tienes enfrente. Evocan una perspectiva que exige que te ocupes tú mismo de tus problemas; que dejes de tolerar tu situación o de procrastinar. Te conectan a una verdad, pero sólo, por supuesto, si estás dispuesto a adoptarlas como propias. Esta sencilla afirmación lidia con cualquier tentación que tengas de culpar o chismear o victimizarte o victimizar a otros. Pruébala si alguna vez te enfrentas a una situación en la que te sientas tentado de culpar a otra persona porque algo salió mal. Te reto a recurrir a esta afirmación. ¿Sabes qué ocurrirá? Que te dirá qué debes hacer.
Y así es como funciona la sabiduría. Es este proceso en que primero entiendes algo, luego lo adoptas como propio y, finalmente, lo aplicas en la vida real. Tenlo en mente mientras transitamos juntos las siguientes páginas. Eres tu propio héroe, pero con la misma facilidad podrías convertirte en alguien que necesita constantemente ser rescatado. Una buena sabiduría pondrá fin a esto. Te devolverá el control de tu vida y de tu futuro. Te permitirá crear la vida que quieres. Nadie puede quitarte eso. ¿No te parece que empodera?
Si la sabiduría proviene de una serie de verdades-guía interiores, ¿cómo determinas cuáles son estas verdades para ti?
Abordemos primero el proceso de pensar. ¿Alguna vez has «ponderado» algo? No me refiero simplemente a un pensamiento pasajero ni a una breve reflexión. ¿Alguna vez te has detenido el tiempo suficiente en una idea o en una pregunta como para verla de nuevas formas y aprender algo por ti mismo? Un