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Copyright © 2015 por Joyce Meyer
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Primera ebook edición: Abril 2015
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ISBN 978-1-4555-3230-8
E3
Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.
Salmo 39:7
En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. (Hebreos 11:6). Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera (vea Hebreos 11:1). En la Palabra de Dios se nos promete que la fe del tamaño de una semilla de mostaza puede mover una montaña (vea Mateo 17:20). Abraham creyó en esperanza de que recibiría la promesa de Dios (ver Romanos 4:18). Algunas personas tratan de tener fe, pero no tienen esperanza. No tienen una expectación positiva de que algo bueno les va a suceder gracias a la gran bondad de Dios. Creo que la esperanza precede a la fe y está conectada con ella. No podemos tener una sin la otra. ¿Cómo podría una persona negativa y sin esperanza caminar y vivir por fe? La persona quizá crea en Dios, pero un hombre o una mujer de fe hacen más que confiar en que Dios está vivo; también creen que Él es bueno, y que es galardonador de los que lo buscan. Esperan y tienen expectación de la bondad de Dios, no porque la merezcan, sino porque Dios promete darla.
He pasado los últimos 38 años de mi vida viajando por el mundo, predicando y enseñando la Palabra de Dios. A lo largo de ese tiempo he conocido muchas personas increíbles; personas como usted. Empresarios, amas de casa, mamás que trabajan, artistas, ministros, empresarios, políticos, voluntarios, mamás solteras, papás solteros. He tenido el privilegio de conocer hombres y mujeres de casi cada manera de vivir.
A algunos les está yendo excelente; al parecer están en la cima del mundo. Otros me han confiado que apenas están pasándola, viviendo día a día, tratando de subsistir. Y muchos otros están tratando con circunstancias tan difíciles que, francamente, se sienten derrotados y abrumados por la vida.
Pero sin importar la persona, y sin importar la situación, he descubierto que hay una cosa que todos necesitan desesperadamente: una cosa que todos nosotros necesitamos desesperadamente: esperanza.
La esperanza es la feliz y confiada anticipación de algo bueno. Es una inspiración poderosa y universal, una marea alta que levanta a todos los barcos. Sin importar que estemos batallando para llegar al puerto, atorados en el muelle o navegando confiadamente en el mar, la esperanza mantiene a flote nuestro espíritu, desafiándonos a creer: ¿Sabes qué? Después de todo es probable que todo salga bien. Es el sentimiento algunas veces inexplicable, pero siempre innegable, de que hoy podría ser un mal día para rendirse. ¡La esperanza es la creencia de que algo bueno está a punto de suceder en cualquier momento!
Por eso es que creo que es necesario un libro sobre la esperanza y que lo ayude a ver las sorprendentes posibilidades de la esperanza. De hecho la Biblia nos dice que es una de las tres cosas que permanece cuando todo lo demás falla (vea 1 Corintios 13:13). Sin importar quién sea usted o la condición en la que se encuentre su vida en este momento, usted no puede funcionar con éxito en la vida sin esperanza. Si las circunstancias son malas, con toda seguridad necesita esperanza, y si son buenas, usted necesita la esperanza de que se mantendrán así. ¡Cuando usted vive en el jardín de la esperanza algo siempre está floreciendo!
Pero tan excelente como es la esperanza, puede ser colocada en el lugar equivocado fácilmente. Si su esperanza está colgada de una persona, es una fuente poco confiable de fuerza. Si su esperanza está colocada en su empleo, su capacidad de hacer dinero o su fondo del retiro, quizá lo decepcione. Si su esperanza descansa en su propia capacidad, se desvanecerá cuando su confianza sea sacudida.
Realmente es muy sencillo: La esperanza es solo tan fuerte como su fuente. Por eso es que el fundamento de nuestra esperanza debe ser Dios y las promesas que se encuentran en su Palabra. Si Dios no es la fuente, la esperanza es solamente una ilusión, un respiro momentáneo. De hecho, la esperanza que lo estoy instando a tener es sumamente distinta de lo que el mundo podría llamar esperanza. La esperanza del creyente está puesta en el inconmovible, todopoderoso, omnisciente y omnipresente único Dios y su Hijo, Jesucristo.
Podría decirlo de esta manera: Sin esperanza en Dios, no hay mucho que pueda hacer, pero con esperanza en Dios, no hay mucho que no pueda hacer.
La lectura y el estudio dedicados de la Palabra nos muestran lo que sucede cuando los hijos de Dios se atrevieron a vivir con esperanza. A lo largo del Antiguo y el Nuevo Testamentos vemos a personas normales—personas con defectos y fracasos como nosotros—vencer probabilidades imposibles porque decidieron tener la esperanza de que Dios tenía algo increíble en el horizonte… pusieron su fe en Él.