La manera en que yo lo veo
Una mirada personal al autismo
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© 2020 Temple Grandin
Portada y diseño interior, John Yacio III Todos los derechos reservados.
Impreso en Estados Unidos de América.
Traducido por Isabel Sanllehi Palet.
Fotos de portada e interiores © Rosalie Winard: Foto de vaca collage en el título del capítulo, biografía del autor y fotos centrales en los títulos de los capítulos 2, 3, 8 y 9.
Título de imagen del Capítulo 4 © Angus Bremner.
No está permitido reproducir este libro sin el permiso por escrito de Future Horizons, Inc, excepto en caso de una cita breve incluida en reseñas.
Este libro no está editado por contenido. Toda opinión es la del autor y no está necesariamente compartida por el editor.
ISBN: 9781949177329
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Prefacio
C onozco a Temple desde hace más de veinticinco años y siempre he admirado su comprensión del autismo, que se basa no solo en sus experiencias personales sino también en su amplio conocimiento de la literatura de investigación. Temple tiene una capacidad asombrosa para atraer al público y a los lectores con sus ideas y explicaciones. Ella es una persona muy directa, y puedo “escuchar” su voz en cada página.
La versión revisada de La manera en que yo lo veo de Temple es una compilación de artículos durante veinte años de la revista norteamericana Autism Asperger’s Digest . Es interesante que su conceptualización perspicaz del autismo durante dos décadas haya sido confirmada por investigaciones independientes y experiencia clínica.
Esta revisión cubre una amplia gama de temas en todo el espectro del autismo, desde conductas autolesivas y dificultades de comunicación en autismo severo hasta problemas relacionados con la universidad y el empleo para aquellos que pueden ser autosuficientes y lograr una carrera exitosa. Temple proporciona consejos sabios sobre cuestiones contemporáneas, como los criterios de diagnóstico cambiantes, la cantidad recomendada de tiempo diario frente a la pantalla y las ventajas de la terapia con animales. Temple también proporciona referencias académicas relevantes y sus recursos recomendados personalmente para cada artículo y capítulo. Al leer este libro, los padres, los que tienen autismo, los profesionales y especialmente los maestros lograrán una mayor apreciación de las cualidades y desafíos asociados con el autismo.
Sé que tomaré citas y metáforas de La manera en que yo lo veo para ilustrar puntos específicos en mi trabajo clínico y presentaciones, y aconsejaré a mis colegas que su experiencia mejorará enormemente al leer las explicaciones y recomendaciones de Temple. También aconsejaré a los clientes que lean su nuevo libro para lograr un mayor grado de autocomprensión al absorber su sabiduría y enfoque positivo para el autismo. Al leer La manera en que yo lo veo , usted también verá el autismo tal como es.
PROFESOR TONY ATTWOOD
Prefacio a la Segunda Edición
por Emily Gerson Saines Productora de la película de
HBO Temple Grandin y madre de un niño con autismo
E l autismo entró en mi vida antes del segundo cumpleaños de mi hijo Dashiell. Nosotros, como muchos padres, les dijimos a nuestros pediatras lo que ahora sabemos que son los signos clásicos del autismo. Nuestro hijo perdió la capacidad de hablar, empezó a dar vueltas sobre sí mismo, a mover los brazos, a tener rabietas y se metió en su propio mundo, al que no estábamos invitados. Durante casi un año, fuimos al pediatra a discutir esos comportamientos, solo para que nos dijera que no teníamos que preocuparnos; simplemente estaba experimentando su terrible duplicidad. No obstante, sus comportamientos fueron a más y fuimos testigos de cómo se convertía en un peligro para sí mismo y para otros. Llamamos al pediatra y le dijimos, “Esto no es sólo una terrible duplicidad. Algo va mal, algo va horriblemente mal”. Insistimos en que nuestro hijo fuera sometido a pruebas, y en unas pocas horas de llegar al hospital, nos dijeron que nuestro hijo estaba diagnosticado de Trastorno Generalizado del Desarrollo (PDD, por sus siglas en inglés). Para muchos de nosotros, darles un diagnóstico de PDD es una forma suave de decir, “Tu hijo, tu hermoso bebé con diez dedos en la mano y en los pies, tiene autismo. Nunca será capaz de leer, hablar o tener un trabajo. Quizá nunca pueda vivir solo, tener amigos, ser bienvenido en una comunidad, casarse o formar su propia familia.”
Los meses siguientes fueron igual de brutales. Una escuela del distrito tenía un programa pre-guardería de intervención temprana. Nos aseguraron que la profesora estaba bien entrenada y que la escuela estaba bien equipada para acogerle. Lo inscribimos, y durante el primer día de escuela, lo perdieron. Físicamente lo perdieron. Durante un examen más detallado, resultó que la profesora “tan bien entrenada”, nunca había enseñado a un niño con autismo. Como padres bien educados, estábamos seguros de que podíamos hacer un trabajo mejor por nosotros mismos. Establecimos un programa basado en el hogar, de uno de los terapeutas del comportamiento más prestigiosos del momento. Desgraciadamente nuestro tiempo se había acabado, ya que el terapeuta estaba en medio de una crisis nerviosa y, como resultado, sus métodos “terapéuticos” se parecían más a un abuso infantil que a una enseñanza. No podíamos sentirnos más perdidos, más solos y más inútiles cuando un día, llego un paquete de mi madre por correo. Se trataba de un libro titulado Thinking in Pictures de Temple Grandin. Al día siguiente llegó un sobre de mi abuela y en él había un artículo del New Yorker escrito por Oliver Sacks acerca de Temple Grandin.
La historia de Temple es fantástica. Es una científica de animales muy dotada, la que tuvo más éxito en los Estados Unidos diseñando unas instalaciones para cuidar el ganado, y era autista. Empezó su vida sin hablar y con una variedad de comportamientos inadecuados. A pesar de su autismo, hoy en día podía leer, escribir, hablar, vive independientemente y puede tener un trabajo (de hecho, tiene muchos), es consultora para un número de 500 empresas Fortune, es la autora más publicada, es una conferenciante (sobre ganado y autismo), es profesora universitaria de Ciencia Animal en la Colorado State University, y quizá lo que es más importante, es una amiga, una buena amiga. Es totalmente leal, siempre disponible y deseando actuar. Hubo un tiempo en que todo esto parecía un sueño, incluso para Temple, pero con el soporte y el aliento de su madre, Eustacia Cutler, y otros mentores en su vida, Temple pasó de ser una persona que no hablaba a los cuatro años, a ser lo que es hoy. Para padres de niños con autismo, Temple Grandin es nuestra heroína. Ha abierto una Ventana hacia la mente de nuestros hijos y un sueño recuperado para un futuro lleno de posibilidades.