PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN
Escribí este libro en Sudáfrica, el año 1996, y viajé a Londres en lo que llamaban «verano del año 1999» para promocionarlo. Recuerdo mi peregrinaje de emisoras de radio a cadenas de televisión, normalmente para encontrarme que habían eliminado mi espacio en el último momento. Cuando conseguía estar en el aire, nadie parecía demasiado interesado en los descubrimientos de un desconocido economista italiano de las postrimerías del siglo XIX . «Ooooh», dijo suavemente una celebridad del momento en uno de los programas, «¿y qué haces aquí si la idea ni siquiera es tuya?». Me gustaría poder decir que, sin inmutarme, mencioné la influencia de san Pablo y de los autores de las sagradas escrituras a la hora de impulsar las ideas de un tal Jesús de Nazaret que, de otro modo, hubiera seguido siendo un completo desconocido. Me gustaría poder decirlo, pero, de hecho, me quedé sin palabras.
Volví a Ciudad del Cabo absolutamente abatido. Y entonces sucedió un pequeño milagro. El editor británico que me había encargado el trabajo, un hombre famoso por su capacidad de ver la botella medio vacía, me envió un fax (¿se acuerda de los faxes?) en el que me explicaba que, a pesar del fiasco promocional, el libro «se vendía muy bien». De hecho, se habían vendido más de 700.000 ejemplares en todo el mundo y se había traducido a 24 idiomas.
Más de un siglo después de que Vilfredo Pareto diera cuenta de la relación perennemente desequilibrada entre las inversiones (en el sentido amplio de la palabra) y los rendimientos, y una década después de la publicación del libro que reinterpretó el principio de Pareto, creo que ya podemos decir que el principio ha superado la prueba del tiempo. Ha recibido muchísimos comentarios, positivos en su mayoría, de lectores y de críticos. En todo el mundo, muchas personas, quizás cientos de miles, han podido aplicar el principio al trabajo, a la carrera profesional y, cada vez más, también a la vida personal.
El principio del 80/20 ofrece dos atractivos prácticamente opuestos. Por un lado, se trata de una observación estadística, de un patrón probado, sólido, cuantitativo y fiable. Atrae a quienes desean conseguir más en la vida, a quienes desean adelantarse a la multitud, a quienes quieren aumentar los rendimientos, o reducir el esfuerzo o los costes en la búsqueda de los rendimientos y aumentar drásticamente la eficiencia, definida como los rendimientos divididos entre la inversión de recursos. Si identificamos los pocos casos en que los resultados son mucho más elevados de lo habitual en relación al esfuerzo, podemos ser mucho más eficientes en cualquier tarea que queramos desempeñar. El principio nos permite mejorar los resultados y, al mismo tiempo, escapar de la tiranía del exceso de trabajo.
Por otro lado, el principio tiene una faceta totalmente distinta, suave, mística, sobrecogedora, casi mágica, en el sentido de que la misma pauta numérica aparece una y otra vez, y no en relación a la eficiencia, sino a todo lo que hace que nuestras vidas valgan la pena. La conciencia de que estamos conectados entre nosotros y con el universo mediante una ley misteriosa, que podemos aprovechar para cambiar nuestras vidas, produce una sensación de asombro y de maravilla.
En retrospectiva, creo que lo que hizo diferente al libro fue que amplió el ámbito de aplicación del principio. Con anterioridad, ya era muy conocido en el mundo empresarial, como método para aumentar la eficiencia. Hasta donde yo sé, nunca antes se había aplicado a la mejora de la calidad y de la profundidad de todas las facetas de la vida. Sólo al mirar atrás he podido darme cuenta de la naturaleza dual del principio, de la curiosa, pero perfecta, tensión entre ambas caras, la dura eficiencia y la suave mejora de la vida. Tal y como explico en el nuevo capítulo del libro, esta tensión representa «el yin y el yang» del principio, la «dialéctica» donde la aplicación a la eficiencia y a la mejora de la vida en su totalidad nos exigen ser claros acerca de las pocas cosas que importan realmente en el trabajo, en las relaciones personales y en todas las actividades que llevamos a cabo.
Por supuesto, no todo el mundo aceptó mi interpretación del principio de Pareto. Me sorprendió la gran controversia que generó el libro. Tenía partidarios apasionados y muchísimas personas tranquilas me escribieron para decirme que el libro había transformado sus vidas por completo, pero también había personas a quienes no les había gustado la ampliación del principio a la faceta más suave de la vida, y así me lo comunicaron con claridad y elocuencia. La oposición me sorprendió mucho, pero luego supe apreciar las voces contrarias. Me hicieron pensar en el principio con mayor profundidad y, tal y como espero demostrar en el último capítulo, alcanzar una mayor comprensión de su naturaleza dual.
¿Q UÉ HAY DE NUEVO EN ESTA EDICIÓN ?
Para empezar, menos es más. He eliminado el último capítulo de la edición original, «El progreso recobrado». Fue un intento francamente fallido de aplicar el principio del 80/20 a la sociedad y a la política. Mientras el resto del libro dio lugar a comentarios positivos y negativos, este capítulo parece haber caído totalmente en saco roto. El único fragmento que he conservado es el de la conclusión, que insta a las personas a actuar.
Lo he sustituido por un capítulo completamente nuevo, «El yin y el yang del principio», que cubre los principales titulares generados durante una década de críticas, conversaciones, cartas y correos electrónicos, y que amplía y categoriza las mejores críticas al principio, antes de dar mi respuesta. Creo que nos conduce a un nuevo nivel de conciencia y de comprensión del poder del principio.
Me queda mostrar mi agradecimiento a todos los que han contribuido al gran debate sobre el 80/20. Espero que dure mucho tiempo y les doy las gracias a todos. Puede que yo haya tocado sus vidas, pero lo cierto es que ustedes han tocado la mía, y les estoy muy agradecido.
R ICHARD K OCH
richardkoch@btinternet.com
Estepona, España, febrero de 2007
EL RAP DEL 80/20
¿Sabía que hay un rap fantástico sobre el principio del 80/20, gentileza del incomparable Wyatt Mo ’Gee Jackson? Si le apetece, puede escucharlo en la página web www.the8020principle.com, dura unos tres minutos, como toda canción pop que se precie. A continuación encontrará la letra (traducida al castellano), con comentarios intercalados en los que resumo el contenido del libro (en cursiva).