A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2018
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
Prólogo
He aquí la opinión de un propietario de pastor belga: «El pastor belga, por la armonía de su estructura y por la extraordinaria sensibilidad de su inteligencia, forma parte de la aristocracia de las razas de perros de pastor», lo cual es totalmente cierto. El estándar precisa: «perro de proporciones armoniosas, inteligente, rústico, acostumbrado a la vida al aire libre, construido para resistir las intemperies estacionales y las variaciones atmosféricas tan frecuentes del clima belga».
¿Qué más se puede añadir?
Aunque cuanto se ha dicho es más que suficiente, se podría precisar que el pastor belga está siempre «en guardia», ya que no pierde nunca de vista a su dueño. Una simple mirada, una mueca, un susurro, un gesto, y el perro nos presta toda su atención. Basta con contemplar sus ojos para darse cuenta de que nos entiende perfectamente. Es un animal fiel a su dueño y valiente, extraordinariamente obediente si la relación que ha establecido con él es firme. Debe tenerse en cuenta que es un perro muy sensible que no soporta la brutalidad.
Como la mayor parte de las razas caninas, el pastor belga necesita «una mano de hierro con guante de seda», si bien en este caso hace falta mucha seda.
El pastor belga es un can robusto de talla mediana (altura: 64 cm +4/–2 para los machos, 60 cm +4/–2 para las hembras).
Sus dos características principales son la elegancia y la potencia: la solidez de su osamenta y la musculatura enjuta, perfectamente combinadas, son las responsables de sus líneas armoniosas.
La principal preocupación de los criadores ha sido siempre buscar el equilibrio de estas dos características, cualidad imprescindible de cualquier perro aspirante a campeón.
Es de señalar que un leve exceso de potencia es más admisible en el macho, mientras que el exceso de elegancia se tolera más fácilmente en la hembra.
En cuanto al trabajo (ring, rastreo, agility), siempre se debe abordar como un juego divertido. No hay nada mejor que ver un pastor belga paseando por el ring.
Recuerdo el campeonato de Île-de-France en Sucy-en-Brie en 1978, en el que participaba Petite Horloge (apodo con el que se conocía al campeón de trabajo Tabou de l’Orchidée Noire), un animal que ejecutaba los ejercicios maravillosamente, «como si tuviera muelles en las patas», y que con toda seguridad muchos aficionados todavía recuerdan con agrado.
En los años sesenta, setenta y ochenta, los criadores contribuyeron en gran medida a la mejora de la raza, cada uno en la medida de sus posibilidades, buscando unos la belleza y otros la capacidad de trabajo. Desde estas líneas quiero aprovechar la ocasión para recordar los nombres de los criaderos que participaron en esta labor: Le Refuge d’Avane, La Fontaine du Buis, Le Petit Pommier, Le Parc de la Hay, Les Gorges de Lures, Le Périgord Vert, La Noue Saint-Éloi, Le Parc d’Émonville, Le Masque de Sable, Le Bois du Tot, Le Chemin des Dames y algunos más, puesto que la relación es muy numerosa.
Actualmente, después de veinte años de trabajar con pastores belgas, sigo estando plenamente convencido de que son los mejores perros que existen.
P ATRICE G AUDIN
Propietario y ex adiestrador de pastores belgas
Introducción
Si alguien me hubiera dicho, cuando empecé mis estudios de fotografía, que un buen día escribiría un libro, a buen seguro me hubiera reído. Sin embargo, al cabo de un tiempo tuve que redactar artículos con los que acompañar mis reportajes y, finalmente, acabé por escribir uno. No es una empresa fácil, y espero que los lectores sabrán perdonarme los errores de principiante, pero es una experiencia apasionante que me ha enseñado muchas cosas y me ha enriquecido en muchos aspectos.
Me satisface presentar un perro que me resulta particularmente simpático: el pastor belga groenendael. Este perro maravilloso despierta un gran entusiasmo entre los criadores y el gran público. Es un animal deportista, trabajador y muy afectuoso, que se adapta perfectamente a la vida de familia por poco que esté bien educado. Esta es la imagen del groenendael que me gustaría transmitir al lector.
Origen e historia
Aunque la reflexión parece muy pertinente y poética, «Dios creó al hombre y, al verlo tan débil, le dio el perro» (Toussenel, L’Esprit des bêtes), hay que reconocer que la verdad es más compleja y oscura...
Orígenes
Existen varias teorías sobre el origen de los perros actuales, pero lo que parece cierto es que derivan del mismo tronco de mamíferos de donde proceden los osos, los mapaches, los gatos, las hienas, las focas. El antepasado de los lobos, chacales, perros y otros cánidos sería el Tomarctus, un predador de patas cortas que vivía hace quince millones de años. A partir de ahí existen dos teorías. La primera considera que todos los perros descienden de un mismo tipo de animal salvaje y las diferenciaciones se habrían producido más tarde. La segunda se basa en el principio según el cual el perro desciende de cuatro ramas primitivas derivadas del Tomarctus:
— el Canis familiaris intermedius, que tendría su origen en el perro de las turberas y en el lobo, y habría dado los perros de tiro y los perros de caza (épagneul, griffon y spitz);
— el Canis familiaris leineri, que sería el antepasado de los lebreles y de los terrier;
— el Canis familiaris inostranzewi, que sería el antepasado de los dogos, los bouvier (o boyeros) y otros molosos;
— el Canis familiaris metris-optimae, que tendría su origen en el lobo indio y sería el ancestro de las razas de perros de pastor.
Según esta teoría, el pastor belga deriva del Canis familiaris metris-optimae que vivía en Asia hacia el 7000 a. de C. El «perro de bronce», cuyos restos fueron hallados junto con otros vestigios de la Edad de Bronce, vivía unos dos mil años a. de C. y era descendiente del Canis familiaris metris-optimae.
Si bien en la Edad Media no había ninguna raza verdaderamente definida, se sabe que a partir de ella existían tipos distintos de perros. Los pastores utilizaban los de tipo lupoide para conducir el ganado por los campos o hacia los mercados o los mataderos. Los cruces, que en su gran mayoría eran producto del azar y de la intuición de la gente del campo, comenzaron a producir perros de pastor de características diferentes en función del lugar. El hombre no tardó en empezar a seleccionar sus perros de pastor de forma más consciente con el fin de obtener un rendimiento mejor en las tareas cotidianas. Estas selecciones se llevaron a cabo siguiendo un criterio funcional, ya que los pastores se quedaban los ejemplares que pudiesen ser buenos conductores de rebaños y prescindían de los otros. De este modo, en el siglo XIX se podía observar en las llanuras belgas perros de distintos tipos de pelo, tanto por el color, la longitud y la textura. Eran perros de talla pequeña, muy dinámicos, rápidos y ligeros, dotados de una resistencia extraordinaria.