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SINOPSIS
Procedente de la estética y filosofía zen japonesa, el wabi sabi consiste en apreciar la belleza de la imperfección, aceptar el valor de lo impermanente y cultivar la simplicidad. Una idea sugerente y poderosa que nos ofrece grandes lecciones vitales para adquirir una nueva perspectiva y cambiar nuestra forma de pensar.
Partiendo de este punto, Tomás Navarro nos invita hacernos conscientes de que la idea de éxito, la perfección y felicidad no es más que una quimera; un ideal tras el que hemos perdido la vida corriendo, ignorando las ocasiones en las que teníamos motivos para sonreír, y nos propone crear una nueva lista de prioridades, que sea propia y que esté libre de presiones internas y externas. Una lista mucho más realista, natural y sencilla en conexión con el mundo y con nuestro ser.
Este es un libro inspirador y necesario, que nos enseñará a lograr una vida quizá imperfecta pero mucho más rica y serena.
TOMÁS NAVARRO
WABI SABI
Aprender a aceptar la imperfección
Dedicado a todas las personas imperfectas y raras, que se sienten diferentes y sufren por ello sin saber que, en realidad, son personas extraordinarias, irrepetibles y maravillosas...
Cuando te sientas raro, cuando te sientas diferente, cuando te sientas solo... piensa que yo, a veces, también me siento así y no olvides que nos tenemos el uno al otro.
Tus anomalías, tus accidentes y tus defectos posiblemente no sean tan malos como crees.
El mundo está repleto de personas tan raras como tú, tan bellas como tú y que viven en silencio y con vergüenza su maravillosa idiosincrasia.
De otro pequeño y raro monstruo...
Quisiera expresar mi gratitud a todas aquellas personas anónimas que han cambiado la vida de un niño, de un joven, de un adulto o de un anciano. Una simple mirada, un gesto amable, una caricia o una sonrisa han sido capaces de iluminar vidas, inspirar nuevos horizontes y dar calma a un corazón afligido. El mundo, sin duda, es mejor gracias a vosotros.
Mi gratitud y admiración también para todas aquellas personas que, sin ningún interés, sin pedir nada a cambio, son capaces de hacer algo por alguien, así, de manera espontánea y desinhibida, solo porque han sentido el impulso de hacerlo. El mundo, sin duda, necesita más personas como vosotros.
Mi agradecimiento infinito para dos personas que reúnen ambas condiciones y a las que puedo poner nombre: Núria y Alícia.
LAS TRES QUIMERAS: PERFECCIÓN, FELICIDAD Y ÉXITO
Hitoshi y Susumo emprendieron el camino ladera arriba por el sendero ya casi imperceptible a causa de la nieve acumulada. Los pasos del anciano Hitoshi eran lentos pero seguros y su mirada atenta analizaba el manto blanco en busca de alguna señal, algún indicio que le mostrara cuál era el mejor lugar en el que posar su pie.
—¿Sabes por qué estamos subiendo esta ladera nevada? —dijo de pronto el anciano, y Susumo, que caminaba detrás de su abuelo lentamente pisando justo encima de la huella que este dejaba para no estropear el bello manto blanco, supo que la pregunta era retórica y que tan solo servía para despertar su curiosidad.
—¿Cuál es tu motivación para subir esta empinada cuesta Susumo? —volvió a preguntar su abuelo.
Susumo disfrutaba de las largas charlas que solían tener con su abuelo mientas caminaban por la naturaleza. Solían empezar con algunas preguntas que los invitaban a reflexionar, así que aceleró un poco el paso para ponerse a su lado, y poder escucharlo mejor. Recibir un buen consejo merecía alterar un poco aquel manto blanco y, después de todo, ir dejando a su paso dos rastros de huellas en paralelo también era un bello testimonio de lo que estaba sucediendo. El tiempo lo borra todo, pero, por un instante, la nieve sería testigo de la relación de amor y de sabiduría que unía a Hitoshi y a Susumo.
—Necesitamos una motivación para poder vivir. La motivación es la energía que nace en el pecho y que pone en marcha todo nuestro ser, la voluntad que nos permite perseverar a pesar de estar cansados, el guía que nos indica en qué dirección tenemos que caminar —empezó a decir el anciano.
»Susumo, a lo largo de tu vida te encontrarás cara a cara con diferentes motivaciones. Alguna de ellas las habrás elegido tú, otras no. Algunas despertarán lo mejor de ti, otras lo peor. Y, lo que es aún más importante, algunas de ellas serán válidas y otras no, porque lo que hoy te mueve, mañana puede dejar de hacerlo. Lo bueno es que de la misma manera, cualquier día pueden aparecer motivaciones nuevas que te permitirán llegar a otros destinos, destinos que jamás imaginaste.
»La gente joven como tú suele perseguir tres objetivos en la vida sin saber que, en realidad, no son más que quimeras, ilusiones, espejismos generados por nuestra ambición. ¡Todos queremos ser felices, tener éxito y poder disfrutar de una vida perfecta!
»La primera de las quimeras es creer que tendremos una vida perfecta. Queremos que nuestro trabajo sea perfecto, que nuestro jefe sea perfecto, que nuestra pareja sea perfecta, que nuestras relaciones sociales sean perfectas; en definitiva, que nuestra vida sea la muestra más clara de perfección absoluta.
»Pero, en la búsqueda de esta perfección anhelada, nos olvidamos de que la vida si es algo es que es imperfecta. Convivimos con enfermedades, desengaños y estafas. Vivimos sueños que no se cumplen, castillos construidos en el aire que se desmoronan, pasamos por despidos, sufrimos decepciones y vivimos finales. La vida, Susumo, es como es, no como nosotros queremos que sea.
»Esa búsqueda del éxito y de la perfección es el origen de dos de los grandes pesos que cargamos sobre nuestros hombros: la tristeza y la ansiedad. Mientras buscamos la perfección, el éxito y la felicidad, no disfrutamos del camino. Vivimos en el futuro, no en el presente, deseando que ocurra algo que no va a ocurrir nunca o que, si llega a ocurrir, será tan efímero o tan poco ajustado a nuestras expectativas que tanto sufrimiento y esfuerzo no merecerán la pena.
»¿Y a qué nos lleva todo esto? A que acabamos instalados en un estado de ansiedad continuo, buscando desesperadamente la felicidad. Probamos una y mil estrategias para conseguirla, cambiamos de trabajo una y otra vez buscando el trabajo perfecto, cambiamos de pareja esperando encontrar a nuestra media naranja, cambiamos nuestro coche por uno nuevo mejor que el anterior, y esa búsqueda continua nos genera unos niveles de ansiedad que no nos permiten disfrutar de todas las cosas «imperfectas» que tenemos. Buscando la perfección nos perdemos los tesoros sencillos e imperfectos de los que podemos disfrutar intensamente.