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Publicado por Editorial Vida – 2016
Miami, Florida
© 2016 varios
Edición: Madeline Diaz
Diseño interior: Juan Shimabukuro Design
Diseño de cubierta: Juan Shimabukuro Design
RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS. A MENOS QUE SE INDIQUE LO CONTRARIO, EL TEXTO BÍBLICO SE TOMÓ DE LA SANTA BIBLIA NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL.
© 1999 POR BÍBLICA INTERNACIONAL.
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Edición en formato electrónico © marzo 2016: ISBN 978-0-8297-6329-4
CATEGORÍA: Ministerio cristiano / Juventud
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A todos los jóvenes que sueñan despiertos con un mundo mejor y que están dispuestos a pagar el precio por hacer esos sueños realidad.
CONTENIDO
Lucas Leys
Esteban Solís
Luis Quinelli
Matías Paterlini
Jake Salomón
Nati Adami
Fayra Castro
Mark Arellano
Arturo Allen
Gustavo Falcón
Andrés Gutiérrez
Lucas Leys
Lucas Leys es quien capacita a la mayor cantidad de líderes juveniles en Hispanoamérica, y uno de los líderes más influyentes en la literatura cristiana. Ha sido el presidente de Editorial Vida y el fundador de Especialidades Juveniles, el ministerio especializado en la pastoral juvenil de mayor crecimiento en el mundo de habla hispana. Tiene más de veinte libros en el mercado, así como una licenciatura, una maestría y un doctorado en teología. Lucas ha sido honrado por diferentes gobiernos de América Latina.
¿De dónde vienen los arquitectos del cambio, los grandes artistas, los mejores novelistas y los desarrolladores de software que alteran la vida de millones de personas? ¿Y qué tal los mejores chefs y los revolucionarios? Hoy en día, no vienen de las más famosas universidades.
LOS INGENIEROS DEL PROGRESO SON EMPRENDEDORES
No hay ninguna duda de que una buena educación puede ayudar, pero es evidente que existe algo más. El trabajo de los centros educativos resulta importante, sin embargo, a veces ellos son los principales cómplices de una sociedad que te enseña que para realizarte debes hacer lo mismo que los demás, solamente que un poco mejor. ¿Todo arquitecto o chef debe aprender exactamente lo mismo desde su niñez?
Los ingenieros del progreso son emprendedores. Personas peligrosas que no se conforman con lo que ya existe, ya se dijo y ya se hizo, y esto se debe a que los emprendedores son personas de fe.
No me refiero a una fe anclada en Jesús, aunque al revisar la historia del arte y el progreso humano sería imposible negar el rol protagónico del cristianismo. Dios no ha estado recluido en los templos, interactuando con la cultura solo detrás de un púlpito los fines de semana. Dios jamás estuvo ausente y nunca nada existió, existe o existirá sin el guiño de su consentimiento, por eso siempre ha estado eternamente presente en la historia humana como impulsor del progreso y haciendo un gesto cómplice ante las más exquisitas obras creativas de quienes él mismo creó.
La Biblia nos regala la siguiente definición con respecto a la fe:
«La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve» (Hebreos 11.1).
La fe es la gran iniciadora de la expresión humana. La fe nos permite ver algo en nuestra imaginación para que luego trabajemos a fin de crearlo, es por eso que la fe tiene tanto que ver con el éxito, el progreso y los sueños cumplidos.
LUEGO DE LA FE
A nadie le gusta hacer siempre lo mismo. Necesitamos la novedad, la actualización y los resultados. Los seres humanos no fuimos concebidos para funcionar como engranajes de un reloj, con precisión, pero también con previsibilidad. Necesitamos el elemento sorpresa.
Según recientes estudios de mercado no hay virtud más destacada en lo que se refiere a las empresas que la innovación. Las organizaciones que crecen y generan ganancias son aquellas que cuentan con esta prenda lujosa, muy difícil de aprender en la universidad o de adquirir en el mercado. La innovación es condición «sine qua non» para permanecer en la cima y creciendo, pero no es solo eso. También constituye una condición obligatoria a fin de mantenernos con energía y entusiasmados, por eso a la fe hay que agregarle la acción, el compromiso y hasta el hábito de innovar.
Las fórmulas mágicas no existen. El que te ofrezca una receta de lo que hay que hacer como garantía del éxito te está dando un consejo ingenuo, y por eso me entusiasma lo que estás por leer. Este es un libro de historias y testimonios que en vez de proporcionarte una fórmula, te permitirá relacionarte y conversar con personas que han sabido destacarse en distintos rubros, teniendo como rasgo en común que mostraron la fe de que podían hacer algo distinto, decidieron innovar y actuaron.
NO FUIMOS CONCEBIDOS PARA FUNCIONAR COMO ENGRANAJES DE UN RELOJ
En mi historia con los emprendimientos tengo en mi espejo retrovisor haber fundado distintas organizaciones cristianas. La primera se llamó L.A.GR.AM, cuya sigla quiere decir Liderazgo y Adolescencia Grupo de Amigos. La geografía y la historia dicen que estaba en Buenos Aires, la populosa, conflictiva y a la vez romántica capital de mi país de origen. Era el principio de la década de 1990, y personalmente me encontraba saliendo de una adolescencia intensa. En esos años había conocido a unos amigos en unos campamentos cristianos para niños, pero luego de haber pasado los años queríamos continuar juntos a pesar de que ya habíamos rebasado la edad requerida para participar. Nuestro aliado fue un directivo de esa organización de niños llamado Ernesto Ríos. Su sobrenombre ya lo hacía un personaje atractivo. Todos lo conocían por «Chiquito», aunque no se podía precisar por qué.
Ernesto fue un emprendedor porque supo catalizar el deseo de estos adolescentes de continuar haciendo campamentos para adolescentes, lo cual estaba fuera de los planes originales de la organización que trabajaba con niños donde todos nos habíamos conocido. Lo que sucedió luego fue que el estilo de trabajo de Ernesto y este grupo de adolescentes no encajaba bien con la filosofía de trabajo de la organización que hasta entonces nos cobijaba, así que tuvimos la idea de independizarnos, y en ese momento brotaron los primeros gérmenes de emprendimiento en mí.
Tenía menos de veinte años y estaba convencido de que si esta organización para adolescentes iba a florecer, necesitábamos un nuevo lugar para organizar los campamentos, debíamos repensar esos campamentos de modo que fueran atractivos para el público objetivo de adolescentes que habíamos elegido (en ese entonces los campamentos cristianos eran demasiado aniñados o muy aburridos), y precisábamos un plan de cómo conectar a esos adolescentes luego de los campamentos y una estrategia para crecer. Así que tomé la iniciativa de que todo eso sucediera.
Mis amigos fueron fundamentales. El grupo pequeño de amigos que fundamos el ministerio estaba formado por cuatro chicos de los que yo era el menor, y todos resultaron vitales para darle vida al proyecto de fundar una organización que magnificara la llegada de la iglesia a los adolescentes de la Argentina. LAGRAM sigue celebrando campamentos extraordinarios y facilitando la conexión de miles de adolescentes después de más de veinte años de su fundación, y hay varias lecciones que aprendí en aquellos años que luego implementé en la fundación de varias otras iniciativas que me llevaron a geografías que nunca hubiera imaginado.
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