INTRODUCCIÓN
Cada día que pasa, me doy cuenta de que la cocina no tiene por qué ser complicada o estar basada en ingredientes imposibles de encontrar. Al contrario, creo que cuando cocino de forma sencilla, con ingredientes de calidad y de temporada, siento mayor satisfacción y felicidad, además de una conexión especial con la comida. Al cocinar, disfruto mucho más cuando priorizo lo simple de manera natural, casi instintiva. La cocina es universal y debe ser simple. Universal porque todos necesitamos comer (y cocinar) para sobrevivir. Es cierto que todos tenemos un modo distinto de ver y sentir la comida, pero comer (y cocinar) nos reconecta, además, con instantes y experiencias que nos hicieron sentir bien en un momento determinado.
Del mismo modo, la cocina nos une cuando nos sentamos ante una mesa y compartimos historias alrededor de un plato. Estas son vivencias universales. Y simple porque no necesitamos complicarnos para conseguir que un plato esté delicioso y nos haga sentir bien. La cocina debe ser accesible para todos. Con tanta innovación, tendencias, superalimentos y técnicas imposibles de poner en práctica, tengo la sensación de que la cocina, en vez de acercarnos, nos aleja y acaba por dar demasiado «respeto». Más allá de la receta exquisita y enrevesada, se trata de disfrutar de un momento único.
Como individuos, tenemos distintos niveles de conocimiento y diferentes habilidades en la cocina, pero todos buscamos comer bien para sentirnos bien sin tener que pasarnos mil horas entre sartenes y ollas. Comer bien nos hace sentir mejor de muchas maneras: nos vincula a una situación, a una persona, a un recuerdo, a un ingrediente... Lo simple guarda relación, muchas veces, con lo nostálgico, lo auténtico y lo reconfortante. Lo que nos resulta más satisfactorio es poder preparar un plato así, que nos transporte a un momento especial con pocos ingredientes que sean fáciles de encontrar, que conozcamos y reconozcamos, de calidad y de temporada, que nos reconecten con nuestro pasado y con nosotros mismos. Atesoro muchos recuerdos de mi madre cocinando. Mientras yo hacía los deberes en la mesa de la cocina, solía mirar y preguntarle qué estaba preparando.
Creo que es en la cocina de una casa donde pasa todo lo interesante, las mejores conversaciones; es un lugar para compartir. Ese era, y sigue siendo, mi lugar favorito: la mesa de la cocina. No solo porque me gustaba sentirme acompañada, sino también porque era un momento de complicidad y de aprendizaje con mi madre. Le preguntaba qué cocía, qué especias había utilizado y, de repente, buscaba cualquier excusa para dejar los deberes y ponerme a cocinar con ella. Luego ponía la mesa, que me encantaba, porque, como digo, la cocina es un todo, es un pequeño ritual y poner la mesa también forma parte de ello y hay que darle su importancia. En la mesa de mi casa todos teníamos nuestro sitio, nuestra servilleta y ganas de compartir todo lo que habíamos hecho durante el día.
A todos nos gusta repetir, volver a probar y saborear un plato de nuestra infancia, y estoy casi segura de que siempre se trata de un plato sencillo, humilde, preparado con cariño y con ingredientes elegidos con mimo. Uno de los platos preferidos de mi niñez es el famoso stoemp que hacía mi madre. No es un plato complicado de preparar y no requiere muchos ingredientes, pero hoy sigue siendo uno de mis favoritos. Imagino que es por diferentes motivos, pero cada vez que lo preparo siento paz, aunque siempre pienso que el que hacía mi madre sabía mucho mejor. No sé muy bien cómo explicarlo, pero me imagino que los platos que nos hacían de pequeños, como son para mí el stoemp, el gratin de courgettes, la mousse au chocolat, más allá de la receta, tienen algo emocional. Y tal vez sea eso, repetir esa receta, lo que nos hace revivir cómo nos sentíamos entonces: protegidos, tranquilos y felices.
Es sencillo: el placer es una sensación subjetiva vinculada a diferentes estímulos, como ciertos ingredientes y platos. Nos evocan determinadas emociones y nos hacen volver a un estado de bienestar. Esta sensación de bienestar, en el norte de Europa, se llama hygge. Estos países son expertos en combinar de forma instintiva lo simple con lo estético sin renunciar nunca al sabor. Consideran, al igual que yo, que la comida es una experiencia que va más allá del mero hecho de ingerir alimentos y que puede incluir una música que suena mientras cocinas, a alguien que está a tu lado mientras elaboras un plato, un aroma, una mesa puesta, un sinfín de agradables sensaciones que siempre intentas reproducir. Desde que soy mamá trato de simplificarme la vida, sobre todo en la cocina.
Por eso creo, más que nunca, que se pueden preparar platos maravillosos, apetitosos y nutritivos con muy poco. Es decir, simplificarme la vida también va de sintetizar la lista de los ingredientes en las recetas. Sé que a veces no te pones a hacer tal o cual receta porque «es que no encuentro el ingrediente» o porque «es que la lista de la compra es muy larga» y «no reconozco la mitad de los ingredientes». Y todo esto te limita a la hora de probar recetas nuevas. Entonces, para ayudarte, me he propuesto un reto: crear recetas con tan solo 6 ingredientes (o menos) sin renunciar jamás al sabor ni a la originalidad del plato. ¿Por qué 6 ingredientes? Porque me parece un número de ingredientes razonablemente corto como para motivarte a entrar en la cocina y probar recetas nuevas. ¿Por qué 6 ingredientes? Porque me parece un número de ingredientes razonablemente corto como para motivarte a entrar en la cocina y probar recetas nuevas.
Además, si tuviera que elegir mis ingredientes favoritos e indispensables, nunca faltarían los siguientes: limón una sal de calidad tahini chocolate negro cualquier hierba fresca cualquier verdura de temporada Cuento con que en tu cocina tienes sal de calidad, pimienta recién molida, aceite de oliva, limón, ajo y algunas especias secas. Son ingredientes básicos que te recomiendo que tengas siempre a mano y que sean de calidad. Son la base para preparar (casi) cualquier receta, realzar sabores o darle el toque final a un plato, también visualmente. Por ello, aunque siempre te los recordaré, no los sumaré a los 6 ingredientes de las recetas de este libro. LA LISTA DE INGREDIENTES DE FONDO DE ARMARIO: • sal de calidad • limón • levadura • aceite de oliva • vinagre de manzana (no de vino, no balsámico) • ajos • especias secas más habituales: pimienta (recién molida), orégano • caldo vegetal • agua Así pues, esta es la misión de este libro: crear platos simples para cada comida del día, que nos permitan revivir esos momentos especiales, pero, sobre todo, que sirvan para demostrarte que con poco puedes hacer mucho y que tú y todos somos capaces de hacerlo. Eso sí, voy a contarte algunos trucos importantes que debes tener en cuenta para maximizar el potencial de cada ingrediente.
Mi intención con este libro también es la de evidenciar que los ingredientes simples, utilizados de la mejor manera, crean los platos más sensacionales. Asimismo, me gustaría revalorizar lo simple, con independencia de en qué ámbito de la vida lo apliquemos. Lo simple mola y te lo voy a demostrar. Todos buscamos simplificarnos la vida: el día a día, acumular menos cosas… y en la cocina pasa exactamente lo mismo. Vamos a ponérnoslo fácil.