E ste manual ofrece al lector un sistema sencillo para detectar en nuestro país al “economista serio” y aprender a conocer tanto sus vicios como sus trucos de mago, útiles para justificar el direccionamiento de políticas económicas que han agravado la dependencia argentina de los centros de poder mundiales. Descubre sus artimañas y complicidades para poder refutarlos, desnuda su verdadero rol de lobista corporativo y busca poner en jaque la asombrosa idea de un saber “celestial”, desprovisto de intencionalidad e ideología política.
Este pretendido gurú tiene en su galera un modelo político claramente definido, con muchos perdedores y algunos ganadores, cuyo fracaso reiterado en aportar bienestar a las grandes mayorías es explicado por razones siempre ajenas a sus recomendaciones que, en complicidad con los factores de poder dominantes, lo hace impune y lo libera de toda autocrítica.
No es el modelo que se equivoca, es la realidad que falla.
“¿Pretenderán nuestros autores ironizar sobre lo “poco serio” de profesionales que jamás aciertan en sus pronósticos y que repiten como loros “oferta”, “demanda”, “reducir el gasto”, “eficacia”, “incentivos”, “esfuerzo individual” y, sobre todo, “libertad”, como si fuera el leit motiv de su campo de incumbencia? ¿O es acaso que hablan de un grupo de economistas que será recordado históricamente como los bufones de los dueños del capital?”.
AMADO BOUDOU
Sebastián Fernández es arquitecto (DPLG-UBA), tuitero (@rinconet), cofundador de La Mesa de Autoayuda K (@LaRadioMAK) y columnista en El Destape y Nuestras Voces. Considera que el verdadero desafío consiste en opinar desde la más tenaz ignorancia, ya que sabiendo opina cualquiera. Su participación en este libro lo prueba.
Mariano Kestelboim es economista (UBA) y periodista (TEA). Posee estudios de maestría en Historia Económica y de las Políticas Económicas (UBA). Actualmente, es el embajador de Argentina para el MERCOSUR y la ALADI, y es docente de Economía Mundial en la Universidad de Avellaneda. Anteriormente, se desempeñó como consultor de empresas y cámaras industriales y columnista del suplemento Cash en Página 12 y de BAE Negocios; fue director ejecutivo de la Fundación Pro Tejer y docente en la UBA.
Índice
En economía no hay nada misterioso ni inaccesible al entendimiento del hombre de la calle. Si hay un misterio, reside él en el oculto propósito que puede perseguir el economista y que no es otro que la disimulación del interés concreto a que se sirve.
Arturo Jauretche
Sebastián Fernández
Manual del economista serio / Sebastián Fernández ; Mariano Kestelboim ; prólogo de Amado Boudou. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Continente, 2021.
Libro digital.
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-950-754-734-8
1. Ensayo Económico. I. Kestelboim, Mariano. II. Boudou, Amado, prolog. III. Título.
CDD 330.01
Primera edición, septiembre 2021
Primera edición digital, noviembre 2021
Ilustraciones del interior: @rinconet
Corrección: Ana Gurbanov
Diseño de cubierta: Gustavo Macri
Diseño de interior: Carlos Almar
ISBN: 978-950-754-734-8
Otros títulos de esta editorial
Deuda o soberanía. Verdades ocultas sobre la dependencia
A LEJANDRO O LMOS G AONA
Crisis económicas argentinas. De Mitre a Macri
J ULIÁN Z ICARI
Manual de zonceras económicas
A NDRÉS A SIAIN
Economía callejera
I VÁN H EYN
CAPÍTULO 2
EL LÉXICO
De cómo el economista serio dispone de un manual de letanías y trucos retóricos que reitera una y otra vez, como los monjes budistas repiten sus mantras, con el objetivo de transformarlo en sentido común.
Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles.
Protágoras
Así como el economista serio posee un hábitat en el que desarrolla su actividad y una serie de estructuras de apoyo e incentivo, también cuenta con un conjunto de “ideas fuerza” bien arraigadas, como los vendedores de humo suelen llamar a las letanías que intentan transformar en sentido común a través de su repetición constante. Tienen rasgos comunes a los jugadores de fútbol que, al empezar a jugar en primera división, repiten un casete que respetan a rajatabla. En esa sintonía, nuestros economistas serios reiteran como un mantra sus cantinelas que se caracterizan por su simpleza. Son relatos supuestamente desprovistos de intencionalidad política, como una especie de conocimiento “natural”.
Como escribió el economista Claudio Scaletta en La recaída neoliberal:
Es necesario, como punto de partida, aclarar lo obvio. Los economistas, como los representantes de cualquier otra profesión, tienen ideología. Sobre todos los llamados “profesionales” representan intereses particulares y, para reforzar la idea, muy concretos. Descubrir estos intereses no es una tarea muy difícil, alcanza con observar quienes financian los centros de estudios, fundaciones y consultoras a los que pertenecen. También se puede acortar el camino y observar las recomendaciones de política que, para todo tiempo, caso y lugar, siempre son las mismas: mejorar el tipo de cambio, bajar impuestos, flexibilizar el trabajo y subir tarifas para quien las cobra. Todo muy científico.
Los economistas que deciden eludir estas recomendaciones eternas y buscar caminos alternativos son apartados como si sufrieran de algún tipo de enfermedad contagiosa, son ignorados y despreciados. Son marginales o, más precisamente, mapuche-iraníes, una extraña raza silvestre que no es digna de ser escuchada por un economista serio, dado que no comparte ni respeta sus valores. No solo no les interesa escucharlos, sino que todo aquel que se sale de su libreto, por más que sea con propuestas tibiamente alejadas de su cuadrante de pensamiento, es tratado como un antisistema y sus ideas carecen de rigor técnico. Su modelo mental es binario: pertenecés y compartís sus códigos o sos un paria. Por supuesto, cuentan con los grandes medios de comunicación como aliados. Para ellos, el economista serio es un técnico sin afinidades políticas, el economista serio es presentado como economista a secas. El que no es serio debe ser etiquetado. En los últimos tiempos, el rótulo más repetido era con la letra K. Pero también puede usarse la alternativa de “economista de izquierda” o “economista cercano a tal político o partido político”, entre otras variantes, de forma de presentarlo con cierta estigmatización, que supuestamente determina sus ideas. Perfectamente, si quisieran darle una presentación particular, podrían asociarlo a la institución académica para la cual trabajan, pero alteraría su propósito de condicionamiento.