Benjamin Fléron - Aprende a identificar el acoso moral

• ¿Problemática? ¿Cómo reconozco las situaciones de acoso moral en el ámbito profesional? ¿Cómo aprendo a protegerme y a reaccionar de forma eficaz si sucede?
• ¿Utilidad? El acoso moral es algo habitual en el mundo del trabajo, por lo que resulta útil prevenirlo, identificarlo y encontrar una solución a este tipo de situaciones problemáticas.
• ¿Contexto profesional? Psicología del trabajo, derecho laboral, recursos humanos.
• ¿Preguntas frecuentes?
  • ¿Cómo sé con seguridad si soy víctima de acoso?
  • ¿Cómo me protejo y me defiendo en caso de acoso?
  • ¿Qué hago si observo una situación de acoso hacia uno de mis compañeros?
  • ¿Qué hago si un ser cercano, víctima de acoso, se confiesa conmigo?
  • ¿Qué es el mobbing?
  • ¿El acoso puede ser organizado?
  • ¿Qué riesgo corro si denuncio por acoso?
  • ¿Y con respecto al acoso sexual?

Los insultos, las burlas, las marginaciones y las humillaciones públicas son comportamientos degradantes y atentados contra la dignidad que podemos imaginar mucho más fácilmente en un patio de recreo que en las oficinas de una empresa. Sin embargo, este es el día a día de un buen número de trabajadores, víctimas de lo que llamamos acoso moral. Ni autónomos ni funcionarios, empleados de bajo rango o altos ejecutivos: nadie puede pensar que está a salvo de este fenómeno que, muy a menudo, tiene consecuencias desastrosas. Pero ¿realmente no podemos hacer nada?

Es probable que el acoso moral en el ámbito profesional, auténtico problema internacional, no sea un problema que te resulte totalmente desconocido. Quizás simplemente hayas escuchado hablar de esto en las noticias o durante una conversación, como la mayoría de la gente. Quizás, por el contrario, ya te has visto enfrentado a esta situación indirectamente a través de un ser cercano o de un compañero que, a su vez, se habría visto implicado en un caso de este tipo. O quizás conoces la situación especialmente bien porque ya la has vivido, o porque en este mismo momento estás atravesando esta dolorosa experiencia.

Independientemente del vínculo que tengas con este triste fenómeno, e incluso si piensas que este no te afecta, es realmente importante que te niegues a banalizarlo y que te prepares para enfrentarte a él. Y es que no importa si eres un empleado o el jefe de una empresa: eres una víctima potencial en más de un aspecto. Si cometes el error de no dar a este problema la importancia que se merece, las repercusiones de esta negligencia podrían llegar a resultar catastróficas, tanto para ti como para tu empresa.

La psiquiatra Marie-France Hirigoyen, auténtica referencia en el tema y autora de muchos libros sobre este asunto, define el acoso moral en el ámbito profesional como «cualquier manifestación de una conducta abusiva, especialmente, los comportamientos, palabras, actos, gestos y escritos que puedan atentar contra la personalidad, dignidad o integridad física o psíquica de un funcionario/a, poniendo en peligro su empleo o degradando el clima laboral» (Farides s. f.).

Así, el acosador tiene a su disposición en su arsenal un número impresionante de armas distintas para atacar a la persona en la que ha puesto la mira y no se priva de hacer un mal uso de cada una de ellas. Frases hirientes, actos humillantes, gestos fuera de lugar, correos electrónicos asesinos: cualquier medio es bueno para provocar que la víctima flaquee, que además no entiende qué le pasa y no sabe cómo gestionar la situación.

De hecho, es obvio que la víctima no está preparada para una avalancha de odio de estas características y, antes de que pueda reaccionar, normalmente ya es demasiado tarde: una vez que entra en la espiral, ya no sabe cómo salir de ella y en vez de sacar la cabeza fuera del agua, se hunde aún más. Las consecuencias son desastrosas tanto en el plano físico como en el emocional: problemas nerviosos, alteraciones del sueño y del apetito, úlceras de estómago, tristeza, ira, sentimiento de impotencia y de inutilidad… Puede llegar incluso hasta problemas psicológicos graves como la depresión, el síndrome de desgaste profesional, la hospitalización, el internamiento psiquiátrico o, en el peor de los casos, el suicidio.

La situación también repercute en la empresa que da trabajo a los dos protagonistas: las bajas por enfermedad que aumentan, los golpes bajos que atrasan la ejecución de un expediente o que directamente impiden que llegue a alguna parte, el ambiente de trabajo que se deteriora a simple vista, el miedo constante en el que vive uno y las constantes artimañas que consumen la energía del otro… Todo esto no contribuye a mejorar la productividad y el rendimiento de la empresa y puede llegar a perjudicar en gran medida su imagen en caso de ruido mediático.

En cuestión de acoso y, en especial, en el caso del acoso laboral, siguen existiendo algunos mitos. No sería demasiado grave si estos tópicos no ayudasen a que muchos acosadores pasen desapercibidos y sigan actuando manteniéndose fuera de toda sospecha.

Todavía hoy en día son muchas las personas que no piensan que son las víctimas de un acosador redomado por la simple (y equivocada) razón de que su verdugo no se corresponde con la imagen mental que tienen de tales individuos. Al seguir este razonamiento falaz, también existen muchas personas que siguen negándose a dar crédito a las afirmaciones de algunas víctimas, que acaban por perder la esperanza de que alguien las crea algún día. Por estas razones, es de vital importancia que sustituyamos los distintos tópicos que todavía circulan acerca de este fenómeno por algunas verdades.

Un acosador no siempre es el superior jerárquico de su víctima

Sin lugar a dudas, se trata de la creencia popular más extendida en lo que respecta al acoso laboral y, por ende, del error que se comete con mayor frecuencia en este tema. Aunque todos tenemos en mente ese cliché del jefe temperamental que grita a su empleado aterrado, lo cierto es que, a veces, la realidad es completamente distinta.

Aunque es una realidad que el fenómeno del acoso laboral se da con más frecuencia en «vertical descendiente» (como en el ejemplo que hemos mencionado arriba), también puede producirse entre simples compañeros de oficina. En ese caso, se habla de acoso «horizontal».

Lo que es más sorprendente todavía y también menos común, pero no por ello menos probado, es que existe también un tipo de acoso llamado «vertical ascendente»: los empleados de un mismo departamento, impotentes ante el despido del superior al que tanto querían, pueden considerar que su sucesor es un advenedizo y subyugarlo.

Aunque el fenómeno del acoso está intrínsecamente relacionado con los juegos de poder y siempre incluye un dominante y un dominado, el hecho de que esta relación de fuerzas tenga un carácter oficial no es una condición sine qua non.

Un acosador no siempre es un hombre

Es cierto que esto es lo que ocurre en la mayor parte de los casos de este tipo según los distintos estudios en la materia, pero la mujer también puede ser la culpable del acoso, incluso cuando la víctima es un hombre. Si no es fácil admitir que somos víctimas de acoso y atrevernos a hablar con nuestro entorno, podemos imaginarnos hasta qué punto debe de ser difícil para un hombre admitir que una mujer lo oprime: miedo al ridículo, a que no lo crean, a inspirar pena en sus compañeros masculinos…

Un acosador no es un monstruo intratable

Quizás te digas: «¡Si tuviera alguno alrededor, lo sabría!». O también: «Esta persona me hace la vida imposible, pero si realmente fuera una acosadora, no sería el único que lo pensaría, ni el único en tener problemas con ella».