Marie Léon - Planta cara al acoso escolar

Marie Léon, 2018

Traducción: Laura Soler Pinson

Editor digital: Titivillus

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Plantar cara al acoso escolar es esencial si nos encontramos en esta injusta situación. El bullying es uno de los grandes problemas de los niños y adolescentes del siglo XXI, ya que el acoso ha salido de las aulas y se ha introducido en las redes sociales, haciendo que el ciberacoso aumente a un ritmo vertiginoso. Esta situación, que para la víctima puede tener trágicas consecuencias, es reversible, y aumentar la confianza del niño afectado por esta lacra y mejorar su vida social es posible.

Esta guía, breve y concisa, te ayudará a saber reconocer los síntomas del bullying, a saber las herramientas de las que disponen tanto los padres como los hijos para superar este problema y a saber cómo actuar frente al mismo. ¡Hazte con las herramientas necesarias para acabar con esta lacra!

Te ofrecemos las claves para:

• comprender las consecuencias del acoso escolar y descubrir los motivos que pueden llevar a una situación de estas características;
• identificar las señales que indicarán un posible caso de acoso escolar y aprender cómo actuar para que se instaure un clima de no agresión y de empatía;
• saber qué pasos se deben seguir cuando un niño sufre acoso, tanto a nivel legal como a nivel educativo;
• etc.

Marie Léon

Las claves para reconocer las señales
de bullying

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Salud y bienestar - 0

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Titivillus 14.08.2020

• ¿Problemática? Agresiones reiteradas, vejaciones, insultos, marginación… El acoso escolar tiene consecuencias terribles para el niño que lo sufre. Si bien antiguamente se silenciaba el tema, actualmente las escuelas ponen en marcha campañas con el objetivo de prevenir este tipo de situaciones. Poco a poco, se habla con más libertad. No obstante, con demasiada frecuencia, los padres y los profesores siguen sintiéndose desamparados ante esta epidemia.
• ¿Meta? Comprender el acoso escolar, ayudar a nuestro hijo a enfrentarse a él y combatirlo con los medios a nuestro alcance.
• ¿Preguntas frecuentes?
  • ¿Cualquier niño puede verse afectado por el acoso?
  • Creo que mi hijo es maltratado en el colegio. ¿Me hablará de ello?
  • ¿Cómo sé si mi hijo es víctima de acoso?
  • ¿Qué hago si mi hijo sufre acoso?
  • ¿Tengo que cambiar a mi hijo de colegio para que deje de sufrir agresiones?
  • ¿Qué hago si mi hijo es el acosador?
  • Como profesor, ¿cómo puedo hablar del acoso escolar en mi clase?

Aunque el acoso en el entorno escolar existe desde hace tiempo, no ha sido hasta ahora cuando ha recibido toda la atención. Y con motivo: en la actualidad, según los gobiernos autonómicos españoles, casi un 10 % de los escolares se vería afectado en España. Una cifra alarmante, sobre todo porque los estragos que provoca son considerables: pérdida de autoconfianza, problemas en la escuela que pueden llevar al abandono escolar, secuelas psicológicas, tentativas de suicidio…

Para que las agresiones sufridas se consideren acoso, tienen que ser reiteradas, que se hagan con el objetivo de hacer daño y que instauren una relación de fuerza dominante-dominado. Por lo tanto, el acoso no abarca las peleas y otros altercados a los que los alumnos pueden enfrentarse de manera puntual durante su trayectoria educativa. Se trata más bien de situaciones a las que la víctima se enfrenta cada día, como insultos, burlas, apodos, humillantes, golpes o rumores que se difunden para dañar su reputación.

Aunque antaño esta epidemia se limitaba al ámbito escolar, en la actualidad es mucho más invasiva, ya que también se desarrolla a través de las redes sociales. Por lo tanto, el niño no tiene ni un momento de descanso. Además, este problema conlleva una degradación insidiosa del ambiente de los centros educativos. Ante la envergadura del fenómeno, en España, organizaciones sin ánimo de lucro o la policía han creado campañas de movilización, y el Estado ha puesto en marcha teléfonos contra el acoso escolar para que el niño perseguido no esté solo.

Frente al sufrimiento en el que se encuentra sumido la víctima, es particularmente difícil encontrar las palabras justas para ayudarla. Por eso, esta obra te propone herramientas y consejos para luchar de manera eficaz contra este drama de la vida diaria.

Como decíamos anteriormente, en España, uno de cada diez alumnos sufriría la brutalidad de sus compañeros. El autor de esta agresión puede actuar solo o reunir en torno a él un pequeño grupo que dirige contra un niño en particular. Así, crea una relación de fuerza con su víctima, a la que acosa a diario, durante un periodo bastante largo, hasta el punto de convertirlo en una cabeza de turco. Aunque los actos de violencia física son los más visibles (peleas, golpes, deterioro de bienes personales, etc.), a menudo van acompañados por una violencia verbal (burlas, insultos, mofas, etc.), pero también psicológica (chantajes, marginación, rumores, etc.), que es más insidiosa y se detecta más difícilmente. Con frecuencia, estos maltratos escapan a la atención de los adultos, ya que la mayoría de las veces ocurren en el patio o fuera del colegio.

¿Sabías que…?

Muchos niños que han participado durante las recientes campañas de prevención han hablado de heridas físicas como hematomas, incluso de dedos atrapados en tornillos de banco, y de robo o deterioro de objetos personales. Sin olvidar las insinuaciones seguidas de risas burlonas y de comentarios durante los viajes escolares, o los rumores sobre un supuesto embarazo en el caso de las chicas.

La víctima de acoso escolar se siente muy sola, y puede llegar a pensar que está profundamente aislada y desamparada. A menudo, es más pequeña o físicamente más débil que sus verdugos, y se ve incapaz de defenderse. Los verdugos suelen ensañarse cada vez más a medida que pasa el tiempo, y aparecen el miedo, la inseguridad, un sentimiento de impotencia y, también, de culpabilidad.

«Fui víctima de acoso escolar cuando era niño, y de esto ya hace más de veinte años. Fue un auténtico infierno que duró meses y meses. Por desgracia, en aquella época no existían las asociaciones. Al final, me armé de valor y fui a ver a uno de mis profesores, que me ayudó mucho. Me sentía culpable, cuando en realidad era la víctima» (Paul, 40 años).

Los niños que sufren estos ataques y humillaciones viven un auténtico calvario en su día a día. Su malestar aumenta a medida que pasan las semanas o, incluso, los meses —¡o los años!— que dura esa tortura. Ya a partir del domingo por la noche, aumenta cada vez más la angustia ante la idea de volver a la escuela y, cada mañana, el miedo acude a su cita. Pero, salvo por un desayuno que a veces cuesta ingerir, el niño o adolescente atormentado a menudo hace toda una demostración de inventiva para que no se note. Aun así, algunos indicios pueden hacer sospechar: dolores de cabeza recurrentes, enfermedades imaginarias, excusas para no acudir a la escuela, agresividad infrecuente, problemas de sueño, disminución del apetito, etc.

Cuando la situación de acoso se prolonga y el niño no encuentra ningún apoyo en sus compañeros, su aislamiento se vuelve total: no tiene amigos ni compañeros, su universo solo lo compone él. Esta sensación, a la que se añaden las agresiones sufridas, genera un terrible sufrimiento que puede llevarlo a considerar el suicidio.