Cristina Macía - Dame la lata
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- Libro:Dame la lata
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- Editor:ePubLibre
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- Año:2008
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«Con las conservas, la cocina se vuelve más rápida y sencilla, y los productos que antes eran de temporada están a nuestro alcance todo el año en las mejores condiciones. No se trata de comer exclusivamente aquello que venga en un recipiente hermético, sino de incorporar sin complejos estos ingredientes a la cocina cotidiana. Mantén siempre bien abastecida la despensa, y no volverás a tener problemas a la hora de preparar una cena rápida, o incluso improvisar una comida de última hora con invitados».
Cristina Macía
Cocina rápida con conservas
ePub r1.0
Titivillus 31.10.17
Título original: Dame la lata
Cristina Macía, 2008
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
CRISTINA MACÍA ORÍO (Madrid, España, 1965) es traductora, coordinadora de festivales y técnico editorial, ha trabajado tanto escribiendo literatura juvenil como en el mundo de los videojuegos. Es conocida últimamente sobre todo por su trabajo como traductora en la saga Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin.
Formada en filosofía (estudios inconclusos) se ha dedicado a la traducción de textos y obras relacionadas con la historieta para publicaciones como BEM, Parsifal, Urich, Gigamesh, Blade Runner Magazine o en los lanzamientos de la Semana Negra de Gijón, para los cuales ha llegado a aportar guiones. Ha sido coordinadora de alguna colección de tebeos, como Barbie. También ha comisariado alguna exposición, como la dedicada a Sherlock Holmes en el Primer Salón del Cómic de Madrid (1994).
En los dos mil comenzó su carrera como escritora de literatura infantil/juvenil (Una casa con encanto, 2005) y sobre temas culinarios (Cocinar para uno mismo, Cocinar para llevar, títulos ambos de 2007, Dame la lata, de 2008). Durante los años noventa y dos mil ha seguido trabajando en la coordinación de actividades en pro de la historieta y, sobre todo, como coordinadora de escritores en la Semana Negra.
Dame la lata
Cocina rápida con
conservas
Unas cuantas normas básicas
Las latas y las conservas en general tienen en la despensa una vida Incluso más larga que la que indica su fecha de caducidad. De todos modos, para ir sobre seguro, mejor consumirlas antes de que llegue esa fecha.
Una vez abierta una lata, el contenido se debe guardar refrigerado y en otro recipiente, porque el esmalte interior del envase se habrá dañado y podría afectar al alimento. Esta norma, en cambio, no se aplica a frascos de cristal ni a tetrabriks.
No compres latas abolladas; puede que el contenido esté en perfectas condiciones, pero también es posible que haya resultado afectado por algún golpe.
No consumas el contenido de una lata si, antes de abrirla, tenía un aspecto abombado. De nuevo es posible que no le pase nada, pero más vale prevenir que lamentar (y consumir una conserva en mal estado, de verdad, es para lamentarlo mucho).
Lee las etiquetas de los envases. No te asustes por la lista críptica de estabilizantes, conservantes y similares. Presta atención, en cambio, al tipo de grasas que incluyan. El «aceite vegetal» que se utiliza en muchas conservas no suele ser el de oliva.
Si compras paquetes de varias latas, consérvalas dentro de su embalaje original. Hoy sabrás perfectamente que esa latita redonda que ha quedado en un rincón de la despensa es de pimientos, pero dentro de unas semanas… misterio.
Si guardas en la nevera frascos abiertos de verduras o condimentos, procura sacar siempre el contenido con una cuchara limpia. De esta manera, las verduras aguantarán varios días, y la mahonesa o la mostaza, semanas.
Dejando aparte consideraciones y anécdotas históricas, como si las tropas de Napoleón ya llevaban conservas en las mochilas o si el abrelatas se inventó, en un alarde de imprevisión, medio siglo después que la lata, lo cierto es que los ingredientes así preservados se han convertido en una parte casi vital de nuestra alimentación cotidiana. No sólo permiten tener siempre a mano una gran cantidad de productos, con lo que nos evitan en buena parte el engorro de la compra cotidiana, sino que la calidad es cada vez más alta, y en muchas ocasiones su aporte nutricional es incluso más elevado que el de los ingredientes frescos: los tomates recién recolectados se envasan de inmediato y conservan todas sus propiedades alimenticias, mientras que los que llegan frescos a la frutería por lo general no se han recogido en su punto justo de maduración, han pasado por quién sabe cuántas cámaras de conservación, y encima tienen un precio de vértigo. ¿En resumen? Haz tu próximo gazpacho con tomates enteros en conserva, ya verás qué diferencia para el paladar y para el bolsillo.
Con las conservas, la cocina se vuelve más rápida y sencilla, y los productos que antes eran de temporada están a nuestro alcance todo el año en las mejores condiciones. No se trata de comer exclusivamente aquello que venga en un recipiente hermético, sino de incorporar sin complejos estos ingredientes a la cocina cotidiana. Mantén siempre bien abastecida la despensa, y no volverás a tener problemas a la hora de preparar una cena rápida, o incluso improvisar una comida de última hora con invitados.
Fondo de despensa
El fondo de despensa es tan personal como el armarlo, sólo necesitas aquellos ingredientes que vayas a utilizar, así que esta lista no puede ser más que orientativa. Sean cuales sean las latas, frascos, tetrabriks y demás que emplees con frecuencia, asegúrate de tenerlos siempre disponibles, vigila de cuando en cuando las fechas de caducidad, y anota rápidamente en la lista de la compra aquellos que estén a punto de agotarse. Una despensa convenientemente surtida es básica para preparar comidas rápidas, deliciosas… y sin estrés.
Pasta
Seca: Aguanta una barbaridad en todos sus formatos, pero es mejor tener el paquete bien cerrado, a ser posible en un recipiente hermético. El fabricante suele indicar el tiempo de cocción en minutos, pero a éste le tienes que añadir el que tarda en hervir el agua. De todos modos, nunca será una exageración, y mientras se hace te da tiempo de preparar la salsa, poner la mesa y hasta de dejar cargada la cafetera.
Fresca: Hay que conservarla refrigerada, y tiene una fecha de caducidad bastante limitada. La pasta rellena (raviolis, tortellinis, etc.) suele dar mejor resultado que su equivalente seca; en cambio lo que los italianos llaman «pasta lisa» (sin relleno) no se diferencia demasiado. En ambos casos, la cocción es más rápida.
Precocinada: Se presenta en tarrinas de plástico, como raciones individuales o para dos personas. Bastante cara, pero utilísima cuando el reloj aprieta. Tiene una larga vida en la despensa, no hay que temer por la fecha de caducidad y no necesita refrigeración. Por lo general, se calienta en 1 minuto en el microondas. Ideal para improvisar una guarnición a toda prisa y para tenerla siempre a mano por si las moscas, pero sin abusar, que el bolsillo lo nota. Ojo, todas las variedades que he probado salen del microondas al dente, así que, si te gusta la pasta algo más blanda de lo que un italiano aprobaría… esta opción no es para ti.
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