Rosemberg López - La felicidad en su mano

El autor, después de viajar por numerosos países y conocer muy diferentes personas, ha recopilado una serie de normas basadas en su experiencia personal que nos ayudarán a desarrollar una vida más plena y feliz. Publicado en 1970, hace más de 4 décadas, los consejos que el autor nos propone tal vez nos resulten un tanto chocantes en los tiempos que corren: Capacidad para el sacrificio y las privaciones, luchar contra la pereza, espíritu de ahorro, la honestidad y la honradez, la fe… No obstante, en sus páginas encontraremos numerosas similitudes con las obras de autoayuda más actuales.

Rosemberg López

Normas del buen vivir

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antbae 12.07.15

Título original: La felicidad en su mano

Rosemberg López, 1970

Editor digital: antbae

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Ofreciendo el agradable almíbar a las avispas, no atacan con su dolorosa ponzoña. También es así la humanidad.

Tengo la satisfacción de haber viajado por once países de América y cuatro de Europa; para todos los territorios que he tenido el placer de conocer, tengo siempre palabras de gratitud y sublimes recuerdos de seres nobles y hospitalarios que siempre me brindaron su cariño y generoso apoyo.

Por eso es que cuando alguien se dirige a mí solicitando mi opinión sobre alguna de las naciones que he tenido el placer de haber conocido, mis expresiones son siempre de gratitud y calurosos elogios. Pero muchas personas, al leer este comentario, pensarán y dirán: «Es muy probable que habrá encontrado en cada uno de los países alguna o algunas personas que lo hayan obstaculizado y tratado de perjudicar, labrándole mala impresión, porque en el mundo hay de todo un poco; bueno, malo, más de lo último que de lo primero». Desgraciadamente, esta es una gran verdad.

En todo lo que existe sobre la tierra, la Madre Naturaleza ha formado de lo bueno muy poco.

Todo ser viviente, al nacer, empieza a librar una gran batalla, la más importante de las batallas.

Existen seres que en muchas ocasiones, y sin motivo alguno justificable, se complacen en hacer daño al prójimo, saciando así sus instintos de maldad, pero ellos no son culpables de sus actos y es preciso perdonarlos porque no saben lo que hacen; están formados así por la Naturaleza, nadie elige su personalidad cuando viene al mundo.

Estimado lector: Mi primer pensamiento cuando soy víctima de esta clase de personas, consiste en no permitir que mi mente conciba ni el más pequeño destello de odio o rencor hacia nadie.

Despejo mi memoria para recordar si en alguna ocasión habré ofendido o perjudicado, moral o materialmente, a estos individuos o a algunos de sus allegados.

Busco y aprovecho todas las oportunidades para serles útil, demostrándoles sincera amistad y servicio incondicional; además, en su ausencia, hago muy buenas referencias con calurosos elogios en todos los momentos oportunos ante todas las personas; esto pronto surte su formidable efecto y cuando esto sucede he tenido la satisfacción de ver coronada mi obra.

Observo a los seres que antes fueron mis enemigos demostrándome su cariño y buscando la forma de reparar sus faltas, transformándose en mis buenos amigos.

Cuando voy a partir de este territorio para otro, siento ausentarme, pero llevo en mi corazón el recuerdo de que allí quedan amigos que me añoran con cariño.

De ahí que me haya sido grata la permanencia en todas las naciones que he tenido la satisfacción de conocer.

Las avispas no clavan su aguda ponzoña cuando en nuestras puras palmas de las manos les ofrecemos su codiciado almíbar. La humanidad es como estos insectos.

No cuesta nada vivir, pero sí cuesta el aprender a vivir. Por eso es un Arte.

Estimado lector: Lejos de ofrecerle mi ciencia, pongo a sus órdenes mi experiencia.

ROSEMBERG LÓPEZ

Con los rayos crepusculares del sol, los sueños que concibió ayer murieron también. Pues eso fue ayer.

Sus pensamientos no fueron materializados en la forma que usted deseó. Luego entonces, lo presente es lo de hoy.

Ayer no debe tener ningún contacto con hoy, más que el pequeño reflejo que podría tener cualquier pesadilla de anoche con el amanecer de hoy.

Usted debe olvidar todo lo acontecido ayer.

Todo debe considerarlo muerto y sepultarlo en el camposanto del olvido.

Hoy sí está activo.

¿Usted también lo está?

Los sucesos de ayer no volverán aun cuando usted quiera revivirlos con sus recuerdos.

¡Usted debe aprovechar este mismo instante y ocuparse de su bienestar!

Despoje de su pensamiento aquella influencia melancólica que se arraiga en los hombres cuando sus esperanzas no han sido coronadas con el éxito deseado.

¡Yérgase firme como el roble!

Usted es hombre y el mundo es suyo.

El mismo derecho tiene usted que los demás por las cosas que ha rogado, esperado y trabajado por poseerlas; no hay por qué desanimarse.

El que se acobarda es vencido.

La actual hora le es ofrecida a usted como el mejor obsequio por el inagotable recurso de la Eternidad.

¿Qué está usted esperando? ¿Qué está usted pensando?

Progrese, no malgaste su tiempo y sus energías.

Cada día tiene usted más oportunidades para mejorar su existencia en grado más alto y progresar de manera admirable.

Demuestre su agradecimiento, aprovechando este valioso instante para dirigir los primeros pasos hacia los peldaños que han de conducirlo hacia los días más felices de su vida.

Para ejercer dominio sobre los demás es necesario saber dominarse a sí mismo.

Para que usted tenga la facilidad de dominarse y tener amigos, es preciso que forme buenos hábitos.

Los hábitos que usted ha formado lo convertirán en su esclavo.

Cuando esto suceda, empezará usted a tener facilidad de dominio sobre sí mismo y sobre los demás.

De acuerdo con los hábitos que haya formado, puede estar muy seguro de que exactamente así será su vida.

Las personas que poseen buenos modales y hábitos favorables van sembrando semillas de provecho.

Por medio de la ejecución de varios actos análogos se forma un hábito.

Es un poco difícil formar buenos hábitos, pues es ley de la Naturaleza que tengamos que pagar con algún sacrificio todas las cosas favorables en esta vida.

En cambio, para obtener malos hábitos es muy fácil, por ser estos perjudiciales.

Para formar hábitos que sean favorables y honren nuestra vida, es preciso hacer un orden de promesas respecto a la trayectoria de conducta favorable que anhelamos seguir; estas promesas deben permanecer en la mente para ponerlas en práctica inmediatamente llegue la ocasión, proponiéndonos a cumplirlas con exactitud.

Decídase a llevar a cabo sus promesas a costa de todo.

Cuando llegue la noche, al dirigirse a la cama, dígase a sí mismo: «Cumpliré mis promesas», «Cumpliré mis promesas».

Es muy interesante saber que las batallas que el ser humano libra consigo mismo son las batallas más importantes, las de mayor trascendencia, pues no solo está en juego su destino y su bienestar, sino también el de los suyos y el de los demás; por lo tanto, hay que hacer cualquier sacrificio para ganarlas.

El hombre que llega a ser capitán de sí mismo también tendrá dominio sobre los demás.