Luis Tejedor - 21 claves para sexualizar una conversación
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- Libro:21 claves para sexualizar una conversación
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2014
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21 claves para sexualizar una conversación: resumen, descripción y anotación
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A Dolça por ser el pilar en el que me sustento todos los días, a mis hermanos y miembros del equipo Egoland por hacerme sentir tan seguro en la vida, a mis padres por corregirme siempre con sabiduría, a mis suegros por tratarme con tanto cariño, a mis amigos por los momentos tan divertidos relacionados con el sexo que he vivido, a mis lectores y seguidores por hacerme sentir tan útil, a Xud por colaborar conmigo en ordenarme por dentro y por fuera y a Jacki Trihorns por estar siempre donde menos te lo esperas.
21 Claves para Sexualizar una Conversación
Luis Tejedor, psicólogo por la Universidad de Valencia y sexólogo clínico, lleva desde el 2008 trabajando cada fin de semana las habilidades sociales aplicadas a la seducción desde una perspectiva propia, basada en su experiencia de vida y certificada por su formación. Es la persona con más experiencia en talleres individualizados y grupales de España. Entiende la seducción como la comunicación bilateral entre iguales que avanzan y retroceden hasta un punto de encuentro sexual, emocional y racional. Para ello enseña la optimización de las 3 C ’s: Potenciar el Carisma, mejorar la capacidad de Conmover y gestionar herramientas de Convencer.
Tan bueno como el agua mineral. O quizá más. Decirles a las personas que te atraen, de una forma educada y adaptada, que te generan ganas de «cosas» supone un ejercicio de honestidad pues exponemos contenidos muy íntimos de nosotros al mundo. Nos ayuda a sentirnos libres, considerarnos distintos a otros, practicamos la expresión emocional y nos hace más resolutivos.
Nuestro equilibro mental y emocional se basa en tener un buen autoconcepto (lo que pensamos que somos) y en una buena autoestima (cómo nos sentimos con nosotros mismos). Tener una sensación emocional y/o sexual y no transmitirla (siempre de forma educada) nos anula. Hay una parte de nosotros que queda amputada que, no por ser menos visible para los demás, deja de existir. A los hombres la sociedad nos ha permitido la posibilidad de tener un mayor flujo de mensajes con un contingente sexual que a la mujer durante el cortejo. Pero las mujeres podéis empezar a ser más explícitas, sin convertiros en hombres, porque esto está cambiando mucho y no le pega que exageréis vuestra ya bastante amputada expresión verbal sexual. O dicho de otro modo… las sutilezas bien dirigidas, combinadas con alguna frase explícita, es algo muy plausible en vuestras vidas.
Así pues, sexualizando, amigo/a, vamos a acostumbrarnos a sentirnos y considerarnos principalmente más honestos, más libres y más auténticos. Más identificados con nosotros mismos.
Si sexualizas y propones situaciones, la otra persona las imagina contigo.
Ejemplo:
¿Cuántas veces has estado delante de una persona que te atrae y te hace vibrar? ¿Te la imaginas contra una pared devorada apasionadamente? ¿Con menos ropa, manoseando su cuerpo con fuerza? ¿Qué te engulle con avaricia encima de una mesa o encima de un piano de cola? (Lo del piano de cola lo recomiendo encarecidamente). Le has seguido la conversación sobre el tiempo que hace en Andorra, le has escuchado que está tonteando con un capullo o con una chica de la que estás convencido que no disfrutaría tanto como si tú lo/la cogieras por banda. ¿Y qué has hecho? Peinarte, sonreírle, sentarte mejor en la silla y… y… y… NADA MÁS. Vuelves a tu casa pensando que le tenías que haber dicho algo o, como muchas chicas, «no se da cuenta de que me gusta». Desde luego, no parece en absoluto que esa conducta te ayude a sentirte bien. Y si es así, definitivamente, esto NO ES BUENO PARA TI.
Ejercicio:
Empezaremos despacito… «Y SIN RIESGOS». La próxima vez que escuches a un chico o una chica que te atrae un poco (no hace falta que sea la persona por la que suspiras) quejarse de que no acaba de tener lo que quiere con esa persona, intervén en la conversación. Con una sonrisa y una mirada no excesivamente potente a los ojos, di algo parecido a…
«Esa persona creo que no se ha dado cuenta de lo bien hecho/a que estás».
Sí. Sorprenderás. Y quizá tanto que ni siquiera tengas que dar explicaciones. Y si te las piden… TE SALIÓ DEL ALMA.
A todos nos gusta que nos hagan sentir sexys y atractivos físicamente. De hecho, le dedicamos tiempo y dinero a estar más guapos y atractivos. Pero no menos cierto es que le dedicamos más tiempo a cultivarnos profesional e intelectualmente. Cultivamos nuestra personalidad, hábitos y destrezas. ¿Y acaso es menos cierto que nos ponen más las personas inteligentes y competentes que las inútiles?
Así que otra de las cosas que podemos cualificar y posteriormente sexualizar es el conjunto de actividades que realiza esa persona y las destrezas que ha desarrollado o que implican esas actividades.
Ejemplo:
Carlos es atractivo, pero saber que es policía, que todos los días tiene que enfrentarse a delincuentes, cazarlos y ejercitar su valentía… nos «pone» más.
Alejandra es muy esbelta y sexy, pero saber que además de ayudar a sus padres en la tienda, por las noches estudia inglés, va al gimnasio y colabora en una ONG de refugiados, nos «pone» mucho más por encontrarla familiar, responsable, solidaria, organizada y dinámica.
Andrés tiene unos ojos impresionantes, que nos generan cierto placer al sentirnos examinadas, pero saber que es monitor de esquí y que ha conseguido organizarse una vida tan parecida a lo que él siempre ha deseado, nos hace considerarlo más allá de un deportista que está en forma.
Manuela puede que tenga las piernas más torneadas y brillantes que hayamos visto en mucho tiempo. Pero saber que es abogada, que ha sido capaz de ser tan disciplinada para poder sacarse la carrera y de intuir su capacidad de persuasión, oratoria y de convencer para ganar los juicios, hace que esas piernas nos vuelvan más locos.
Ejercicio:
Como en el anterior, hazte una lista de personas que te atraigan y escribe su conducta en la vida, qué hacen, qué habilidades o destrezas han desarrollado y qué sensaciones/apetitos te generan.
Con tres frases a partir de un hobby u oficio, uno puede llegar a sexualizar sin despeinarse.
Cada trabajo, hobby o actividad implica una indumentaria característica. Y esa indumentaria es la que nos hace imaginarnos a esa persona de una forma muy apetecible que tendremos que comunicar de forma más o menos explícita.
Tan sencillo como eso. Si esa actividad no implica una indumentaria muy sexy, entonces podemos pasar a otra actividad de su vida que nos ayude más.
Ejemplo A:
- Pues parece que hagas deporte.
- Sí, hago natación.
- Vaya. ¿Y eres más de bañador o de bikini?
- Soy más de bikini.
- Entiendo. Pues ahora me va a costar mucho dejar de imaginarte con un bikini blanco saliendo de la piscina.
Ejemplo B:
- Entonces César, ¿te dedicas a…?
- Soy comercial.
- ¿Vas por ahí vendiendo con traje, corbata y maletín?
- Sí. Justo.
- Pues tienes pinta de que no te quede nada mal un traje entallado. Mi color preferido en los trajes es el gris marengo. Y hasta que la corbata desaparece me gusta el color canela.
Ejemplo C:
- Así que, ¿trabajas en una oficina?
- Sí.
- ¿Rollito faldas ajustadas, blusas escotadas y americana?
- Sí. Más bien eso.
- Pues te estoy imaginando haciendo fotocopias y papeleos con una blusa bastante escotada, y me están entrando unas ganas terribles de ser un mensajero que va por allí a que le firmes cosas y te vea desde arriba. ¿Te importa que te lo diga?
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