Luis Tejedor - El pequeño libro de la seducción
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- Libro:El pequeño libro de la seducción
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- Editor:ePubLibre
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- Año:2017
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El pequeño libro de la seducción: resumen, descripción y anotación
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El pequeño libro de la seducción — leer online gratis el libro completo
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Agradezco la colaboración en el libro a Palmira Dasí, psicoanalista (Col legi de Clínica Psicoanalítica de València), Yago Bader, Javier Santoro, Laura Bosch, Hugo Pérez y Antoni Martínez.
Luis Tejedor, psicológo por la Universidad de Valencia y sexólogo clínico, lleva desde el 2008 trabajando cada fin de semana las habilidades sociales aplicadas a la seducción desde una perspectiva propia, basada en su experiencia de vida y certificada por su formación. Es la persona con más experiencia en talleres individualizados y grupales de España. Entiende la seducción como la comunicación bilateral entre iguales que avanzan y retroceden hasta un punto de encuentro sexual, emocional y racional. Para ello enseña la optimización de las 3 C: Potenciar el Carisma, mejorar la capacidad de Conmover y gestionar herramientas de Convencer.
Qué es la seducción: cómo la vemos
En 2011 creé un proyecto llamado (www.egolandseduccion.com) con mis hermanos y otros profesionales psicólogos, sociólogos y sexólogos con el objetivo de mejorar las habilidades sociales y optimizar los recursos de hombres y mujeres para que pudieran gustarse más a sí mismos y, como consecuencia, gustar más a los demás.
Partíamos de una base: la seducción 360.º, un concepto que, al contrario de lo que había en su momento, partía de intentar concienciar a la gente de algo tan importante como que no quisiera convertirse en un «seductor/a» para ligar más u obtener sexo «mediante un método», sino que tomara conciencia de que en todo lo que se hace se puede seducir. Es decir, que las habilidades que se aplican para seducir a una persona que te atrae fueran aplicadas con uno mismo, con el resto de las personas de su entorno (familia, amigos, jefes y compañeros) y por supuesto con la persona que te atrae, como una actitud ante la vida.
Por tanto, entendemos la seducción como un proceso de autoconocimiento previo, que sirve para construirse de dentro hacia fuera, al que llamamos «seducirse a uno mismo». Este proceso debe ser realista, contando con lo que realmente uno tiene y es, para luego saber comunicarlo de forma atractiva y adaptada a la circunstancia o persona que tiene delante. «Dame un punto de apoyo y moveré el mundo», dijo Arquímedes. Pues ese punto somos nosotros y nos hemos de seducir para mover y seducir «al mundo externo».
Frente a otras técnicas de mejora, nosotros trabajamos para que las personas se identifiquen con su yo auténtico (generalmente lo desconocemos). Así, ante inseguridades, o a la hora de ganar confianza, presentarse o hacer propuestas a personas que tienen delante, logramos que sepan estimularse a sí mismos y sentirse en condiciones para hacerlo ante el otro.
Seducirse primero a uno mismo. Gustarse, porque uno debe saber lo que tiene de gustable y, por supuesto, identificando lo mejorable, aceptándolo y mejorándolo, sin la necesidad de ocultarlo ante el otro.
Antes de enseñar a seducir, en Egolandseduccion nos planteamos la necesidad de trabajar en tres objetivos previos que llamamos «las tres competencias de la seducción». Cada una con sus principios y herramientas:
Las he representado en tres círculos concéntricos. El central representa el carisma, personalidad atractiva, que nos permitirá conseguir el siguiente; conmover (conmovernos y conmover), sirviendo al tercero; convencer, para resultar mejores argumentadores, persuasores y negociadores.
¿Y qué es el carisma?
Entenderemos carisma como poder de atracción. Esa capacidad de atraer involuntariamente por aquello que nos distingue como personas únicas, por lo que nos diferencia. Con nuestras ideas, sensibilidades, formas de expresión, gestualidad y conductas que nos hacen ser referentes.
Hay una palabra muy bella en griego: agalma. El agalma es algo propio, precioso, íntimo y netamente in-sabido para uno mismo. Cada uno tenemos el nuestro. Se trata de la atracción mágica que hace que la gente se fije en nosotros, detecte nuestra presencia; que nos preste atención y escuche nuestras opiniones con interés y que influyamos en ellos sin proponérnoslo. Es lo que hace que quieran ser como nosotros, que nos admiren. O que sin racionalizar, sin buscar o indagar los motivos, les guste estar a nuestro lado, actuar como nosotros o compartir nuestra forma de ver la vida o de actuar.
Trabajamos para descubrirlo, reforzarlo, acrecentarlo y hacerlo visible. Vamos a ejercitar la búsqueda de nuestro atractivo genuino y ayudar a que el otro lo intuya.
Entendiéndolo como la capacidad de llegar a sentir de verdad la belleza que nosotros, el mundo y el otro nos ofrecen. Una vez conmovidos vamos a poder expresarlo para poder conmover. Emocionar, excitar, conmocionar. Tenemos la oportunidad con el otro de sentir algo nuevo y diferente, sin tapujos, trucos ni límites, porque podemos ser capaces de abrirnos, de dar y de «llegar» como no lo suelen hacer la mayoría de las personas. En definitiva, porque entre ambos podemos hacer de nuestro encuentro una obra de arte.
Implica saber argumentar de una forma eficiente. Persuadir de manera que las palabras elegidas nos ayuden a favorecer que acepten nuestras propuestas y a que nos propongan lo que queremos, a dificultar los noes y a negociar puntos de encuentro donde lleguemos a un acuerdo en el que ambos ganemos.
Siempre desde el respeto al paradigma ganar/ganar. Si uno siente que no gana, la seducción no tiene sentido. Por tanto, ante los constantes tira y afloja que se van a dar seduciendo, conviene estar preparado y ser una persona convincente. Alguien que sepa eliminar las disonancias en el otro, y alguien que sepa presentar las propuestas de forma atractiva.
El proceso de seducción implica el vaivén de avances y retrocesos que se dan durante una interacción o relación entre dos.
Dos personas parten de puntos distintos sobre una misma línea, y conforme se estimulan, se proponen y acuerdan, van y vienen, uno hacia delante, otro hacia atrás. Y como en un baile, podrán llegar a bailar juntos en un punto de encuentro de satisfacción sexual, emocional y racional, pues ambos han aceptado «la propuesta» (ya sea sexual, amorosa, de pareja o todas sus variantes). Porque en la seducción «siempre se está proponiendo algo», implícito o explícito.
Pero tras ese baile, la historia continúa, y depende de ellos cada cuánto, con qué frecuencia o con qué tipo de música deciden repetir los pasos. Se trata de negociar, pues muchas parejas de baile acaban perdiéndose de vista y buscando a otro con el que acordar un nuevo punto de encuentro para un nuevo baile.
Dos iguales, con el mismo protagonismo en la historia, con el mismo rol activo; ninguno es pasivo.
Durante esos avances y retrocesos, enseñamos a pedir y a dar información sobre quiénes somos, y en tres dimensiones:
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