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Caroline Criado Pérez - La mujer invisible

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Caroline Criado Pérez La mujer invisible

La mujer invisible: resumen, descripción y anotación

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¿Te imaginas vivir en un mundo en el que tu teléfono móvil es demasiado grande para tu mano? ¿En el que tienes un 47% más de probabilidades de morir que tu pareja si tienes un accidente de coche? ¿En el que un médico te prescribe un medicamento que tiene efectos adversos sobre tu organismo? Si no necesitas imaginar nada de esto, enhorabuena: todo indica que eres una mujer. En su nuevo libro, la escritora y activista Caroline Criado-Perez nos muestra cómo, en un mundo construido por y para los hombres, nos olvidamos de la mitad de la población. La autora reúne por primera vez una apabullante cantidad de estudios, historias personales de mujeres y nuevas investigaciones a lo largo de todo el planeta que ilustran las diferentes maneras en las que las mujeres han sido olvidadas y el impacto que esto ha tenido en su salud y bienestar. Desde políticas públicas a ensayos médicos, desde la tecnología que usamos a diario al lugar de trabajo, desde la planificación de las ciudades a los medios de comunicación o los medios de transporte, La mujer invisible saca a la luz el sesgo en los datos que ha excluido a las mujeres. Un libro poderoso y provocativo que hará que veas el mundo de una forma diferente.

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La mujer invisible — leer online gratis el libro completo

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AGRADECIMIENTOS

Escribir un libro puede ser un esfuerzo solitario y muchas veces lo es. Pero también resulta, en muchos aspectos, un logro de grupo. Mi primer agradecimiento es para Rachel Hewitt, quien me presentó a su increíble agente que ahora es la mía, Tracy Bohan de la Agencia Wylie. Sin esta presentación, este libro probablemente nunca habría sucedido, y ha sido un sueño trabajar con ella. Todo mi agradecimiento por aceptarme y ayudarme a dar forma a una propuesta de libro que despertó el interés de varias editoriales, por no hablar de su disponibilidad, tan serena y educada a su manera canadiense, lidiando con todos los problemas (incluso los que yo misma creaba) que le he ido arrojando. Gracias también a Jennifer Bernstein, que tanto me ha apoyado en todo momento.

Mi siguiente agradecimiento es para mis dos brillantes editores, Poppy Hampson y Jamison Stoltz, que entendieron inmediatamente la idea como nadie más lo hizo. Ambos han sido meticulosos y metódicos, y me han guiado con delicadeza a través de los diversos borradores, haciéndome preguntas que me han obligado a afinar mis argumentos y defender mi tesis. Este libro es lo que es gracias a ellos, y les estoy muy agradecida por mejorarlo. Un agradecimiento especial a Poppy por compartir conmigo al menos dos crisis ya en la recta final. Y gracias efusivas a todo Chatto & Windus y Abrams Books por aceptar este libro y poner tanta dedicación en él desde el principio para lograr que funcionara.

Hay muchas personas a las que quiero agradecer su generosidad con su tiempo y su experiencia. A Nishat Siddiqi, por darme un curso acelerado sobre el funcionamiento del corazón y responder a todas mis preguntas sin duda ridículas sobre el sistema cardiovascular. A James Ball, que hizo otro tanto con todas mis preguntas sobre estadística, además de ser un amigo brillante y escuchar mis gemidos más o menos diarios sobre llegar al final. Gracias también a mi querido amigo Alex Kealy, mi otro consultor sobre estadística que tuvo que soportar mi lamento semirregular. Y una mención especial a Alex Scott, por ser increíblemente amable y leerse los capítulos médicos para asegurarse de que no había ningún disparate, y a Greg Callus, quien comprobó los datos jurídicos por mí.

Merece un reconocimiento especial Helen Lewis, por acuñar el término «borrador vómito», que tanto me sirvió para empezar a poner por escrito las primeras palabras. Muchas gracias a ella y a Sarah Ditum, Alice Ford, Nicky Woolf y Luke McGee por leer valientemente algunas partes muy al comienzo (y en particular a Helen por haber puesto su mirada experta sobre algunas secciones especialmente enrevesadas). Espero que ninguno de ellos haya quedado muy traumatizado por la experiencia.

A todos mis maravillosos amigos por apoyarme y soportar mis desapariciones de meses enteros y mis constantes anulaciones de planes: gracias por la paciencia y el aliento, y por escuchar. No podría pedir un grupo mejor y me siento muy agradecida de teneros a todos en mi vida, especialmente a mi querido HarpySquad y al grupo de Picture 1, que realmente tuvieron que sufrir conmigo a diario a lo largo de este libro. Ya sabéis quiénes sois.

Pero mi mayor gratitud es para mi increíble Amiga Oficial y animadora Tracy King, que no solo ha colaborado estrechamente conmigo en mis disparatadas campañas feministas, sino que ha leído los primeros borradores vómito de este libro y nunca ha dejado de alentarme y asegurarme que algún día lo terminaría. Sin ella nunca lo habría logrado ni conservado la (relativa) cordura.

Queda un último agradecimiento y es para mi querida perrita Poppy. Ella realmente hace posible lo que hago, no solo sentándose en mi regazo, sino distrayéndome cuando llevo demasiado tiempo escribiendo. Literalmente me lamió el brazo mientras yo tecleaba esto. Es la mejor y no podría hacer nada sin ella.

CUARTA PARTE
IR AL MÉDICO

La representación del mundo, como el mismo mundo, es obra de los hombres; ellos lo describen desde su propio punto de vista, que confunden con la verdad absoluta.

SIMONE DE BEAUVOIR

Para las mujeres que perseveran: seguid dando guerra

EPÍLOGO

Las peleas de papas y reyes, con guerras o pestes en cada página; ningún hombre vale para nada y de las mujeres apenas si se hace mención alguna; es muy tedioso.

JANE AUSTEN

Dos horas tardó Daina Taimina en dar con la solución que había esquivado a los matemáticos durante más de un siglo. Corría el año 1997 y la matemática letona participaba en un taller de geometría en la Universidad Cornell. David Henderson, el profesor que dirigía el taller, construía un plano hiperbólico con finas tiras circulares de papel pegadas con celo. «Era horrible», dijo Taimina riéndose en una entrevista.

Un plano hiperbólico es «el opuesto geométrico» de una esfera, explica Henderson para la revista de arte y cultura Cabinet». En pocas palabras, el espacio hiperbólico es un tema serio.

Pero durante miles de años, el espacio hiperbólico no existió. Al menos según los matemáticos, que creían que solo había dos tipos de espacio: el euclidiano o plano (una mesa) y el esférico (una pelota). En el siglo XIX se descubrió el espacio hiperbólico, pero solo en principio. Y aunque los matemáticos intentaron durante más de un siglo descubrir una manera para representar físicamente este espacio, nadie lo consiguió… hasta que Taimina atendió a ese taller de Cornell. Porque, además de ser una gran profesora de matemáticas, le gustaba hacer ganchillo.

Taimina aprendió a hacer ganchillo en la escuela. Cuando uno crece en Letonia, parte de la antigua Unión Soviética, «sabe reparar el coche, arreglar el grifo, cualquier cosa —explica—. En mi adolescencia, hacer punto o cualquier otra labor te permitía confeccionarte un vestido o un jersey distinto del que llevaban todos los demás». Pero aunque ella siempre había visto patrones y algoritmos en la labor de punto o ganchillo, nunca había relacionado esta habilidad doméstica femenina y tradicional con su trabajo profesional en el campo de las matemáticas. Hasta ese taller de 1997. Cuando vio el papel manoseado que Henderson utilizaba para explicar el espacio hiperbólico, cayó en la cuenta de que podía hacerlo en ganchillo.

Dicho y hecho. Se pasó el verano «tejiendo un conjunto de formas hiperbólicas para la clase» junto a la piscina. «Al pasar por mi lado, todos me preguntaban: “¿Qué estás haciendo?”. Y yo respondía: “Oh, un plano hiperbólico de ganchillo». Hoy día, las creaciones de Taimina son el modelo estándar para explicar el espacio hiperbólico.

Como es natural, la principal contribución de Taimina al estudio del plano hiperbólico no cierra una brecha de datos que está directamente relacionada con las mujeres. Lo que demuestra, sin embargo, es que el logro de cerrar la brecha de datos de género va más allá de los derechos de la mujer. Cerrar la brecha de datos, como hemos visto en el impacto que tienen las mujeres en la política, en las conferencias de paz, en el diseño y la planificación urbana, es bueno para todos. Incluso para los matemáticos.

Cuando se excluye a la mitad de la humanidad de la producción de conocimientos, se pierden ideas que son en potencia transformadoras. ¿Habrían llegado los matemáticos por sí solos a la solución tan elegantemente simple de Taimina? Es poco probable, en vista de los pocos hombres que hay aficionados al ganchillo. Pero en Taimina la destreza tradicionalmente femenina de hacer ganchillo colisionó con la esfera tradicionalmente masculina de las matemáticas. Y fue esta colisión la que llevó a solucionar por fin el problema que muchos matemáticos habían pensado que era una causa perdida. Taimina proporcionó el eslabón que los matemáticos necesitaban.

Sin embargo, muchas veces no permitimos que las mujeres proporcionen este eslabón. Y continuamos dando por insolubles muchos de los problemas del mundo. Como Freud, lo que parecen enigmas siguen haciéndonos «cavilar». Pero ¿y si esos problemas no fueran insolubles como ocurrió con la representación del plano hiperbólico? ¿Y si, como los problemas en los concursos científicos televisados, lo único que hace falta es una perspectiva femenina? Los datos que tenemos son incontestables: mientras continuamos diseñando, planificando y desarrollando el mundo hay que empezar a tener en cuenta la vida de las mujeres. Concretamente, hay que empezar a responder de los tres temas que definen la relación de las mujeres con ese mundo.

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