Helen Walmsley-Johnson es escritora freelance y columnista on-line del diario The Guardian, donde lleva la sección The Vintage Years (Los años de la madurez). También escribe para las revistas New Statesman, The Pool y Standard Issue. Le interesan especialmente los temas relacionados con el feminismo y con los derechos de las mujeres mayores, y ha hablado sobre la lucha contra la discriminación por edad y los abusos en el entorno del hogar en Woman’s Hour (La hora de las mujeres), BBC Radio y BBC Breakfast. Vive en un pueblo en Rutland.
LA MUJER INVISIBLE,
prologada por Lidia Herbada
Nos dicen constantemente que los sesenta son los nuevos cuarenta… ¿No será que los setenta son los nuevos cincuenta?
De la autora de la popular columna The Vintage Years que publica el diario británico The Guardian surge una llamada a todas aquellas mujeres que, invocando la cordura, se niegan a quedarse metidas en casa, en zapatillas y bata y con los rulos puestos llegada una edad, y que no están de acuerdo con la idea de que las mujeres deban aferrarse desesperadamente a «estar siempre jóvenes», insistiendo en esa manida idea de ser «jóvenes de corazón». ¿Acaso no puede haber una tercera vía? ¿Es que no se puede envejecer con gracia, estilo y confianza en una misma, sin renunciar a tener una voz propia? Y todo para hacer frente a esa dichosa marea que predica que cualquier mujer sería mucho más feliz si tuviera diez años menos…
Tocando asuntos como la familia, las finanzas y el trabajo, pasando por la cosmética, la moda y el sexo, La mujer invisible, de Helen Walmsley-Johnson es un libro que habla acerca de cómo envejecer: un libro que no insiste en cómo evitarlo, sino en disfrutar de la madurez, al tiempo que se crece y se prospera en el ámbito personal.
En un tono honesto y a veces desafiante, la autora aborda el envejecimiento desde diversos puntos de vista: el miedo a lo que puede perderse (incluida la salud mental), la decadencia física del cuerpo y la manera de seguir en busca de aventuras cuando parece que las circunstancias juegan en nuestra contra. En un tono fresco, divertido y franco, esta mujer, que ha vivido la vida al máximo, no se plantea retirarse en silencio a su casa, para quedarse allí en zapatillas, con la bata y los rulos puestos.
Prólogo
Cuando la editorial Libros de Seda se puso en contacto conmigo y me brindó la oportunidad de escribir el prólogo a una de las columnistas más importantes de la página on-line del diario The Guardian, Helen Walmsley-Johnson, sentí vértigo.
Primero por no estar a la altura de esta gran mujer que con sus posts irónicos cada semana en The Vintage Years ha tocado el corazón de miles y miles de lectores traspasando fronteras. Y por otro lado, porque yo no estaba todavía en esa barrera que parece que nunca llega y que antes o después nos pillará como un vendaval: la mediana edad.
Tengo que reconocer que sentí algo de pudor por prologar un ensayo sobre un tema que se alejaba bastante de mi realidad. ¡Qué equivocada estaba de nuevo! Ella tiene casi sesenta años, y contempla perpleja que la mujer que se refleja en el espejo sea el espíritu joven que vive en ella. Yo tengo casi cuarenta y dos años y todavía me pregunto quién es esta mujer y dónde está la adolescente que sobrevive en mí. Ya teníamos algo más en común: tempus fugit.
Este libro ha caído en mis manos en el momento justo, como sé querido lector que encontrará un lugar inolvidable en tu librería. Ya sabéis que todo en la vida es cuestión de momentos: para las relaciones, para los trabajos, para viajar y para un sinfín de cosas más. Estas páginas han tocado el timbre de mi puerta cuando estaba buscando las piezas de mi puzle existencial. Añade que he empezado a experimentar los primeros síntomas físicos del paso del tiempo, este año por primera vez en mi vida visitaba a un oftalmólogo, allí donde hace unos años veía letras grandes desde la entrada empezaba a vislumbrar letras difuminadas. Yo que era capaz de encontrar una lentilla en medio de la pista de la discoteca cuando mi amiga miope las perdía, ahora me estaban insultando en mi cara ¿Vista cansada yo? Cansada me tiene la sociedad. Las mujeres hemos ido acumulando pensamientos adormecidos, frustraciones, sueños no cumplidos, insatisfacciones, todo aquello que pensamos que era ropa sucia. Una voz como la de Helen Walmsley-Johnson nos la revuelve y la saca del cesto. Esos pantalones que no entran y se arremolinan en las caderas, kilos que no se van del cuerpo ni invitándoles a salir. Y lo que es peor parece que han venido a quedarse.
Helen muestra una gran habilidad para excavar en los aspectos físicos y psíquicos de nuestras vidas femeninas, permanecemos relegadas en la carretera, en una reforma constante generada por agentes externos y en la mayoría de los casos provocadas por nuestros peores enemigos que somos nosotras mismas. Si tuviera que resumir este libro en una sola línea, diría que es la capacidad que tiene una gran mujer de reinventarse cada día ante los diferentes obstáculos que nos presenta la vida. Su energía, su flema británica, su optimismo cuando las cosas no van como uno espera. Su lucha, su constancia por seguir siempre adelante y la capacidad de enfrentarse a lo nuevo reconociendo el miedo pero escupiéndole a la cara convierten este libro una joya valiosa para recorrer el camino. Y como os digo, es un libro que tiene una voz universal, porque no hay una mediana edad establecida como creemos, sino que a lo largo de la vida, y tengamos la edad que tengamos, vivimos pequeñas crisis. Algunos se han empeñado en ponerles nombres a todas ellas «edad del pavo», «crisis de la madurez», «crisis de los 40»… Helen también se equivoca en etiquetarlo en un libro dirigido hacia la mediana edad. Ha creado un libro universal y lo mejor es que no se ha dado cuenta de que se ha convertido en la voz dormida de muchas mujeres.
Los fantasmas vienen de fuera, como no iban a hacerlo si vivimos rodeados e influenciados por el medio social. Los medios de comunicación, los anuncios y hasta el cine se rebelan en nuestra contra. El cine también nos insulta desde la pantalla. Actualmente las actrices están recauchutadas en bótox. Todas se rigen por rostros homogéneos. Pero ellas no tienen la culpa, se sienten minadas por una sociedad que las ha dejado desnudas frente a un público que quiere carne fresca. ¡Cuarto y mitad de juventud, por favor! ¿Dónde están los cerebros? Parece que esta vez se han ido a la fuga.
¿Sabéis lo más indignante? Parece que en cada generación nos piden una hoja de ruta y si no estamos en ella nos volvemos INVISIBLES. Por esto estoy segura de que es un libro universal y relevador que nunca vas a olvidar. Marcadas externamente por el camino a seguir, nos comemos la cabeza redactando contestaciones a cartas que no llegarán, lo único que hacemos es debilitarnos, porque sinceramente cuando el cartero llame a tu puerta con la maldita carta estarás demasiado cansada para contestarla. Sin lugar a dudas diría que es un libro terapéutico que nos descarga de nuestro yo negativo, aquel que los otros nos crean y el que creamos nosotros mismos.
Y entre tanta ira y estupor, me viene a la cabeza una frase del genial Wilder en El Crepúsculo de los dioses:
—«Usted es Norma Desmond. Salía en las películas mudas. Estaba usted grande».
—«Soy grande. Las películas se han hecho pequeñas».
El libro comienza con una crítica feroz a los medios de comunicación, estos según Helen han relegado a las personas de mediana edad a una carretera menos transitada. Antes hacíamos autostop y paraban, ahora pasan de largo y si la lluvia ha creado charcos nos embadurnan de barro. Helen pasa por todos los estamentos de nuestra vida y no te deja indiferente.