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Javier Valdez Cárdenas - Narcoperiodismo. La prensa en medio del crimen y la denuncia

Aquí puedes leer online Javier Valdez Cárdenas - Narcoperiodismo. La prensa en medio del crimen y la denuncia texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2016, Editor: Aguilar, Género: Política. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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    Narcoperiodismo. La prensa en medio del crimen y la denuncia
  • Autor:
  • Editor:
    Aguilar
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    2016
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Narcoperiodismo. La prensa en medio del crimen y la denuncia: resumen, descripción y anotación

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¿Cómo se relaciona el narcotráfico y los medios de comunicación?
¿Prevalece la libertad de expresión en México? ¿Cuánto vale el tráfico de información?

Una investigación profundamente documentada sobre la forma en que el narcotráfico aniquila o seduce a periodistas.
Con una pluma violenta, aguerrida, profundamente humana, Javier Valdez Cárdenas revela quiénes han sido víctimas de los narcos por buscar la verdad, por escribir con valentía sobre la impunidad y las injusticias, y cómo actúan algunos reporteros o analistas que colaboran para los narcos con tráfico de información y servicios altamente remunerados. Un libro indispensable para entender la política y la sociedad de nuestro México inmerso en una guerra sin precedentes.
ENGLISH DESCRIPTION
How are drug trafficking and the Media related? Will freedom of speech prevail in Mexico? How much is the exchange of valuable information worth? This is a valuable investigation which has heavily researched the way in which drug trafficking destroys or seduces journalists. With a harsh and embattled, yet profoundly human angle, Javier Valdez Cárdenas reveals who have been victims of drug lords while searching for the truth and courageously writing about impunities and injustices. Valdez Cárdenas also delves into the behavior of some reporters and political annalists when collaborating with the kingpins by providing valuable information or offering well-paid services. This is an essential must-read book to be able to understand the politics and society of todays Mexico, one immersed in a war without precedents.

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A Maicol OConnor y Tracy Wilkinson inconmensurables periodistas a - photo 7

A Maicol O’Connor (+) y Tracy Wilkinson,
inconmensurables periodistas,
a quienes tanto extraño y amo.

A los periodistas mexicanos valientes y dignos,
exiliados, escondidos, desaparecidos, asesinados,
golpeados, atemorizados y pariendo historias,
a pesar de la censura y los cañones oscuros.

A Tania, Saríah, Fran, Javier Erasmo y Gris.
Por estar conmigo, soportarme y sembrar en mí,
a pesar de los nubarrones. O quizá por eso.

Agradecimientos

A Blues y sus pececitos, por la cama tibia, los sueños compartidos y los viajes de mezcal. A Daniela Pastrana y Daniela Rea, por marcarme con su voz y su ejemplo el camino, lleno de rosas con espinas. A Patricia Mazón, Andrea Salcedo, David García Escamilla, César Arístides, ese gran y portentoso equipo de editorial Aguilar. A la banda de Tamaulipas, Monterrey, Veracruz, Xalapa, Ciudad de México y Guadalajara, que no pudieron darme sus nombres pero se abrieron a mi libreta y mi pluma, me entregaron sus latidos y me confiaron su corazón erguido. A Cristian Díaz, por las fotos y por las no sonrisas que le regalé. Al extraordinario y rijoso del periodismo Josetxo Zaldúa, y a los grandes de la lente: Marco Peláez y José Núñez, de La Jornada, con un chingo de admiración y gratitud. A Carlos Lauría, del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) por estar siempre. A Ismael Bojórquez y Andrés Villarreal, de Ríodoce, por la amistad, la insumisión, los sueños quebrados pero vigentes, y el periodismo y punto. A Norma y Héctor, y toda la familia Macías, por el hogar ensanchado y la luz. A Fernanda y Mariana, mi solidaridad y compañía. A Ethel: buen viaje. A Fernanda López Villafuerte, por sus mariscos de chapopote… en Puebla.

Prólogo al vacío, al dolor,
a la indignación, a la muerte

Los ojos de la reportera se pierden en el vidrio, en la miseria de un sol vespertino que ya no calienta, o al menos, su calor parece que no sirve; la mujer es una lágrima herida, o mejor, una gota de sangre que no sabe dónde esconder tanta rabia, frustración y miedo, no sabe si aquellas ilusiones por indagar, sentir el asedio de la policía, llegar a redacción a afilar la nota, valieron la pena; ella mira a través de los vidrios y en esos ojos que se llenaron de tantos colores, anhelos y paisajes, sólo un gris funeral matiza los destellos…

Las manos del reportero tiemblan, quiere escribir la verdad y la palabra “miedo” se anota sola, desea decir en dónde, cuándo, quién, por qué… y la palabra “miedo” escupe burla, angustia, desilusión, olor de sangre o pestilencia de una casa de seguridad; el reportero tiene hijos, esposa, padres, hermanos, pero también tiene sus muertos y una mordaza, sus muertos y hambre y llanto y sed y una punzada en el pecho que lo obliga reprimir algunas lágrimas, sabe que no puede escribir, no debe escribir, no siente escribir, no sabe escribir porque “miedo” es su casa, el periódico donde trabaja, la ciudad y el país donde vive, donde se esconde y miserablemente sobrevive, pero aun así le dice al teclado, “ándale, cabrón, no te agüites, digamos lo que sabemos, pero sólo “miedo” aparece en la pantalla…

El fotógrafo corre, tropieza, la policía está cerca, los matones, los golpeadores, los sicarios, los perros, las hienas, las pesadillas, y corre desesperado, abraza a su cámara como si fuera un hijo, la palpa con su mano sudorosa mientras la otra manotea en el aire, ardiente, corta las angustias con su desesperación, se aferra a la existencia, pero cae, siente el primer chingazo en la sien, trata de levantarse, manotea, mira de pronto el sudor y la sonrisa del uniformado, del lodo que brama, “ya te chingaste, pendejo”, “ya te cargó tu puta madre”; lo golpean, le arrancan la cámara y el alma, se resiste, se revuelca, cede, aprieta los puños, los ojos y todo es negro, gruñidos y voces del infierno, lejanas, muy lejanas, un seco y apenas perceptible llamado del demonio…

Cada vez son más los periodistas desaparecidos, torturados, asesinados en México. Conscientes de que el problema del narcotráfico ha masticado con rabia todas las fronteras, podemos pensar que son sólo los emisarios de los cárteles quienes dan la orden de la ejecución, el levantón, el jodido calambre para que no escriban más en ese periódico que incomoda, estorba, se entromete. Pero no. No sólo los narcos desaparecen y matan a los fotógrafos, los redactores, los periodistas. También hacen su tarea de exterminio los políticos, la policía, la delincuencia organizada coludida con agentes, ministerios públicos, funcionarios de gobierno y militares. El gran pecado, el imperdonable delito, escribir sobre los dolorosos acontecimientos que sacuden a nuestro país. Denunciar los malos manejos del erario, las alianzas entre narcos y mandatarios, fotografiar el momento exacto de la represión, darle voz a las víctimas, a los inconformes, a los lastimados. El gran error, vivir en México y ser periodista.

Cuesta trabajo creer que en un país tan grande y lleno de contrastes, con una geografía maravillosa y recursos naturales que lo harían una potencia, los intereses económicos de unos cuantos estén por encima de la gran mayoría y el discurso con el que impongan su ley sea la impunidad, el asesinato, la corrupción, el despojo electoral, los levantones, la mordaza y el puñetazo artero, implacable a los periodistas que buscan la verdad.

Porque este libro no sólo intenta señalar los nexos del narcotráfico con los periodistas y las dos caras de la moneda ensangrentada: la de quienes son muertos por publicar lo que nunca debieron y la de aquellos que se alían con sicarios, halcones, narcos de todas las escalas para salvar su vida y llevar unos pesos más a casa, manchados, con lodo y sangre, pero en una mano viva, temblorosa pero viva; señalar el silencio obligado, la amenaza que esconde sus fusiles en Tamaulipas, para recordar a cada momento a cada redacción de los diarios que vivir es callar, o publicar sólo lo estrictamente necesario, recordarle a los periodistas que una cuerno de chivo es más efectiva que cualquier teclado.

No. No sólo es un libro de narcotráfico y periodismo, es también un libro sobre el poder político que secuestra y persigue, para matar, torturar, amenazar, a quienes trabajan en los medios de comunicación, como en Veracruz, donde los fotógrafos, reporteros y editores son vigilados en sus casas por enviados del gobierno y amenazados, amarrados de la cabeza a los genitales por el terror psicológico y obligados a dejar el pueblo, la casa, la entraña. Son perseguidos y asesinados por no complacer las preferencias de gobernantes y sus allegados. Mujeres y hombres en la mira, señalados, intimidados, hasta ser emboscados y después de la cotidiana tortura matarlos con salvajismo.

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