Cartas para ti
Dolph Apaestegui Sotomayor
Con todo mi amor para ti, mi único hijo.
Siempre feliz de ofrecerte mi vida
Índice
Introducción
El inicio
Cartas a ti
Segunda carta
Tercera carta
Limbo y otras situaciones
Una vuelta en U
Los fines de semana
Vicisitudes de mi vida estudiantil
Quieres creer
El homenaje
El calvario
Tiempo de reflexión
Sobre los demás
Sobre mí
Nuestra salud
¿Una vida más?
Yo
Un lunes sin ti
Los años pasados
Sobre los años por venir
El poder de los libros
La alegría
Sobre mis gustos
Lo que me despierta a medianoche
Las últimas semanas
Nuestra vida en Piura
La buena amistad persiste
El valor de la persistencia
Mis nietos
Nos veremos muy pronto
Introducción
Les doy la bienvenida a esta compilación de cartas de un padre soltero preocupado por su hijo. En el siguiente material podrán ser testigos de las situaciones que un padre soltero preocupado atraviesa. Desde coordinaciones con la madre de su hijo hasta tomar empleos impensados que le llevan a descubrir más sobre el mismo y sobre su hijo.
Muchas veces se identifica la frase madre soltera, mas padre soltero nos suena realmente a algún vago que dejo en abandono su hogar. Sin embargo podemos apreciar que no es posible juzgar a un padre por estar divorciado. Los tiempos modernos en los que vivimos, tan acelerados, llenos de banalidades y superficialidades sesga la percepción sobre temas tan clave en el ser humano como la familia y el matrimonio. Nuestro personaje conoció el amor, lo vivió y por diferentes situaciones de la vida decidió que lo mejor para su hijo era afrontar su paternidad en soledad.
Gracias a esta difícil decisión ha sido capaz de brindarle a su hijo todo su esfuerzo, cariño y dedicación. Brindándole una educación de calidad, brindándole salud y recreación a su pequeño hijo durante el día y medio que tiene de régimen de visita.
Es sin duda un material inédito en el que un padre le demuestra a su hijo que la decisión y el carácter son vitales en la formación humana. Gracias a esos dos componentes nuestro personaje ha mejorado como ser humano gracias a ese amor incondicional, irrenunciable y tierno hacia su hijo.
Con este material el autor pretende demostrar que existe en muchos lugares de Latinoamérica una fuerte corriente de padres que han dejado atrás las convenciones sociales y que dedican su vida, su esfuerzo, tiempo y dinero en sus hijos por encima de ellos.
El autor pretende demostrar que si bien las nuevas corrientes igualitarias de género son irrenunciables, muchas veces se está dejando de lado un componente clave para las siguientes generaciones. Dicho componente es el amor de una madre a su hijo o de un padre a su hijo. La dedicación al propio hijo no debe estar enlazada al tiempo restante de la actividad profesional o académica del padre. La dedicación a nuestros hijos debe ser un componente innato en el ser humano que busca prolongar su especie en el planeta.
El autor es un firme creyente que la vida y acciones en este planeta están condicionadas a mejorar las condiciones de vida de nuestros hijos que son quienes ocuparán nuestro lugar cuando nosotros nos quedemos sin vida.
Nosotros los padres somos los llamados a intervenir en la vida de nuestros hijos, no a dejarlos en piloto automático y que aprendan lo que puedan en la escuela que los inscribamos. Debemos ser un componente activo en la vida de nuestros hijos. Participar en cada aspecto de su vida y desarrollo, desde la recreación hasta su educación y salud.
Espero encuentren este material de su agrado así como las siguientes entregas del autor. Un gran padre que en soledad y, hasta ahora, en silencio que demuestra que las barreras de género solo son mentales.
El inicio
Aquí podrás conocer más sobre tu origen, como te forjaste con amor como un pensamiento una idea y te convertiste finalmente en el maravilloso ser humano que eres. Después de aquel día transcurrieron miles de vivencias desde excelentes hasta tristes. Ninguna de las más felices pudo vencer a ver por primera vez tu sonrisa. Del mismo modo ninguna de las más tristes fue tan abrumadora como ver tu pequeño cuerpo de nueve meses incrustado con tubos y vías cuando enfermaste. Desde tu primera risa te convertiste en mi guía, en mi luz y fortaleza. Sin ti no habría sentido en mi existencia. Tu felicidad, paz y éxito son ahora mi deber. Siempre estaré contigo en tu mente y corazón.
Alex vio por primera vez a Stephanie a los seis años y, desde ese preciso instante, supo que su vida no sería la misma. Ella era un año mayor que él pero cursaba un grado menos. Pese a eso compartían una química sin comparación. Fueron una pequeña pareja por lo que duró el año escolar. Después por motivos familiares Stephanie fue trasladada del colegio Ana María al colegio Santa Verónica.
Cada uno siguió su vida por cauces diferentes sin esperar que nueve años después volverían a encontrarse en el colegio “Santo Proyecto”. Alex había pasado por relaciones sentimentales que le habían dejado triste y deprimido tras haber vivido traiciones y desamores. Más allá de una amistad y algún cruce de palabras no compartieron más vivencias.
Alex ingresó a la carrera de derecho en la mejor universidad de Piura, ella aún cursaba quinto de secundaria. El tiempo pasó y Stephanie finalmente se conformó con estudiar medicina en la universidad donde trabajaba su padre.
Alex buscó durante mucho tiempo su correo electrónico y su número personal sin mayor éxito. Un día se percató que la profesora de historia de su colegio enviaba cadenas de mails a sus estudiantes. Probó con cada correo electrónico hasta que a mediados de 2010, después de seis meses de búsqueda, logró encontrar el correo correcto. Así se retomó aquella amistad que fue construyendo poco a poco un posterior romance.
Después de unos meses de comunicación y paseos, finalmente, muy cautivados el uno por el otro tuvieron su primer beso. El sintió desde ese momento que aquel beso no era como ningún otro que había vivido antes y decidió que ella era la indicada para su vida. Reunía todas las cualidades que un hombre espera de su amada pareja. Así iniciaron un romance que duró cerca de un año y medio como enamorados. Año y medio en el que dedicaban todas sus energías a conocerse más, a elaborar planes y pequeños viajes que les permitían conocer más del otro. Pasaban cerca de ocho horas juntos al día, él la recogía de la universidad, paseaban juntos, desafiaban constructos sociales que afirmaban su romance no duraría.
Se esforzaron por ser parte clave en la vida del otro, participaban en almuerzos en cada familia, formaron un lazo único de unión, solo entre ellos. Daban todo de sí por hacer mejor al otro, él la animaba a mejorar las posibilidades de su desarrollo académico y personal con cursos dentro de su universidad o en iglesias.
Para él ya no había lugar para dudas, aquella mujer que sus ojos veían con asombro, amor, pasión y benevolencia; era la mujer de su vida. Superaban sus problemas en paz y con facilidad, ahora que estaba seguro podía dar un paso adelante con ella. Quería pasar cada día a su lado, sentirse uno con ella y que ella se sintiera una con él.
Después de un año y medio de relación ambos visitaron a un ginecólogo, debido a la ausencia de su ciclo menstrual. Él les confirmó la noticia. La alegría desbordaba del cuerpo de Alex. Fruto del amor con aquella hermosa mujer habían engendrado a un pequeño que crecía cada día más fuerte y lleno de amor en el núcleo de su joven familia.
Alex canceló sus planes de estudio en el extranjero junto con sus vuelos, visas y demás; modificando todos sus horarios para adelantar la secuencia, ya que debía haberle propuesto matrimonio antes de engendrar a aquel pequeño. Sin embargo estaba feliz por establecer su hogar y para su primogénito. Preparó un gran escenario en el lugar preferido por ellos pero Stephanie no llegó porque se sentía mal, Alex debió improvisar otra bella propuesta ese mismo día, la que finalmente fue aceptada sin dudarla.