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666
H agamos de cuenta que las letras en su teclado no funcionan. Algún virus las inhibió, usted presiona la tecla, y la letra correspondiente no aparece en la pantalla de su ordenador, sea que esté utilizando Word u otro programa. No desespere, porque el resto del teclado sí funciona, y así ud. podrá escribir lo que quiera tecleando el código numérico de cada letra. Sí, lo mismo que hace cuando quiere escribir la arroba, que no tiene una tecla específica. Ud. entonces teclea Alt 64, y aparece la arroba en su pantalla, ¿no es cierto?
Pues bien, supongamos que ud. desea escribir la palabra BERGOGLIO, pero como dijimos, las teclas con letras no funcionan, pero las que tienen números sí, por lo tanto, ud., que es un usuario competente del ordenador, no se inmuta, y teclea los códigos numéricos correspondientes a cada una de las letras que componen el apellido del Papa:
Alt 66 (B)
Alt 69 (E)
Alt 82 (R)
Alt 71 (G)
Alt 79 (O)
Alt 71 (G)
Alt 76 (L)
Alt 73 (I)
Alt 79 (O)
Ahora bien, ud. posiblemente sea un jugador ocasional de Quiniela y Lotería, nada compulsivo, sólo un billete de vez en cuando. Y así naturalmente se le ocurre sumar los números que codifican el apellido del Papa, para jugarse una chance en la casa de apuestas más cercana. Toma la calculadora (podría hacerlo mentalmente, pero para qué gastar neuronas) y hace la suma... el resultado titila en el visor. Ud. se sorprende un poco al leer un número capicúa: 666. Repite la cuenta, porque algo en su subconsciente reconoció el número, y no lo puede creer. Sí, la suma da 666... el número de La Bestia del Apocalipsis!
¿Y ahora? ¿Una coincidencia numérica le hará perder la fe en la bonhomía del Papa? Pero ud. no se deja impresionar, Bergoglio es una excelente persona. Un muy buen hombre, y si le cae el 666 en el código alfabético universal de los ordenadores, peor para el Apocalipsis.
Yo estoy de acuerdo con usted, el Papa no es el Anticristo, ni su representante. Pero tal vez la relación numérica no indique identidad, sino simultaneidad: cuando Bergoglio sea Papa, llegará el tiempo de la Bestia...
Nerón y Bergoglio
Lejos de mí comparar a estas dos personas, tan distintas moralmente. Lo que he de relacionar aquí son las equivalencias numéricas de sus nombres. Pues en el código alfabético-numérico utilizado en la antiguedad, el nombre del emperador romano equivalía a 666, como han hecho notar numerosos exégetas. En efecto, en aquel tiempo las letras hebreas, como las griegas, tenían un valor numérico. He aquí las equivalencias numéricas de NRWN QSR (Nerón César, en hebreo):
N (nun) - 50
R (resh) - 200
W (waw) - 6
N (nun) - 50
Q (qoph) - 100
S (samekh) - 60
R (resh) - 200
Total: 666
Así pues, según los códigos alfabético-numéricos vigentes en sus respectivas épocas, el Emperador de Roma y el Papa de Roma comparten el mismo número... y tal vez, la historia se repita en la Ciudad Eterna, dos milenios después.
Durante el reinado de Nerón, los cristianos fueron perseguidos y echados a los leones; además se produjo el Gran Incendio que destruyó por completo cuatro de los catorce barrios de la capital romana, y dañó seriamente otros siete. Es curioso que Malaquías haya profetizado los dos mismos acontecimientos, a saber, una nueva persecución a los cristianos y la destrucción de “la ciudad de las Siete Colinas” durante el papado de Petrus Romanus, cuyo número oculto es el mismo...
Una señal sutil
Hay coincidencias inocuas, y las hay significativas. Estas últimas tienden a ser confirmadas por otras señales concordantes, las cuales parecen dirigir nuestra atención hacia ellas. Este parece ser el caso de Bergoglio y el 666. Pues no sólo su apellido alcanza esa cifra en la codificación informática de las letras, sino que el día de su elección hubo otra señal que asoció al Papa con ese número.
El 13 de marzo por la mañana, el primer premio de la Quiniela Nacional correspondió al 8235, exactamente las últimas cuatro cifras del carnet que acredita a Jorge Mario Bergoglio como socio del Club Atlético San Lorenzo. Este es, pues, el número del Papa, premiado el mismo día en que él fue electo: 8 + 2 +3 + 5 = 18. Y claro, a nadie se le escapa que 18 es 6 + 6 + 6.
Todos los caminos conducen a Roma, y todas las cuentas relacionadas con Bergoglio conducen al 666...
La quiniela
E l lenguaje simbólico compone un criptograma particular para cada sociedad y para cada individuo. El número cuatro es de mala suerte para un japonés, pero no lo es para un mapuche. El 13 suele ser de buena suerte para quienes nacen ese día, aunque a la mayoría de la gente le traiga mala suerte. Los gatos negros traían buena fortuna a los egipcios… y así podríamos seguir. Es importante comprender la relatividad de los valores simbólicos antes de aplicarlos a un individuo concreto. Hay que detectar cuáles símbolos se repiten en su vida, para poder interpretar los presagios referidos a esa persona.
En el caso del Papa, la quiniela jugó un papel simbólico importante el día de su consagración, tal como vimos en el capítulo anterior: el sorteo matutino de la nacional favoreció al 8235, número coincidente con las cuatro últimas cifras de su carnet de socio de San Lorenzo, el 88235. Pero ahí no termina la magia: en la quiniela de la Provincia, el primer premio correspondió a las dos primeras cifras de su carnet de socio, a saber, el 88, conocido popularmente como “El Papa”. Finalmente, en la quiniela nacional nocturna de ese mismo día ganó el 40, “El Cura”. Escépticos abstenerse de calcular la probabilidad de que esto se deba al azar, es infinitesimal… estamos autorizados a suponer, entonces, que los significados popularmente atribuidos a los números de la quiniela pueden concordar con el destino de Francisco, pues tal juego es una vía escogida por el lenguaje simbólico para formular presagios referidos a él.
El carnet que acredita a Jorge Bergoglio como socio de San Lorenzo de Almagro. Al lado, el extracto de los números premiados en el sorteo matutino de la Quiniela nacional el día de su elección como Papa: el primer premio coincide con las cuatro últimas cifras del carnet.
Para quien no lo sepa, la superstición popular argentina atribuye a cada uno de los cien primeros números de la quiniela (desde el 00 al 99) una correspondencia concreta con los sueños, que nada tiene que ver con el psicoanálisis o la oniromancia tradicional. Es un código particular, completamente arbitrario, que identifica por ejemplo, a un Borracho con el 14, a los Tomates con el 46, a una Pierna de Mujer con el 77, a los Vicios con el 69, al Dentista con el 37… un completo sinsentido, ya se ve.