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La Biblioteca del Congreso ha catalogado la versión en inglés
eISBN: 978-0-7704-3505-9
Fotografía de la portada: Associated Press
Primera edición en los Estados Unidos de América
v3.1
CONTENIDO
PRIMERA PARTE
Los primeros días del nuevo Papa
SEGUNDA PARTE
La vida que formó al papa Francisco
TERCERA PARTE
Sus palabras
PREFACIO
Cuando el papa Francisco salió al balcón de la Basílica de San Pedro por primera vez en la fresca noche del 13 de marzo de 2013, la gente que estaba en la plaza y los espectadores de todo el mundo, se preguntaron: ¿Quién es este hombre? ¿Qué es lo que cree? ¿Qué va a hacer como cabeza de la Iglesia?
Este es el objetivo de este libro, comenzar a encontrar respuestas a estas preguntas.
Recen por mí fue escrito dos semanas después de la elección del nuevo papa, como testigo ocular de aquellos primeros días. En ese periodo, estuve presente en Roma durante su primer encuentro con los periodistas, su primer ángelus y su primera audiencia semanal. También estuve presente y observé la misa del 19 de marzo que inauguró su pontificado, la misa del domingo de ramos del 24 de marzo, la misa de la vigilia pascual del 30 de marzo y la misa de Pascua del 31 de marzo de 2013.
La primera parte del libro es una serie de “informes del frente de guerra”. Se trata de la historia que está ocurriendo en ese mismo momento, captada mientras que está pasando y escrita para que la historia del papa Francisco pueda estar arraigada en los hechos y no en la especulación sobre lo que podría hacer en el futuro.
Las dos partes siguientes presentan a los lectores el hombre, su vida y su espíritu. Están principalmente basadas en sus propias palabras y en las palabras de algunas personas muy unidas a él. Ante todo, una breve biografía para la comprensión de sus orígenes: desde su infancia en Buenos Aires hasta su elevación a la cátedra de San Pedro, a la edad de setenta y seis años. Esta sección también describe las influencias espirituales que son la base de las acciones de este dedicado sacerdote. La última parte es una recopilación de sus palabras con respecto a diferentes temas que nos ofrece una visión de los pensamientos del papa Francisco en algunas cuestiones filosóficas y teológicas fundamentales, y que nos permite ver cómo ve las cuestiones más importantes del alma humana: ¿Qué es la fe? ¿Qué es la esperanza? ¿Qué es la alegría?
Este libro está escrito en parte por un periodista, pero también en parte por un creyente. He tratado de presentar el material con un enfoque claro, periodístico, pero mi objetivo principal ha sido el de ofrecer a los lectores un instrumento que puede ser utilizado, en cierto sentido, como un libro de devoción. El libro está escrito con el espíritu de la lectio divina, es decir, a modo de conversación personal con Dios. En el texto los lectores encontrarán mucha información sobre la vida del papa Francisco, pero, en realidad, Recen por mí está escrito para aquellos que quieran acompañar al Papa en su viaje de fe durante los meses y años por venir. Ciertamente se puede leer de corrido del inicio hasta el final, pero también sugiero a los lectores utilizarlo como un medio para la contemplación, donde se puede pasar a cualquier página y hacer un rato de oración y de meditación sobre la vida del papa Francisco y también sobre nuestras propias vidas.
Ese es el punto central del libro: ofrecer a los lectores la oportunidad de caminar junto al nuevo Papa, no sólo para leer los gestos y las palabras de los primeros días de su pontificado, sino también para que puedan entrar en el alma de este hombre, en su fuerza, su pasión y su ternura. Un ejemplo concreto: en la mañana del 31 de marzo de 2013, Domingo de Pascua, el papa Francisco —que había sido papa por tan solo dos semanas y media— estaba pasando cerca de una gran multitud de gente en la Plaza de San Pedro, cuando de repente vio a un niño que sufría de una parálisis cerebral. Yo estaba a unos metros de distancia y vi el momento en que el papa Francisco se detuvo, alargó los brazos y abrazó al niño, besándolo en la mejilla. Allí, en medio de miles de personas, Francisco agarró al niño —cuyos padres y amigos habían levantado— en sus brazos. No fue un “momento fotográfico”, sino un gesto de amor que dejó conmovidos a muchos de los que estábamos presentes. El hombre alargando sus brazos en un gesto de amor: esa fue la oración, en el más amplio sentido de la palabra.
El propósito de este libro es ayudar a los que desean responder a la primera solicitud de este nuevo Papa a todos nosotros: “Recen por mí”, algo muy sencillo, dicho con el corazón. El papa Francisco es consciente de su propia fragilidad, de sus imperfecciones, de su humanidad. Sabe que, como todos nosotros, necesita de las oraciones de otros. Y sabe que las oraciones de los otros le darán apoyo espiritual, para ser lo que debe ser y hacer lo que debe hacer como sucesor de Pedro. Junto con las oraciones, el Papa nos pide también, como comunidad, cuidar a los pobres, a los que no se trata con justicia, a los que están en la cárcel, a los que sufren, a los que han perdido esperanza y se han dado por vencidos, y también a él, para que pueda llevar a cabo su tarea con valentía y humildad.
Si este libro, Recen por mí, contribuye a formar esa comunidad, habrá cumplido su razón de ser.
Roma, 2 de abril de 2013
INTRODUCCIÓN
El espíritu del papa Francisco
El mundo quedó atónito ante la sencillez de este hombre. Cuando el 13 de marzo a las 8:24 de la tarde se asomó al balcón central de la Basílica de San Pedro, en Roma, inmediatamente después de su elección, estaba vestido todo de blanco, sin la muceta roja tradicional; capa roja que llega el codo, normalmente adornada con armiño que el pontífice lleva sobre la sotana blanca (más tarde nos enteraríamos de que el maestro de ceremonias, monseñor Guido Marini, había puesto la capa sobre los hombros del nuevo papa, pero él se había negado, dijo: “no”).
El Papa se quedó en silencio un rato, mirando las doscientos mil personas que estaban en la plaza, sin decir nada.
Este silencio nos impactó. Todos entendimos que ninguna palabra —pocas o muchas que fueran—, podía expresar todo lo que hubiera querido decir, los sentimientos, las esperanzas, las preocupaciones de ese hombre en ese momento. Su silencio estaba lleno de modestia y sabiduría; modestia al reconocer que cualquier palabra que hubiese utilizado no estaría a la altura del significado del momento, y sabiduría al saber que solo el hecho de estar allí, vestido de blanco, era ya una expresión de lo que era y de lo que pensaba.
Su silencio era elocuente, su sonrisa nos dijo que estaba con nosotros, esperando con nosotros, de pie con nosotros. Su silencio habló.