Jorge Mario Bergoglio
Francisco
Las cartas
de la tribulación
Edición de
Antonio Spadaro y Diego Fares
Herder
Traducción: Roberto H. Bernet (Introducción de A. Spadaro y artículo de J. Hanvey); Ernesto Dann Obregón S.I. (Cartas de los PP. Generales)
Edición digital: José Toribio Barba
© 2018, La Civiltà Cattolica, Roma
© 2018, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano
© 2019 , Herder Editorial, S.L., Barcelona
ISBN digital: 978-84-254-4293-3
1.ª edición digital, 2019
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ÍNDICE
Papa Francisco
Antonio Spadaro S.I.
P RIMERA PARTE
LAS TRIBULACIONES DE AYER
Jorge Mario Bergoglio S.I.
Lorenzo Ricci S.I. y Juan Roothaan S.I.
Diego Fares S.I.
S EGUNDA PARTE
LAS TRIBULACIONES DE HOY
F RANCISCO
«La herida abierta, dolorosa y compleja de la pedofilia»
Cuatro cartas a la Iglesia de Chile
Diego Fares S.I.
F RANCISCO
«Erradicar la cultura del abuso»
Carta al Pueblo de Dios
James Hanvey S.I.
PREFACIO
Recuerdo que cuando conferí con el padre Miguel Ángel Fiorito S.I. el borrador del prólogo que había escrito para la primera edición de Las cartas de la tribulación , el Maestro (así le llamábamos porque lo era y lo sigue siendo, ya que supo formar una Escuela de discernimiento), me hizo explicitar un poco más el último párrafo, donde hablaba de hacer recurso a la acusación de mí mismo (cfr. EE 48). Se trataba de discernir y afrontar bien la vergüenza y confusión que reinan afuera, cuando el Maligno desata una persecución encarnizada contra los hijos de la Iglesia, oponiéndole la sana vergüenza y confusión, que la infinita Misericordia del Señor y su Lealtad hacen sentir al que pide perdón por sus pecados. «Hay una gracia allí —me dijo—. Explicítela».
30 años después y en otro contexto (aunque la Guerra es la misma y es solo del Señor), la reedición de estas Cartas —que «son un tratado de discernimiento en épocas de confusión y tribulación»—, nos encuentra abocados, resueltamente, junto con otros compañeros que aportan sus reflexiones en el libro, a seguir cumpliendo este encargo —ahora con sabor a profecía de anciano—, de «explicitar una gracia».
Siento que el Señor me pide compartirlas de nuevo. Compartirlas con todos los que sienten que lo que quieren —en medio de la confusión que el padre de la mentira sabe sembrar en sus persecuciones— es luchar bien. Libres de ese victimismo al que es tentador rendirse y que, lo sabemos, esconde en su seno el resorte de la venganza, que no hace sino alimentar el mal que pretende eliminar.
Contra toda tentación de confusión y derrotismo, hace bien volver a sentir el espíritu paternal de nuestros mayores que late en estas Cartas de la Tribulación . Ellos nos enseñan a elegir la consolación en los momentos de mayor desolación.
Recomiendo leerlas y rezar con ellas. Estas Cartas son —lo fueron para muchos en momentos particulares de sus vidas— verdadera fuente de mansedumbre, coraje y lúcida esperanza.
F RANCISCO
INTRODUCCIÓN
Antonio Spadaro S.I.
En la Navidad de 1987, el P. Jorge Mario Bergoglio firmó un breve prólogo a una colección de ocho cartas de dos padres generales de la Compañía de Jesús. Siete son del padre general Lorenzo Ricci, escritas entre 1758 y 1773, y una del padre general Jan Roothaan, de 1831. Las cartas nos hablan de una gran tribulación: la supresión de la Compañía de Jesús. En efecto, con el breve apostólico Dominus ac Redemptor (21 de julio de 1773), el papa Clemente XIV había decidido suprimir la orden como resultado de una serie de movimientos políticos. Posteriormente, en agosto de 1814, en la capilla de la Congregación de los Nobles en Roma, el papa Pío VII hizo leer la bula Sollicitudo omnium ecclesiarum, con la cual se restauraba la Compañía de Jesús a todos los efectos.
En 1986, el entonces P. Bergoglio —terminado su período como provincial y, después, como rector del Colegio Máximo y párroco en San Miguel—, fue a Alemania para tener un año de estudios. De regreso en Buenos Aires, prosiguió sus estudios y enseñó Teología Pastoral. Entretanto, la Compañía de Jesús preparaba la LXVI Congregación de Procuradores, que se realizó entre el 27 de septiembre y el 5 de octubre de 1987. La Provincia argentina eligió a Bergoglio «procurador», enviándolo a Roma con la tarea de informar del estado de la Provincia, de discutir con los otros procuradores elegidos de las distintas Provincias sobre el estado de la Compañía, y de votar acerca de la oportunidad de convocar una Congregación General de la orden.
Fue en este contexto donde Bergoglio decidió meditar y presentar de nuevo aquellas cartas de los padres Ricci y Roothaan, porque, a su juicio, eran relevantes y de actualidad para la Compañía. Y para ello escribió un texto a manera de prólogo, que firmó tres meses después, que se extendía por más de dos mil palabras, la mitad de las cuales eran notas.
Antes de publicar el conjunto, había hablado y discutido su propio texto con el P. Miguel Ángel Fiorito, padre espiritual y, de hecho, maestro y guía de una generación de jesuitas.
Hoy volvemos a presentar este texto, que entretanto había dejado de estar disponible y había sido republicado recientemente por La Civiltà Cattolica Iberoamericana. Presentamos también las cartas de los prepósitos generales a los que el texto de Bergoglio hace referencia tal como fueron publicadas en traducción al español en 1987.
Francisco no ha dejado de hacer referencia en estos años a estas cartas y a sus mismas reflexiones de entonces. Por ejemplo, aunque sin referencias explícitas, ellas han constituido claramente la espina dorsal de su importante homilía para la celebración de las vísperas en la iglesia del Gesù, Roma, en 2014, en ocasión del 200 aniversario de la restitución de la Compañía de Jesús.
La ocasión más reciente fue la charla privada con los jesuitas durante su viaje a Perú. En esa ocasión Francisco afirmó que las cartas de los padres Ricci y Roothaan «son una maravilla de criterios de discernimiento, de criterios de acción para no dejarse chupar por la desolación institucional».
También hizo referencia explícita a las cartas cuando habló a los sacerdotes, religiosos y religiosas, consagrados y seminaristas en Santiago de Chile, el 16 de enero de 2018. En esa ocasión invitó a encontrar el camino a seguir «en los momentos en los que la polvareda de las persecuciones, tribulaciones, dudas, etc., es levantada por acontecimientos culturales e históricos» y la tentación es «quedarse rumiando la desolación».
Claramente, Francisco quería decir a la Iglesia de Chile una palabra en tiempo de desolación y de «torbellino de conflictos». Del mismo modo en que en aquella ocasión —haciendo siempre referencia a esas cartas— habló de Pedro. Con la pregunta «¿Me amas?», Jesús tenía la intención de liberar a Pedro de «no aceptar con serenidad las contradicciones o las críticas. Quiere liberarlo de la tristeza y especialmente del mal humor. Con esa pregunta, Jesús invita a Pedro a que escuche su corazón y aprenda a discernir». En síntesis, Jesús quiere evitar que Pedro se convierta en un destructor, en un mentiroso caritativo o en un perplejo paralizado. Jesús insiste hasta que Pedro le da una respuesta realista: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero» (Jn 21,17). Así, Jesús lo confirma en la misión. Y de este modo lo hace convertirse en su apóstol de manera definitiva.