© 2014 por Grupo Nelson®
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Título en inglés: Pocket Prayers
© 2014 por Max Lucado
Publicado por Thomas Nelson
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A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usada con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente bajo licencia.
Las citas bíblicas marcadas «DHH» son de La Biblia Dios Habla Hoy, Tercera edición © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996. Usada con permiso.
Las citas bíblicas marcadas «LBLA» son de La Biblia de las Americas®, © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usada con permiso.
Las citas bíblicas marcadas «NTV» son de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Usada con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.
Las citas bíblicas marcadas «NVI» son de Nueva Versión Internacional®NVI® © 1999 por Biblica, Inc.® Usada con permiso. Todos los derechos reservados mundialmente.
Las citas bíblicas marcadas «TLA» son de La Traducción en Lenguaje Actual © 2000 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usada con permiso.
Editora en Jefe: Graciela Lelli
Traducción: Omayra Ortiz
Adaptación del diseño al español: Grupo Nivel Uno, Inc.
ISBN: 978-0-71803-115-2
ISBN: 978-0-71803-116-9 (eBook)
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Contents
H ola, mi nombre es Max. Soy un flojo en recuperación en lo que concierne a la oración. Me quedo dormido cuando oro. Mis pensamientos hacen zig, luego zag, y después zig otra vez. Las distracciones se arremolinan como mosquitos en una noche de verano. Si el trastorno de déficit de atención se aplica a la oración, yo lo padezco. Cuando oro, pienso en las miles de cosas que tengo que hacer. Y me olvido de lo que se supone que estoy haciendo: orar.
Algunas personas se destacan en la oración. Inhalan el cielo y exhalan a Dios. Son el «SEAL Team Six» de la intercesión. Prefieren orar a dormir. ¿Por qué razón yo me duermo cuando oro? Pertenecen a la AGO: Asociación de Gigantes en la Oración. En cambio, yo tengo una tarjeta de membresía de FOA: Flojos en la Oración Anónimos.
¿Te identificas con esto? No se trata de que no oremos. Todos oramos en alguna medida.
Oramos sobre almohadas manchadas de lágrimas.
Oramos en liturgias impresionantes.
Oramos cuando estamos en un avión y vemos gansos volando.
Oramos al citar devociones antiguas.
Oramos por mantenernos sobrios, centrados o solventes. Oramos cuando la masa parece maligna. Cuando el dinero se acaba antes de que termine el mes. Cuando el bebé en el vientre no ha pateado en unos días. Todos oramos… un poco.
Sin embargo, ¿acaso no nos gustaría a todos orar… más?
¿Mejor?
¿Con más profundidad?
¿Con más intensidad?
¿Con más fuego, fe o fervor?
No obstante, tenemos hijos que alimentar, facturas que pagar, plazos de entrega que cumplir. El calendario se abalanza sobre nuestras buenas intenciones como un tigre sobre un conejo. Queremos orar, ¿pero cuándo?
Queremos orar, ¿pero por qué? Ya debemos admitirlo. La oración es extraña, peculiar. Significa hablarle al espacio. Elevar palabras al cielo. ¿Ni siquiera podemos conseguir que nos conteste la compañía de cable, y aun así creemos que Dios lo hará? ¿El médico está demasiado ocupado, pero Dios no? Tenemos nuestras dudas sobre la oración.
Y nuestras historias de oración tienen sus altibajos: expectativas sin alcanzar, peticiones sin respuesta. Casi ni podemos arrodillarnos por el tejido cicatrizado en nuestras rodillas. Dios, para algunas personas, es el mayor rompecorazones.
¿Para qué seguir tirando las monedas de nuestros anhelos en una alberca muda? Él me dejó plantado una vez… pero no dos.
Ah, el extraño enigma de la oración.
No somos los primeros en enfrentar estas luchas. El registro de asistencia para el curso Oración 101 contiene algunos nombres conocidos: los apóstoles Juan, Santiago, Andrés y Pedro. Cuando uno de los discípulos de Jesús pidió: «Señor, enséñanos a orar» (Lucas 11.1, NVI), ninguno de los otros se opuso. Nadie se fue diciendo: «¡Ah! Entiendo perfectamente este asunto de la oración». Los primeros seguidores de Jesús necesitaron orientación con respecto a la oración.
En realidad, el único manual de instrucción que pidieron fue sobre la oración. Ellos pudieron haber solicitado instrucciones sobre muchos temas: la multiplicación de los panes, la redacción de discursos, cómo calmar las tormentas. Jesús resucitó a personas de la muerte. Con todo, ¿un seminario titulado «Cómo vaciar el cementerio»? Sus seguidores nunca lo pidieron. No obstante, sí quisieron que hiciera algo: «Señor, enséñanos a orar».
¿Acaso su interés tuvo algo que ver con las promesas de Jesús sobre la oración, las cuales provocan que se te caiga la quijada y se te desorbiten los ojos? «Pidan, y se les dará» (Mateo 7.7, NVI). «Ustedes pueden orar por cualquier cosa, y si tienen fe la recibirán» (Mateo 21.22, NTV). Jesús nunca relacionó tanto poder con otro cometido. «Planifiquen, y se les dará». «Recibirán cualquier cosa por la que trabajen». Esas palabras no están en la Biblia. Sin embargo, estas sí: «Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido!» (Juan 15.7, NTV).
Jesús hizo promesas impresionantes en cuanto a la oración.
Y fue un modelo de oración convincente. Jesús oró antes de comer. Oró por los niños. Oró por los enfermos. Oró con gratitud. Oró con lágrimas. Él creó los planetas y formó las estrellas, y aun así oró. Él es el Señor de los ángeles y el Comandante de las huestes celestiales, y aun así oró. Él es igual a Dios, la representación exacta del Santo, y aun así se dedicó a la oración. Él oró en el desierto, el cementerio y el huerto. «Salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba» (Marcos 1.35).
Este debió ser un diálogo común entre sus amigos:
—¿Alguien ha visto a Jesús?
—¡Ah! Ya sabes. Siempre haciendo lo mismo.
—¿Orando otra vez?
—Así es. Se fue desde el amanecer.
Jesús a veces hasta se desaparecía para orar toda la noche. Estoy pensando en una ocasión en particular. Él acababa de experimentar uno de los días más estresantes de su ministerio. La jornada había comenzado con la noticia de la muerte de su pariente, Juan el Bautista. Jesús intentó retirarse con sus discípulos; sin embargo, lo siguió una multitud de miles. Aunque se sentía muy apesadumbrado, se pasó el día enseñando y sanando a la gente. Cuando descubrieron que la muchedumbre no tenía comida, Jesús multiplicó el pan de una canasta y alimentó a toda la multitud. En un lapso de unas pocas horas, batalló con la tristeza, el estrés, las exigencias y necesidades. Se merecía una buena noche de descanso. No obstante, cuando la noche finalmente llegó, despidió a la multitud y le dijo a sus discípulos que abordaran su barco, y «subió a las colinas para orar a solas» (Marcos 6.46, NTV).
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