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Sergio Marchi - No digas nada

Aquí puedes leer online Sergio Marchi - No digas nada texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1997, Editor: ePubLibre, Género: Religión. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Sergio Marchi No digas nada
  • Libro:
    No digas nada
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1997
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No digas nada: resumen, descripción y anotación

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AGRADECIMIENTOS

La cantidad de gente que directa o indirectamente colaboró con este libro es enorme y abarca un período de catorce años. Sin todos ellos prestando una ayuda valiosísima, esto no hubiera posible ni hubiera sido divertido. Con el correr del tiempo se han agregado nombres a la lista original, así que agradezco en un desorden tan profundo como la gratitud a las siguiente personas:

Andy Cherniavsky, Zoca, Cora Rampoldi, Gabriela Widmer, Laura López, Marisel López, Marcelo Fernández Bitar, Rodrigo Fresan, Alfredo Rosso, Adriana San Román, Tránsito, Miguel Panetta, Ulises Di Salvo, Lucía Capozzo, Reinaldo Vaisplett, Pipo Lernoud, Claudio Kleiman, Eduardo Berti, Luciano Di Vito y Fernando González, Adolfo, Beto (Teatro Ópera), Bruja, Laurita Casarino, Fernando Samalea, María Gabriela Epumer, Fernando Lupano, Gabriela Esquivada, Fabián Quintiero, Quebracho, Virginia, Erica Di Salvo, Gabriel Said, Mario Serra, Javier P. de Laborde, Sofía, Inés Raimondo, Juanse, todos los plomos que trabajaron con Charly, Mercedes Sosa, Nora Koblinc, Sergio García, Ken Lawton, Fernando Kabusacki, Miguel Ángel García, Hilda Lizarazu, Tito Losavio, Luciana Vásquez, Guido Nissenson, Alejandro Ariel, Morizono, Coy Páez, Maxi (del Beverly Video Club), Ana María Losilla, Isabel Marchi, Librería México 920, Guillermo Allerand, Marcelo Franco, Javier Febré, Ariel y Mónica Torrone, Marcelo Berestovoy, Pedro (encargado del edificio de Charly), Eduardo Cardozo, Familia Widmer, Juan Forn, Guillermo Saavedra, Andrew Loog Oldham, Francisco Cerdán, Nito Mestre, Mariela Chintalo, Diego Dubarry, Martín Rea, Iván Noble, Palito Ortega, María Eva Albistur, Sebastián Grandi, Diego Mancusi, Jésica Rosenberg, Conejo Gómez, Luis Chitarroni, Gloria Rodrigué, Miguel Panetta, Mariana Creo, Florencia Cambariere.

Antonio Ariel Marchi: la segunda parte de este libro terminó de escribirse el día que cumpliste tres años. Sin tu sonrisa, todo hubiera sido mucho más difícil. Felicidades.

Contacto con el autor:

cintatestigo@hotmail.com

www.sergiomarchi.net

LOS ALIADOS, TESTIGOS ADICIONALES

Zoca

En febrero de 1997, Zoca emigró una vez más como lo hiciera casi veinte años atrás cuando cambió Belo Horizonte por Buenos Aires; en esta ocasión, su decisión se tomó de a poco, cuando fue comprobando que la relación con Charly no prosperaba. Es probable que él no se haya dado cuenta de lo que Zoca lo quiere, aun más allá del amor, lo que a mí me consta personalmente. Como pareja, tuvieron diez años felices que duraron desde 1977 hasta 1986, cuando se produjo la primera separación: los dos se amaron muchísimo pese a todas las dificultades que encontraron a raíz de las presiones que como estrella de rock García debió enfrentar. Los otros diez años fueron de viajes, reconciliaciones, encuentros fugaces y peleas: Zoca vivió en Río de Janeiro durante unos seis años, antes de volver a Buenos Aires a comienzos de 1993, previo paso por Punta del Este a pedido de Charly, quien atravesó innumerables problemas en el Uruguay. Nunca volvieron a convivir. “Charly quería comprar un departamento en el que yo viviese con Miguel, pero no me parecía una buena idea”. Zoca se instaló por sus propios medios en un modesto departamentito del barrio del Once, y se ganó la vida como moza en una pizzería. Pese al asedio de los periodistas, Zoca jamás habló con ningún medio de su relación con Charly, pero aceptó dar su testimonio para este libro. En 1994 conoció a otro hombre, un alemán que esperó pacientemente a que Zoca agotara todas sus instancias con Charly, a quien nunca dejó de ver hasta que decidió irse. Ella fue una de las pocas personas que nunca le escurrió el bulto a las crisis de Charly, mostrando un cariño y una resistencia fuera de serie.

La convivencia de ambos se inició a partir de 1979, cuando Zoca consiguió el permiso de sus padres para vivir en Buenos Aires. Tenía 19 años. Tras una temporada en el hotel Nogaró, en Diagonal Sur, cerca de Plaza de Mayo, se mudaron a un departamento en Cochabamba y Perú donde estuvieron seis meses. Después alquilaron otro departamento en Peña y Bustamante, “un lugar muy lindo. Me acuerdo que siempre venía el papá de Charly y me golpeaba el vidrio. Con él teníamos conversaciones muy copadas. El viejo era como Charly pero grande; físicamente igual, con ojos azules, el pelo más claro, pero flaco; la misma nariz. Tenía mucha calidez. Hablaba muy tranquilo, era una persona muy sensible. Yo lo quería muchísimo, pero la relación entre él y Charly no era muy clara, yo nunca la entendí muy bien. Yo siempre vi una cosa muy positiva del papá hacia él. Estaba realmente muy contento, pero Charly no sé si lo percibía. Era como una no aceptación, porque de verdad era lo que pasaba. Con Carmen, la mamá de Charly, también tuve una buena relación, sin encontronazos ni cosas feas”.

Zoca tiene buenos y malos recuerdos de su convivencia con Charly. “Charly siempre fue muy atento conmigo, siempre me apoyó a que hiciera mis cosas, me estimulaba, preguntaba, compartía. Si estaba componiendo y yo entraba a la habitación, me hacía escuchar lo que estaba haciendo y consultaba mi opinión. Él podía dormir como un tronco, pero si en medio de la noche se le ocurría algo, iba al piano y tocaba. A veces se sorprendía de que le salieran todas juntas las canciones. Siempre fue introvertido, pero en casa estaba contento; con Miguel se llevaba fantástico: era cariñoso, le cambiaba los pañales y hacía todo lo que un padre debe hacer. Sus problemas eran con María Rosa, que durante un tiempo me hizo la guerra. Miguel y yo tuvimos una empatía de entrada: se quedaba a dormir en casa y no extrañaba. Era un bebé hermoso”.

Zoca evoca con muchísima alegría un recuerdo que data de un carnaval en Río de Janeiro que los dos compartieron con Herbert Vianna de Os Paralamas Do Sucesso. “Fue un carnaval en el jardín botánico de Río; cantábamos una especie de refrán que decía ‘agradezca y rece en el sobaco del Señor’. Nos agarramos un pedo mortal y cantamos eso todo el tiempo en el medio del despelote”. Zoca conserva en su memoria el período en que se desarrolló Serú Girán, como la época más divertida de su vida con Charly. “Él y David Lebón tenían una complicidad como de hermanos, muy parecidos y enganchados todo el tiempo. A los dos les gustaba mucho el blues, y se los veía muy bien juntos. Creo que Charly jamás volvió a tener otro amigo como David. Eran el dúo dinámico. Después David comenzó a viajar a los Estados Unidos y Pedro Aznar se aproximó más a él; Charly no dejaba de sorprenderse con su habilidad musical. Pedro estuvo mucho a mi lado en la primera internación de Charly. Le llevaba instrumentos a Charly, cosas para que pintara en la clínica. Fue todo el tiempo un amigo para los dos; a mí me dio mucha fuerza”.

La internación de Charly en una clínica psiquiátrica en julio de 1991 es una de las cosas que Zoca desearía poder desterrar de su memoria. En ese entonces, todavía residía en Río de Janeiro y se trasladó a Buenos Aires ante el ruego de Charly. “Vine porque él me lo pidió; me pidió que hiciera algo, que él ya no entendía nada. Estaba exaltado todo el tiempo, conectando y desconectando cables. Yo no tenía experiencia en esos asuntos; comencé a averiguar y llegamos a esa clínica. Cuando lo fueron a buscar, él no quiso ir y se lo llevaron contra su voluntad. Me reprochó muchísimo, y en un punto le doy la razón, pero también veía que si no hacía algo, Charly se moría. Simplemente traté de salvarle la vida, tal como él me la salvó a mí en Punta del Este en 1983, más o menos, por razones similares”. Permaneció internado durante tres meses y después de un tiempo consiguió autorización para ir a la casa de Pedro Aznar a grabar Tango 4. “Pedro fue una de las personas que más cerca estuvo de Charly en ese momento. Él podría haber estado veinte días o un mes, y lo retuvieron por una cuestión de plata. Hubo muchos manejos raros por parte de la clínica y hubo que presionar muchísimo para que lo dejaran salir. Esos lugares no te sirven para nada, salvo para quitarte la plata. Yo le dije al dueño del lugar que quería verlo todos los días y me prometió que todo iba a estar bien. Pero no cumplió, entonces comencé a llamarlo por teléfono todo el tiempo, a volverlo loco como él me volvió loca a mí con sus manejos de dictador. Charly estaba en una habitación muy chiquita y quisimos cambiarlo a una mejor. Pero él no quería mudarse porque sentía que si se acomodaba se iba a quedar para siempre. El asunto trascendió a la prensa porque un policía se lo dijo a un fotógrafo. Además de Pedro, fueron a verlo Moro, León y Nito, que iba seguido. Charly lo quiere mucho a Mestre aunque a veces creo que no lo entiende”.

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