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José Luis Martín Descalzo - Razones para vivir

Aquí puedes leer online José Luis Martín Descalzo - Razones para vivir texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1990, Editor: ePubLibre, Género: Religión. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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José Luis Martín Descalzo Razones para vivir

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JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO Nació en 1930 en Madridejos Toledo A los tres - photo 1

JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO. Nació en 1930 en Madridejos (Toledo). A los tres años se trasladó con sus padres a Astorga. Allí transcurrió casi toda su infancia, hecho que evoca de manera entrañable a menudo en sus obras, hasta que a los 12 años ingresa en el Seminario de Valladolid.

Licenciado en Teología y en Historia Eclesiástica por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma; allí formó parte del grupo poético reunido en la revista Estría del Colegio Español. Ejerció como profesor de Literatura en el Seminario de Valladolid, dirigiendo también allí una compañía de teatro de cámara.

Fue ordenado sacerdote en 1953. En 1956 obtuvo el Premio Nadal por La Frontera de Dios y en 1962 el Premio Teatral de Autores. Trabajó en diferentes medios de comunicación, entre los que destacan Televisión Española, el diario ABC y la revista Vida Nueva.

José Luis Martín Descalzo, padeció una grave enfermedad cardíaca y renal, que le obligó a estar sometido a diálisis durante muchos años, en los que tuvo a su lado a su hermana Sor Angelines; en ese tiempo escribió muchas de las mejores páginas de su prolífica obra, además de continuar interviniendo en televisión y escribiendo artículos en prensa. Vivió en todo momento sin dejar de sembrar esperanza y vida, hasta su muerte en Madrid, el martes 11 de junio de 1991.

Título original Razones para vivir José Luis Martín Descalzo 1990 Editor - photo 2

Título original: Razones para vivir

José Luis Martín Descalzo, 1990

Editor digital: Titivillus

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INTRODUCCIÓN Y van cuatro Cuando hace ahora cuatro años firmé la - photo 3

INTRODUCCIÓN

Y van… cuatro. Cuando, hace ahora cuatro años, firmé la introducción de Razones para el amor me prometí a mis lectores que aquélla era la «tercera y última entrega» de mis razones. Lo creía y lo deseaba sinceramente, ya que, me parecía a mí, con una trilogía y con cuatro años de artículos semanales en Blanco y Negro, ya estaba bien. Tenía que concluir aquella sección periodística, que había empezado como un ruego, pero que ahora me asfixiaba casi. Tenía yo la sensación de no tener ya nada que decir, de haber sido exprimido como un limón. Y todas las semanas me decía a mí mismo: «Éste es el último artículo de la serie». Pero, el mismo día que hacía tal propósito, llegaba la carta de uno o de varios lectores que me pedían que —¡por piedad!— no dejara aquella serie que para ellos era un consuelo y un aliento indispensable. Yo, naturalmente, no me lo podía creer, pero tampoco podía dudar de su sinceridad, aun cuando viera en sus escritos más el cariño que la objetividad. Pero el resultado es que, por piedad o por lo que fuera, yo seguía sintiéndome obligado a seguir.

Así han continuado las cosas cuatro años más, doscientas y no sé cuántas semanas más. Y siempre con el mismo resultado —que a mí me sorprendía cada día más— eran docenas, cientos los que me contaban que mi palabra era útil. Su amor me obligó a seguir trabajando. Haciéndolo lo mejor que yo sabía, tratando de estar a la altura del corazón de mis lectores, pero sin salir tampoco de mi asombro.

Por otro lado la vida de todo hombre va enriqueciéndose con el paso de los años si se sabe vivir despierto. Y tengo que confesar que la mía tuvo esa fortuna muy especialmente en los últimos cuatro años. Años especialmente difíciles. Me atrevería a decir que «progresivamente difíciles». Pero, precisamente por eso, años fecundos, enriquecedores, al menos para mí. Cuando concluía Razones para el amor hacía algunas semanas que habían comenzado mis sesiones de diálisis. En ellas sigo. Y últimamente mi corazón, que debía estar celoso de mis riñones, también empezó a hacerme perreras (Ahora me lo han domesticado con un marcapasos). Y resulta que, gracias a esas cuestas arriba (no soy tan vanidoso como para llamarlas «calvarios») he ido aprendiendo a ser más hombre.

¿Puedo detenerme ahora un minuto en esta introducción y contaros algo que hoy me conmovió hasta las lágrimas? Resulta que uno ha leído cientos de veces el evangelio pero, en cada una de las nuevas relecturas, te encuentras algo que no habías sospechado. Y hoy, leyendo la historia de Pilato, me dije a mi mismo: ¿Te has fijado de «en qué momento» formula el prefecto romano su famosa afirmación cristológica: «He aquí al hombre»? ¡Cuando le ve destrozado de golpes, con el rostro tumefacto de bofetadas, deshecho por la garra del dolor! ¿Es que el hombre sólo empieza a ser hombre cuando ha pasado ya por la criba del dolor?

No me atrevo a contestar tajantemente a esta terrible pregunta, pero sí quiero deciros que a mi el dolor me ha estirado el alma para entender un poco mejor las de los demás y, con ello, otorgarme los mejores gozos de mi vida.

Así pude seguir escribiendo ¡cuatro años más! Y ahora siguen siendo los lectores quienes me empujan a recoger en libro lo publicado. Todo sería imposible, pues haría un tomo cinco veces como el que tienes en tus manos. Queden aquí, al menos, los artículos que considero más significativos.

Y otra vez espero que este volumen sea el último de la serie. Aunque ya no me atrevo a asegurar nada.

Serie de textos fruto de la comunicación semanal del autor con los lectores del periódico ABC durante casi cuatro años. Tienen como trasfondo vital concreto la enfermedad renal de José Luís Martín Descalzo y las diálisis a las que se fue sometiendo durante dichos años. También desde la experiencia del dolor resulta posible ofrecer a otros razones de vida.

José Luis Martín Descalzo Razones para vivir Cuaderno de apuntes - 4 ePub r13 - photo 4

José Luis Martín Descalzo

Razones para vivir

Cuaderno de apuntes - 4

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Titivillus 27.05.2017

1

DESPIERTE EL ALMA DORMIDA

« Y o estaba tranquilo en mi mediocridad hasta que me resultó insoportable». Leo esta frase en la autobiografía de Robert Hossein, el cineasta francés, y me pregunto a mi mismo si esto de la mediocridad no será la mayor lacra de la Humanidad, de la que decía Ortega y Gasset que lo único que tiene de excelente es esa hache mayúscula con que la decoramos tipográficamente. ¿No es inevitable ser mediocre? ¿No tiene todo hombre clavada en la carne esa tendencia a vivir dormido tres cuartas partes de su vida?

No me refiero a aquella aurea mediocritas de la que hablaba Horacio, de ése no tener muchos deseos y contentarse con lo que se posee. Habló de la mediocridad de alma, de esa terrible tentación de rutina y vulgaridad que nos rodea por todas partes.

Ya sé que la tensión permanente es imposible, que ni los genios lo son veinticuatro horas al día, que con frecuencia hay que «descansar de vivir», que decía el poeta. Pero me pregunto si estos descansillos transitorios no se convertirán para muchos en una ley de vida, vuelta ésta una siesta interminable. Me pregunto si, como conclusión, no acabamos todos o casi todos los hombres siendo no seres humanos sino sólo millones de hombres.

¿De qué mediocridad estoy hablando? De la de quienes no son ni buenos ni malos; de quienes más que vivir se limitan a dejarse vivir, de los que no tienen ilusiones, ni esperanzas y jamás aspiran a mejorar; de cuantos rebajan todo lo grande y prefieren arrastrarse, a escalar; de quienes desprecian todo lo que no está a su alcance y embisten —como dijo Machado— contra todo lo que no entienden; de los que intelectualmente se alimentan de lugares comunes que jamás revisan; de quienes no hablan sino de tonterías; de cuantos dicen que se aburren porque se han sometido a la rutina. De todos aquéllos a quienes puede aplicarse la frase más dura de toda la Biblia, aquélla en la que, en el Apocalipsis, dice el Espíritu al obispo de Laodícea: «Ojalá hubieras sido frío o caliente. Pero como no has sido ni frío ni caliente, sino tibio, comenzaré a vomitarte de mi boca».

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