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José Luis Martín Descalzo - Razones para el amor

Aquí puedes leer online José Luis Martín Descalzo - Razones para el amor texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1986, Editor: ePubLibre, Género: Religión. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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José Luis Martín Descalzo Razones para el amor

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JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO Nació en 1930 en Madridejos Toledo A los tres - photo 1

JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO. Nació en 1930 en Madridejos (Toledo). A los tres años se trasladó con sus padres a Astorga. Allí transcurrió casi toda su infancia, hecho que evoca de manera entrañable a menudo en sus obras, hasta que a los 12 años ingresa en el Seminario de Valladolid.

Licenciado en Teología y en Historia Eclesiástica por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma; allí formó parte del grupo poético reunido en la revista Estría del Colegio Español. Ejerció como profesor de Literatura en el Seminario de Valladolid, dirigiendo también allí una compañía de teatro de cámara.

Fue ordenado sacerdote en 1953. En 1956 obtuvo el Premio Nadal por La Frontera de Dios y en 1962 el Premio Teatral de Autores. Trabajó en diferentes medios de comunicación, entre los que destacan Televisión Española, el diario ABC y la revista Vida Nueva.

José Luis Martín Descalzo, padeció una grave enfermedad cardíaca y renal, que le obligó a estar sometido a diálisis durante muchos años, en los que tuvo a su lado a su hermana sor Angelines; en ese tiempo escribió muchas de las mejores páginas de su prolífica obra, además de continuar interviniendo en televisión y escribiendo artículos en prensa. Vivió en todo momento sin dejar de sembrar esperanza y vida, hasta su muerte en Madrid, el martes 11 de junio de 1991.

A MI HERMANA ANGELINES SIN CUYO CARIÑO Y AYUDA ESTE LIBRO NUNCA HUBIERA PODIDO - photo 2

A MI HERMANA ANGELINES,

SIN CUYO CARIÑO Y AYUDA

ESTE LIBRO NUNCA HUBIERA

PODIDO ESCRIBIRSE

Título original: Razones para el amor

José Luis Martín Descalzo, 1986

Editor digital: Titivillus

ePub base r1.2

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INTRODUCCIÓN Cuando hace ahora cuatro años comencé esta aventura de mis - photo 3

INTRODUCCIÓN

Cuando, hace ahora cuatro años, comencé esta aventura de mis «razones», nunca pude imaginar lo que para mí llegarían a significar. Es asombroso: lanzas un día un pájaro a volar y, de pronto, te encuentras que él sólito hace nido en miles de corazones. Y el primer asombrado es el propio autor. Porque lo que nacía como una simple serie de artículos circunstanciales y dispersos se iba convirtiendo, para mí, en un retrato interior y, para muchos, en un compañero en el camino de la vida. Y fue ese descubrimiento de los que caminaban a gusto a mi lado lo que me empujó a encuadernar aquellas primeras impresiones en mis Razones para la esperanza, que tuvo una inexplicable acogida entre sus lectores, que no sólo agotaban sus ediciones, sino que además me inundaban a mí con su cariño.

Fue este cariño el que me obligó a seguir. Y nacieron las Razones para la alegría, que tuvieron, en ediciones y acogida, la misma suerte misteriosa que su hermano mayor.

Al editar ese segundo volumen, me prometí a mí mismo que ahí se cerraba aquella serie. Pero la insistencia de los editores me llevó a descubrir los muchos huecos que en los tomos publicados quedaban. Temas sin rozar, razones sin exponer. Faltaban, sobre todo, muchas de las más importantes raíces. En definitiva, sólo podemos tener esperanza cuando antes tenemos amor. Y la alegría no es sino el último fruto de ese amor. Si quería, pues, que estas “razones” —aunque aparentemente desordenadas y circunstanciales— recogieran las verdaderas claves de mi visión del mundo, tendría que añadirle esos trasfondos para dar verdadero sentido a los dos volúmenes precedentes.

Me animé por ello a cerrar esta serie de apuntes con una tercera y última entrega: estas Razones para el amor que tienes entre las manos.

El lector de los tomos precedentes encontrará en éste dos novedades: mientras aquéllos eran simplemente una recogida de artículos previamente publicados en ABC, esta vez un buen número de los que forman la última serie han sido reelaborados íntegramente o han sido directamente escritos para este volumen y son, por tanto, inéditos.

Más visible es la segunda característica: en este tercer volumen es mucho más notable la carga religiosa de la mayoría de mis comentarios. La razón es bastante simple: al estar las dos primeras entregas pensadas directamente como artículos para un periódico, prefería —aunque la visión religiosa estaba siempre al fondo de todos ellos— que predominara en sus planteamientos el simplemente humano, que pudiera llegar a todo tipo de lectores. Pues no todos los de un periódico son confesionalmente cristianos.

Esta vez, en cambio, al haber escrito pensando ya en el volumen, me he sentido más libre y he dejado a mi corazón que hablase con un mayor descaro de lo que realmente siente. Si soy cristiano, ¿cómo podrían mis razones no serlo? Si la última raíz de mi amor, de mi esperanza y mi alegría estaba en Dios, ¿tendría yo derecho no diré a camuflarlo —cosa que creo no haber hecho nunca—, sino incluso a dejarlo en un segundo plano de fondo?

Con ello estoy queriendo decir que en este tercer volumen entrego las que, en definitiva, son las últimas claves de mi vida. Soñé, a lo largo de mi vida, muchas cosas. Ahora sé que sólo salvaré mi existencia amando; que los únicos trozos de mi alma que habrán estado verdaderamente vivos serán aquellos que invertí en querer y ayudar a alguien. ¡Y he tardado cincuenta y tantos años en descubrirlo! Durante mucho tiempo pensé que mi «fruto» sería dejar muchos libros escritos, muchos premios conseguidos. Ahora sé que mis únicas líneas dignas de contar fueron las que sirvieron a alguien para algo, para ser feliz, para entender mejor el mundo, para enfrentar la vida con mayor coraje. Al fin de tantas vueltas y revueltas, termino comprendiendo lo que ya sabía cuando aún apenas si sabía andar.

Dejadme que os lo cuente: si retrocedo en mis recuerdos y busco el más antiguo de mi vida, me veo a mí mismo —¿con dos años, con tres?— corriendo por la vieja galería de mi casa de niño. Era una galería soleada, abierta sobre el patio de mis juegos infantiles. Y me veo a mí mismo corriendo por ella y arrastrando una manta, con la que tropezaba y sobre la que me caía. «Manta, mamá, manta», dicen que decía. Y es que mi madre estaba enferma y el crío que yo era pensaba que todas las enfermedades se curan arropando al enfermo. Y allí estaba yo, casi sin saber andar, arrastrando aquella manta absolutamente inútil e innecesaria, pero intuyendo quizá que la ayuda que prestamos al prójimo no vale por la utilidad que presta, sino por el corazón que ponemos al hacerlo.

Me pregunto, cincuenta años después, si todo nuestro oficio de hombres no será, en rigor, otro que el de arroparnos los unos a los otros frente al frío del tiempo. Por eso el niño que soy y fui ha escrito estas Razones. Si sirven para calentar el corazón de alguien, me sentiré feliz. Porque, entonces, sí que habré tenido razones para vivir.

Notas

[*] Rama juvenil de la Acción Católica, cuyos miembros son conocidos por ese apelativo formado con las iniciales de Juventud Obrera Católica. (Nota de la Edición Digital).

[*] «Mientras un silencio sereno lo envolvía todo». (Nota de la E. D.).

Con gran maestría Martín Descalzo nos muestra fabulosas y muy bien fundamentadas razones para conservar el amor, en su libro

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