Carlos Ríos ha conseguido que miles de personas salgan de Matrix y se apunten al movimiento Realfooding para eliminar definitivamente de su dieta el consumo de ultraprocesados y vuelvan a comer comida real. Sin embargo, los problemas de sobrepeso y obesidad siguen afectando a una gran parte de la población y ello también redunda en nuestra salud.
Porque lo más importante es la salud y perder grasa sin ponerla en riesgo es posible con comida real.
INTRODUCCIÓN
A lo largo de la historia reciente de la nutrición humana se ha cometido una serie de errores que han generado daños irreparables en la salud de la población. El caso más evidente es el de la creación, promoción y expansión mundial de los ultraprocesados, cuyos perjuicios son ya reconocidos gracias al trabajo de científicos que han mantenido su independencia frente a la influencia de Matrix. Pero eso no es todo. En paralelo al avance de los ultraprocesados, vinculados con el aumento de peso y el desarrollo de distintas enfermedades crónicas que ya tratamos en profundidad en mi anterior libro, Come comida real , se ha ido construyendo una nociva obsesión por el peso.
En la actualidad, el peso corporal y sus fluctuaciones dirigen la vida diaria de millones de personas, que toman decisiones basándose en si su peso cambia o no en el sentido que consideran idóneo. Como comprenderás, que algo que está aparentemente fuera de nuestro control (una cifra que marca un aparato) sea capaz de modular de forma tan potente aspectos como el estado de ánimo, la autopercepción, la toma de decisiones, la autoimagen, etcétera, resulta completamente nocivo. Como es lógico, cuando una cifra se convierte en una seña de identidad, un calibrador del estado emocional y un inductor de pensamientos autodestructivos, nada puede salir bien. Y es que, aunque el peso es muy importante para muchas personas, debemos asumir que se trata de un parámetro que no controlamos al cien por cien.
Pero este no es el único aspecto problemático del peso. No es raro asistir a juicios basados en él o en la imagen corporal de una persona sin conocer en ningún caso sus hábitos o circunstancias. También sucede lo contrario: son habituales los aplausos, las alabanzas o incluso la envidia hacia personas con un peso o imagen normativos, también sin conocer sus hábitos. Un ejemplo de esto son los modelos fitness , cuyo físico se envidia a diario sin conocer los hábitos y sacrificios a los que se someten para lucirlo y, por supuesto, sin tener ni idea de cómo se sienten ellos en relación con su actividad. Solo vemos la imagen: una foto o un vídeo de quince segundos de duración, casi siempre favorecedor y posiblemente retocado, que nos muestra lo que nos quiera enseñar la persona que lo ha colgado. No hay mala intención. De hecho, es algo que hacemos todos: seleccionamos minuciosamente o incluso retocamos nuestras fotos antes de subirlas a las redes sociales. Queremos mostrar lo mejor de nosotros. Pero lo mejor no refleja fielmente lo habitual ni lo real.
No obstante, la cosa todavía puede ser peor, ya que, en ocasiones, llegamos a aplaudir o a envidiar a gente con un peso o imagen normativos a pesar de saber que sus hábitos son un auténtico desastre. «Buf, qué envidia me da, come fatal (no se corta o no se sacrifica como yo) y luce un cuerpo maravilloso.»
La realidad es que, a lo largo del día, no es raro que dediquemos algún momento de nuestro valioso tiempo a valorar y juzgar físicos ajenos, y que los usemos como referencia para determinar la idoneidad de nuestro físico o, incluso, nuestro valor como personas.
Sin embargo, como verás, el peso y su regulación son consecuencia de muchas cosas. Algunas de las variables implicadas (hábitos o acciones diarias) están bajo nuestro control, pero otras (genética, circunstancias externas o ajenas, etcétera) no lo están en absoluto. Por eso, a lo largo del libro aprenderás a identificar las variables sobre las que puedes incidir y cómo utilizarlas en tu favor, pero también a aceptar las que no puedes controlar. Esto segundo resulta muy terapéutico, y posiblemente te ayudará a juzgar menos (si es algo que haces habitualmente) porque, con total seguridad, detrás de cualquier persona con obesidad existen múltiples factores. No se trata exclusivamente de un tema de «voluntad», también son sus genes, sus circunstancias, su capacidad para afrontar los estresores cotidianos, etcétera. Cuando acabes de leer esta primera parte, seguramente verás la obesidad con otros ojos.
No olvides que la obesidad es una condición crónica multifactorial. De hecho, una persona con obesidad obtiene beneficios clínicos evidentes con una reducción de entre el 5 % y el 10 % de su peso corporal. Sin embargo, lo problemático es que muchas personas no se conforman con esta pérdida, lo que provoca un desajuste entre los objetivos de la persona con obesidad y lo que se puede lograr de manera realista. Por ejemplo, una pérdida de entre un 5 % y un 10 % del peso en una persona de noventa kilos sería de entre cuatro y medio y nueve kilos. Mantener el peso perdido más allá de esta horquilla resulta muy difícil.
Independientemente de cuál sea tu peso, lo importante es que todo proceso de modificación y control de este se lleve a cabo bajo un estado de autoaceptación que hay que construir si no existe previamente. Como diría el psicólogo Carl Rogers, la paradoja está en que cuando te aceptas tal y como eres es cuando puedes cambiar. Mientras no te aceptes (a ti y tus circunstancias particulares), no podrás cambiar y mejorar: en primer lugar, tendrás que aceptar ciertos factores que afectan a tu peso, y en segundo lugar sí habrá decisiones que podrás tomar sobre él. Es en esto último en lo que debes centrarte.
Otro asunto que no hay que obviar es algo tan importante como el sentido de dos de las palabras que conforman el título de este libro. ¿Qué significa para ti