Este libro es una defensa contundente del paciente frente a los múltiples productos que podemos encontrar en las farmacias y que, en realidad, no cuidan de nuestra salud. Esther Samper busca iluminar, a la luz de la ciencia, ese lado oscuro de la farmacia para que nuestra elección no sea a tientas y a ciegas, sino informada y libre. Porque no hay verdadera libertad en una decisión si no hay conocimiento detrás que la respalde.
Homeopatía, complementos alimenticios, plantas medicinales, medicamentos contra la gripe y los resfriados, pulseras antimosquitos y otros productos que se venden en estos establecimientos a los que se les supone rigor científico y que, según su autora, la doctora Esther Samper, no lo tienen. Una herramienta veraz para entrar en la farmacia informados sobre los productos sin eficacia demostrada y las seudoterapias.
Una reveladora guía de salud decidida a desmontar productos ineficaces utilizados en infinidad de tratamientos por millones de personas.
D RA. E STHER S AMPER
La mentira más frecuente es aquella con la que una persona se engaña a sí misma: el engaño a los demás es una ofensa relativamente rara.
Prólogo
Somos muchos los que deseamos que nuestra sociedad se rija por la honestidad, la confianza, el «imperio de la ley»; por pagar un precio justo al valor que tengan nuestras necesidades materiales; por el derecho a no ser engañados por aquellos en los que confiamos; porque la ciencia ilumine el camino del progreso y del bienestar. Creo que cualquiera estaría de acuerdo con estas afirmaciones. En los aspectos relacionados con la salud, podríamos poner estos principios al inicio de cualquier declaración de intenciones. Aun así, lamentablemente, tenemos muchos ejemplos de que no siempre se cumplen estas premisas. Sería bonito que así fuera, ideal, tendríamos una sociedad desarrollada y madura; pero por desgracia no es así. Ni en España ni en ningún lado.
Cada vez se realizan más actividades de divulgación sobre temas de salud y tratamiento de las enfermedades a través de los medios de comunicación y de las redes sociales. Con la pandemia de COVID -19 hemos conocido los escondidos e ignorados trabajos de la ciencia básica sobre los virus y el desarrollo de vacunas mediante nuevos e ingeniosos mecanismos, las dificultades de todo tipo que hemos sufrido el personal sanitario y no sanitario con la asistencia directa a los pacientes, el gran trabajo que se realiza en las unidades de cuidados intensivos, lugares que pasaron en pocas semanas de albergar de diez a quince camas a doscientas cincuenta; todo ello para conseguir evitar la gran catástrofe que ha supuesto este nuevo virus. Los valores de la ciencia se han visto multiplicados ante la opinión pública. Con todo, es necesario también realizar un ejercicio de honestidad y transparencia para hablar en voz alta de las zonas más «oscuras», siguiendo la terminología de la autora de este libro, que rodean el cuidado de la salud y el tratamiento de las enfermedades de todos nosotros.
Las oficinas de farmacia son espacios sanitarios donde se unen y conviven las distintas herramientas que son utilizadas para tratar, prevenir o aliviar los numerosos problemas de salud que aquejan al ser humano. Tenemos medicamentos de gran eficacia, de menos, de dudosa, nula, mal recomendados; productos pésimamente llamados medicamentos , como los homeopáticos, que solo tienen de medicamentos su nombre oficial impuesto por una terminología europea; complementos alimenticios o nutricionales, plantas medicinales, medicamentos «de uso tradicional»… Todas ellas constituyen una multitud de denominaciones que en ocasiones esconden un auténtico laberinto legal por donde se cuelan los oportunistas y los que hacen negocio con los miedos, las inseguridades y la desinformación de un porcentaje amplio de la población. Y hay que hablar de ello: del derecho a no ser engañados en los temas sanitarios, a tener acceso a la mejor evidencia científica para usar productos que sean lo más eficaces y seguros posibles, tal como la legislación establezca. ¿Cómo es posible que no sea siempre así? Como bien se recoge en una brillante frase del libro, «el punto más débil del método científico aparece ante la falta de ética de los humanos que lo practican». Esto incluye tanto a investigadores, industria farmacéutica, promotores y médicos que prescriben esos productos, como al más inmoral charlatán que ofrece sus falsos e inútiles remedios a la población y la sociedad se lo permite.
Conocer cuáles son las dificultades existentes para realizar un ensayo clínico de calidad de un medicamento que va a ser aprobado para una enfermedad concreta es un primer paso para valorar cómo podemos llegar a tener ese fármaco, vacuna o cualquier otro producto sanitario disponible tras el beneplácito de las agencias reguladoras. Conocer estos aspectos es necesario para poner en valor el nivel más alto de eficacia y seguridad que tenemos en el ámbito terapéutico y así poder enfrentar y comparar este conocimiento con la ingente cantidad de productos que no cumplen esos requisitos y que están disponibles en las oficinas de farmacia. En otros países, esa clara diferencia se concreta físicamente en un área de «medicamentos de prescripción» y otra con el resto de los productos que no tienen esa categoría; repito, distinguen entre los que tienen el mayor nivel de estudio y han demostrado su eficacia y seguridad para tratar nuestras enfermedades y el resto. Fuera del área de «medicamentos de prescripción», en las oficinas de farmacia, parafarmacia, herbolarios, tiendas online deportivas, nutricionales y demás se abre otro mundo, un espacio donde lamentablemente abunda la desinformación, el escape de las limitaciones legales, las falsas atribuciones a eficacias nunca demostradas y a riesgos nunca explicitados.
Todo ello mueve un inmenso negocio dirigido a satisfacer diferentes necesidades sentidas por una parte de la población que no lo son, tales como los suplementos vitamínicos en personas perfectamente nutridas, los «refuerzos» de la inmunidad en personas perfectamente inmunocompetentes —es decir, sin enfermedad inmunológica alguna—, en el tratamiento de situaciones normales de la vida diaria, etcétera. Todo esto hay que difundirlo, la población tiene derecho a recibir información veraz sobre multitud de productos y terapias basados en la nada (homeopatía), en las falsas atribuciones de ventajas no demostradas (plantas medicinales) o en la creación de un mundo feliz sin envejecimiento, desgaste, cansancio o infelicidad que los avatares de la vida nos traen inevitablemente. Cualquier malestar que sientas puede verse recogido por una posible terapia. Como bien explica el biólogo británico Richard Dawkins, podemos elegir el sistema