En un esfuerzo por hacer que las investigaciones resulten más accesibles, he tenido que simplificar cierta producción científica compleja. Habrá colegas del mundo universitario que, sin duda, creerán que he ido demasiado lejos en ciertos pasajes, pero he hecho todo lo posible por equilibrar el contenido y la precisión con la legibilidad y el pragmatismo. A lo largo del libro, ofrezco ciertas referencias científicas para quienes deseen adentrarse en la bibliografía. A aquellos padres que quieran obtener más información, los invito a visitar mi página web: danielledick.com. Por último, al final del libro también recomiendo algunas lecturas adicionales.
Los cuestionarios incluidos en este libro tienen como fin ayudarte a comprender mejor a tu hijo o hija. Se basan libremente en ítems que los investigadores utilizan para evaluar el temperamento y la personalidad. No obstante, no pretenden ofrecer un diagnóstico formal. Ninguna de la información contenida en esta obra debe sustituir a la consulta clínica profesional. En el capítulo 8 ofrezco una guía para buscar profesionales de la salud mental.
Introducción
Comprender el código del niño
Antes de casarme, tenía seis teorías sobre cómo criar a los hijos; ahora tengo seis hijos y ninguna teoría.
J OHN W ILMOT (1647-1680)
Cierra los ojos e imagínate a tu hijo.
No, no a la personita que se niega a hacer los deberes. Ni a la que ha reaccionado con una rabieta porque había lacitos de pasta y no macarrones para comer.
Al hijo que te imaginabas.
Antes de tener hijos.
Es probable que fuera un bebé dulce y apacible, acurrucado en tus brazos. Una chiquitina adorable, que echaba atrás la cabecita muerta de risa mientras la empujabas en el columpio. Tal vez estaba llamado a convertirse en una estrella del atletismo o en la mejor de la clase. Tal vez soñabas con su graduación o el día de su boda, con una novia ruborosa o un apuesto novio. El caso es que todos tenemos idea de cómo queríamos que fueran nuestros hijos.
Pero el día a día de ser padres tiene menos que ver con los sueños y más con las batallas cotidianas. Tu hijo se niega a ponerse los zapatos, por lo que ni siquiera llegaréis a las puertas del parque. Tu hija se enfurruña a la hora de la cena. ¿Aquella divertida excursión en familia? Cuatro horas de la criatura dándole patadas al respaldo de tu asiento y diciéndote que no quiere ir.
¿Por qué es tan difícil convertir a nuestros hijos en los seres humanos de ensueño que imaginábamos?
Desde luego, no será por falta de consejos para padres. Hay clases para padres, blogs para padres, pódcast para padres, revistas para padres, libros para padres, talleres para padres. Están las ideas de tu suegra sobre cómo impartir disciplina y los trucos de tu mejor amiga para acostumbrar al niño a dormir. Por si la ingente cantidad de información disponible no fuera escalofriante de por sí, aún es peor: ¡mucha es contradictoria! Los seres humanos llevamos milenios criando niños, ¿cómo es posible que aún no sepamos cómo se hace? Y una pregunta todavía más importante para ti, como padre o madre, ¿cómo discernir entre recomendaciones a menudo contradictorias para decidir cuál es la mejor?
¿Por qué ser padres es tan endiabladamente difícil?
Resulta que la respuesta a esta pregunta es sencilla. El motivo por el que la crianza es un gran reto es que todos los consejos bienintencionados que te dan tus familiares, amigos y pediatras no tienen en cuenta uno de los principales factores que afectan al desarrollo del niño: los genes.
En nuestras clases de biología del instituto no nos contaron toda la verdad. El ADN no solo define si alguien tendrá los ojos castaños o azules, o el pelo liso o rizado; también determina la configuración de nuestro cerebro y nuestra actitud básica ante la vida. Sienta las bases del temperamento individual, de nuestras tendencias naturales y del modo único en que cada cual interactúa con el mundo. Dada la profunda influencia de la genética en el comportamiento y el desarrollo de la persona, no hay algo parecido a la «forma adecuada» de ser padres. Solo hay una «forma adecuada» de serlo con cada criatura y, solo si entiendes las inclinaciones determinadas por los genes que tiene tu hijo, podrás guiarlo para que llegue a ser la mejor versión de sí mismo y, al mismo tiempo, disminuir las batallas cotidianas.
El código del niño trata de dilucidar cuál es la forma adecuada para tu hijo o hija a partir de su conformación genética singular. La idea es reducir tu nivel de estrés ayudándote a abrirte paso entre montones de información para distinguir lo que de verdad importa (y lo que no). Soy científica y estudio la genética y el comportamiento infantil, pero sobre todo soy madre. He estado en las trincheras y fueron mis conocimientos sobre los estudios que investigan lo que realmente influye en el comportamiento humano los que hicieron que no me volviera loca. He escrito El código del niño con la finalidad de compartir estos conocimientos y ayudarte a que tu vida también sea más fácil.
El espejismo de los superpadres
Jamás en la historia de la humanidad hemos pasado tanto tiempo intentando moldear activamente a nuestros hijos. Y esta inversión en la crianza tiene un coste tremendo, con un descenso drástico de la felicidad de las parejas y un aumento cada vez mayor de la ansiedad en los niños, que en el mejor de los casos se sienten presionados y, en el peor, hostigados. Lejos quedaron los días en que los niños exploraban los bosques o deambulaban libremente por el vecindario, con la sola regla de volver a casa antes de que oscureciera. Hoy, si mandas a tu hijo al parque sin supervisión, puedes acabar con la policía a la puerta de casa. En ciertos círculos, la idea de que los niños hagan los deberes solos o se enfrenten a un examen oficial sin cursos de preparación se consideraría negligente.