U N PROFUNDO TRABAJO PERIODÍSTICO SIN PRECEDENTES SOBRE LA PRESIDENCIA DE T RUMP ANTE LA AMENAZA DE UNA PANDEMIA GLOBAL, EL DESASTRE ECONÓMICO Y LAS PROTESTAS RACIALES .
Trump le insiste a Woodward en que triunfará sobre la covid-19 y sobre la crisis económica. «No te preocupes por eso, Bob. ¿Vale? —le dijo Trump al escritor en julio—. No te preocupes. Tendremos tiempo de hacer otro libro. Y verás que tenía razón.»
«Este libro muestra a una persona inamovible en sus posiciones, ruda en las formas y simplista en sus análisis llamada Donald Trump. Muestra también a sus colaboradores, entre los que se incluyen miembros de su familia. Preocupa leer que lo que se supone es un lugar de pensamiento, análisis y acción está sujeto a los vaivenes emocionales de la persona al cargo.»
Agradecimientos
M i gratitud a Jon Karp por permitir que este libro gozara de todo su apoyo, su promoción y sus gran talento como editor, al tiempo que se incorporaba a su nuevo puesto como director general de Simon & Schuster.
Este es mi vigésimo libro con Simon & Schuster —el primero tras la muerte de mi antigua editora, la recordada Alice Mayhew—, y el primero en décadas sin Carolyn Reidy en la dirección general. Desde su puesto, Jon está haciendo una labor magnífica para mantener la excelencia y la agresiva independencia editorial de la empresa.
En Simon & Schuster, quiero dar las gracias a Kimberly Goldstein, María Méndez, Richard Rhorer, Julia Prosser, Stephen Bedford, Irene Kheradi, Lisa Erwin, Lisa Healy, Lewelin Polanco, Kate Mertes, Richard Shrout, W. Anne Jones, y Elisa Rivlin. Aunque Fred Chase, revisor de textos, no pudo unirse a mi equipo en Washington a causa de la pandemia —echamos de menos su energía y su jovialidad—, el libro se ha beneficiado enormemente de su inquebrantable dedicación y su atención al detalle, incluso desde la distancia.
Carl Bernstein sigue siendo una fuente inagotable de ideas y de perspectiva. Aunque no siempre estamos de acuerdo, nuestras discusiones me han ayudado a comprender mejor la política y la Casa Blanca.
Gracias a Marty Baron, directora ejecutiva del Washington Post, que sigue guiando el periódico con acierto, y a Cameron Barr, director editorial. También a Steven Ginsberg, director nacional del Post.
El dueño del Post, Jeff Bezos, es un tipo rico, firme y duro: la combinación perfecta para sobrevivir en el periodismo del siglo XXI , y ha colocado el Post en una posición de estabilidad y solvencia económica.
Mi gratitud a Robert Costa, Philip Rucker, Ashley Parker, Carol Leonnig, Josh Dawsey, Tom Hamburger, Rosalind Helderman, David Fahrenthold, Karen Tumulty, Robert O’Harrow, Amy Goldstein, Scott Wilson, Peter Wallsten, Dan Balz, Lucy Shackelford, Dave Clarke, Toluse Olorunnipa, David Nakamura y tantos otros compañeros del Post.
Gracias a muchos de los ex compañeros y amigos del Post, o que han pasado por allí, como Don Graham, Sally Quinn, David Maraniss, Rick Atkinson, Christian Williams, Paul Richard, Patrick Tyler, Tom Wilkinson, Leonard Downie Jr., Marcus Brauchli, Steve Coll, Steve Luxenberg, Scott Armstrong, Al Kamen, Ben Weiser, Martha Sherrill, Bill Powers, Carlos Lozada, Fred Hiatt, John Feinstein y Fred Ryan.
Escribir un libro sobre Trump, la Casa Blanca y una pandemia en curso no sería posible sin seguir y aprender de los reporteros de The Washington Post, The New York Times, The Wall Street Journal, la CNN, la NBC, AP, Reuters, Axios y Politico.
Muchas gracias a Robert B. Barnett, abogado, asesor y amigo, siempre presente, siempre leal y siempre sabio. Evelyn, Steve y yo agradecemos los cuidados y las atenciones de Rosa Criollo.
Un agradecimiento especial a estos amigos: Michael Newman, Linda Maraniss, Richard Snyder, Jamie Gangel, Danny Silva, Andy Lack, Betsy Lack, Tom Brokaw, Rita Braver, Carl Feldbaum, Anne Swallow, Jen Young, David Greenberg, Suzanne Nossel, Seymour Hersh, Richard Cohen, Steve Brill, Tom Boswell, Wendy Boswell, Judy Kovler, Peter Kovler, Ted Olson, Lady Olson, Karen Alexander, Brendan Sullivan, Bill Nelson, Jim Hoagland, Jane Hitchcock, Robert Redford, Katharine Weymouth, Mike Allen, Glenn Kessler, David Remnick, David Martin, Gerald Rafshoon, Cheryl Haywood, George Haywood, Jim Wooten, Patience O’Connor, Christine Kuehbeck, Ken Burns, David Woodward, Wendy Woodward, Lynn Keller, Sue Whall, Harry Rhoads, Bernie Swain, Klair Watson, Kevin Baine, Catherine Joyce, Jon Sowanick, Bill Slater, Carey Greenauer, Don Gold, Kyle Pruett, Marsha Pruett, Therese McNerney, Veronica Walsh, Mickey Cafiero, Grail Walsh, Redmond Walsh, Diana Walsh, Kent Walker, Daria Walsh, Bruce McNamara, Josh Horwitz, Ericka Markman, Barbara Guss, Bob Tyrer, Sian Spurney, Michael Phillips, Neil Starr, Shelly Hall, Ali Matini, Dr. William Hamilton, James Vap, Joan Felt, Ken Adelman, Carol Adelman, Tony D’Amelio, Joanna D’Amelio, Matt Anderson, Jenny Taylor, Brady Dennis, Jeff Glasser, Bill Murphy, Josh Boak, Rob Garver, Stephen Enniss, Steve Milke, Chris Haugh, Pat Stevens, Bassam Freiha, Jackie Crowe, Chauncey Foust, Brian Foley, Cyrille Fontaine, Dan Foley, Betty Govatos y Barbara Woodward.
Elsa Walsh, mi esposa, ha tenido un papel extraordinario en este libro. Es una revisora brillante y atenta, y ha tenido la paciencia de llevar a cabo un proceso de edición aparentemente interminable. Yo le mostraba nuevos borradores de capítulos constantemente. «¿Cuántas veces he visto esto?», me preguntaba. Yo tenía que responder, honestamente, que había perdido la cuenta. Ella siempre daba más, el máximo. Muchas páginas acababan teniendo más notas escritas a mano por ella que palabras impresas, y siempre había motivos, que en muchos casos yo tardaba en comprender. Con su trabajo y su entrega ha dado mayor entidad a cada episodio.
En numerosas ocasiones pronunciaba en alguna de sus formas el temido mantra del editor: «No estás diciendo lo que quieres decir». Entonces me ayudaba a descubrir lo que quería decir, o lo que debería querer decir. Además, sigue siendo una defensora de la postura de Henry James sobre la importancia de la amabilidad, por lo que todo esto lo hizo con delicadeza. Nunca podré darle suficientemente las gracias por sus contribuciones a mi trabajo y por nuestra vida juntos. Este es el 16º libro en los treinta y nueve años que llevamos juntos. Aún no he conseguido encontrar la respuesta a preguntas como: «¿Cómo lo sabe?», «¿De dónde viene este intelecto?». Lo único que sé, sin lugar a dudas, es que sigue siendo el amor de mi vida.