Victor Villaseñor es el aclamado autor de Lluvia de Oro y Trece Sentidos . Su obra le ha valido varios reconocimientos y honores a nivel nacional. Recientemente, fue nombrado miembro fundador de la fundación John Steinbeck. Vive en Oceanside, California.
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Acerca de mi problema: sólo vine a saber que era disléxico en 1985, cuando mi esposa y yo llevamos a nuestros dos hijos donde un especialista en lectura, porque también tenían dificultades para aprender a leer. A uno de nuestros hijos le diagnosticaron una dislexia leve, y al otro, dislexia moderada. El puntaje iba de 1 a 20, cifra que indicaba una dislexia severa. Nuestros dos hijos estaban entre 8 y 12. Nos dijeron que la dislexia era una palabra muy ambigua y que algunas modalidades eran hereditarias. Decidí someterme a una prueba de dislexia pero me imaginé que no se aplicaría en mi caso, pues a los cuarenta y cinco años, ya sabía leer muy bien.
Hice los exámenes. Cuando una de las trabajadoras regresó con mis resultados, vi que estaba a punto de llorar. Me dijo que mi caso era fuera de serie, que mi dislexia era tan severa que era un milagro que hubiera aprendido a leer, a escribir, e incluso a oír porque yo tenía dislexia visual y auditiva. Lloré. Por fin, alguien había entendido todo el “infierno” por el que tuve que pasar desde niño, cuando había comenzado a entender el lenguaje. Y sin embargo, en otras formas de comunicación como la pintura, la música, las matemáticas, la solución de problemas y el ajedrez, yo había obtenido muy buenos resultados. De hecho, cuando aprendí a jugar ajedrez en secundaria, comencé a jugar con la velocidad de un rayo, veía intuitivamente todas las posibilidades al mismo tiempo y gané más de cien partidas sin perder una sola. Y en varias de ellas derroté a maestros que se consideraban muy buenos ajedrecistas.
¿Qué significaba entonces esto de que la dislexia era una palabra muy ambigua? ¿Era gracias a esto que yo podía sentir aquel zumbido detrás de mis oídos? ¿Era esto lo que a veces me permitía ver cómo el mundo renacía con luces y colores? ¿Era la dislexia un don? ¿Sería que todos habíamos sido “disléxicos” en una época en la que reconocíamos que el Reino de Dios estaba dentro de nosotros y en la que sabíamos cómo sacar al mundo lo que teníamos en nuestro interior?
En el 2003, recibí un e-mail que creía haberme dado una pequeña parte de la respuesta:
De aceudro a uan ivnestigiacón de uan uinvresidad ignlesa, no ipmotra en que odren etsén las palarbas, lo úinco impotratne es que la primrea y la útlima lerta etsén en el luagr corretco. El retso peude ser un coas y pordás leer sin porlbemas. Etso se debe a que no leeoms cada palarba por sepradado sino como un todo y el cererbo se ecnarga de descifarlo.
¿Sería que estábamos reprimiendo la genialidad de nuestros hijos al alejarlos prematuramente de sus corazones y encasillarlos en los confines estrechos y delimitados del pensamiento lineal? Durante miles de años, se les dijo a las mujeres que se volverían muy emotivas si profundizaban en sus sentimientos. Y a los hombres se les decía que si hacían lo mismo serían unos peleles. Y no obstante, ¿sería que sólo saliéndonos de nuestras “cabezas” y adentrándonos en nuestros “corazones” y “almas” podíamos tener acceso a nuestro Genio Intuitivo, a nuestra Guía Espiritual para conectarnos de nuevo con nuestras Trece Percepciones Sensoriales y naturales?
Sobre “Sólo inglés” : Permítanme contarles una historia que sucedió en Houston, Texas, antes de ser un escritor reconocido. Conocí a una joven en la Universidad de Houston. Ella parecía tener sangre negra, blanca e india americana. Era asombrosamente bella y tenía unos ojos verdes e inmensos. Hablaba español. Le pregunté si le gustaban los Estados Unidos y me dijo que no, que tan pronto se graduara regresaría a Panamá. Le pregunté por qué. Me dijo que había tenido un novio durante cuatro años. “Y el otro día me dijo, ‘Creo que te amo’ y lo dejé tan pronto como pude. Dios mío,” añadió ella, “habían pasado cuatro años y seguía pensando en nuestro amor. No puedo estar con personas que siempre están pensando tanto.”